Sociedad vigilada

Opina - Sociedad

2017-08-04

Sociedad vigilada

Con la urdimbre tecnológica avasallante que predomina hoy, nada ni nadie escapa a la vigilancia y control social. Estamos vigilados por sensores, ojos y orejas electrónicas localizadas en los sitios menos insospechados como mecanismos de control social para penalizar, disciplinar y castigar los ciudadanos díscolos o sospechosos de atentar contra la normatividad del establecimiento, en contravía de la enseñanza pitagórica “educad al niño y no será necesario castigar al hombre”.

No en vano, los celulares cuentan con aplicaciones para fotografías, videos, grabaciones de voz; los micrófonos ambientales tienen la capacidad de captar conversaciones a distancias relativas; las pulseras y relojes inteligentes se han puesto de moda; los circuitos cerrados de televisión ya no son exclusivos de los centros comerciales y oficinas gubernamentales; las tarjetas inteligentes y el GPS se han masificado; las fotomultas pretenden poner en cinturas a los infractores viales, en definitiva, nos vigilan y controlan, pero, no nos percatamos de aquello.

Michel Foucault supo descifrar en el siglo pasado las claves para entender este fenómeno, estudió la sociedad contemporánea en la que El hombre moderno -el hombre racional- apoyado en las transformaciones que sufre la sociedad, crea una serie de instrumentos, organiza y reorganiza espacios que le son útiles a unos propósitos que no son más que la conquista del ‘poder’ [crea hospitales, escuelas, fábricas, cárceles, la milicia, establece un control estricto del tiempo, etc., en donde se asegura la obediencia de las normas y el control de los actos humanos]; es decir, crea y organiza espacios en donde pueda materializar su ‘racionalidad’.

Es el capitalismo mercantil e industrial en acción (S. XVIII). La sociedad necesita de esos espacios en donde ‘unos sujetos’ puedan ver y controlar a otros (sujetos-objetos) pero éstos no se deben dar cuenta que son vistos o vigilados. Esa situación que analiza Foucault se presenta inclusive el en siglo XXI, en donde el capitalismo es más salvaje que nunca, es monopolista, es global, más duro y más individualista y egoísta que en su época de juventud.

Es evidente que hoy el que vigila domina, y el que es vigilado es convertido en una cosa (en un alias, en un número, en un código, en un serial, en alguien que ni nombre tiene). Dice Foucault que lo que se establece aquí, es una ‘relación de exclusión’, útil por demás desde la práctica gubernamental que planifica, agrupa, encierra, organiza, categoriza, disciplina, buscando dominar e incrementar el factor multiplicador de la ganancia y el uso del capital y el control social. Es el espíritu devorador del capitalismo, es el fin de la historia a la que se refería Fukuyama.

Nuestro sistema educativo no ha escapado a estas intenciones perversas, en el año 2013 en Yaguara (Huila), la rectora de la institución educativa (pública) instaló cámaras en las aulas de clases con el pretexto de proteger los bienes, las instalaciones y mejorar el control disciplinar entre el alumnado; seguidamente, padres de familia interponen acción de tutela y la Corte Constitucional ampara los derechos de los alumnos, al considerar que se violan derechos como: La intimidad, libre desarrollo de la personalidad, libertad de expresión, libertad de pensamiento, debido proceso y libertad de cátedra. A pesar de la buena intención de la rectora, la acción es inconstitucional, recomendable para aplicar solamente en espacios comunes: patios, pasillos, restaurante, bibliotecas o canchas deportivas, por ejemplo.

Un argumento central en la tesis afirmativa de la Corte Constitucional (sentencia T-407/12) es que “Las aulas de clase son espacios semi-privados en los que los estudiantes transcurren su jornada desarrollando rutinas de aprendizaje y socialización que pueden verse inhibidas por la presencia de cámaras de video”, con lo cual se vulnera un conjunto de derechos fundamentales tanto en discentes como en docentes.

Bajo esta premisa ¿qué pensaría Foucault del modelo de ascenso y reubicación de los docentes y directivos docentes del sector oficial regidos por el decreto 1278 de 2002?. La Evaluación de Carácter Diagnóstico Formativa ECDF, instrumento de valoración de la práctica educativa y las condiciones en que ellas se desarrollan a partir de un video o micro clase, ¿No es un elemento que vigila, disciplina, premia o castiga al docente que asciende o falla en su intento? ¿Ha evaluado Fecode como gremio magisterial, esta arista jurídica de la ECDF, a la luz de las teorías culturales foucoultianas?, por fortuna el modelo ECDF tiene carácter provisional, transicional, mientras se consensua un estatuto único de la profesión docente.

Foucault concluyó en sus estudios que la gran mayoría de los elementos de control social, disciplina y vigilancia utilizados durante el siglo XIX y XX fueron ineficaces, dado que la criminalidad no disminuyó, como tampoco la reincidencia, las cárceles y psiquiátricos se convirtieron en fábrica de delincuentes y desadaptados, la sociedad colaboró poco en la resocialización de los individuos “indisciplinados”, “anormales”.

Siendo pitagóricos, antes que disciplinar, penalizar y castigar se debe educar, no para domesticar sino para emancipar el individuo y la sociedad.

Pero el sistema se aferra al castigo, ahí está la Ley 1801 de 2016 o Código Nacional de Policía, camisa de fuerza que conculca muchos derechos fundamentales.

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Gustavo Adolfo Carreño
Economista, Magister en Desarrollo y Cultura, Amante de la filosofía, librepensador caribeño, educador.