La música en Colombia, poca trascendencia para tanto arte

Ser músico en Colombia no es fácil. Además de requerir esfuerzo en su perfeccionamiento técnico, habilidad y talento, es un desafío económico para quienes pretenden vivir del oficio.

Opina - Cultura

2018-05-04

La música en Colombia, poca trascendencia para tanto arte

La música es una profesión importante como cualquier otra. Así como los abogados, psicólogos, médicos, políticos, ingenieros, entre otros, son esenciales para la sociedad, los músicos contribuyen con la creación de arte a la transformación social, al acompañamiento de las experiencias de generaciones que repercuten en la riqueza cultural y en la identidad. Sin embargo, en una sociedad como la nuestra, la relevancia que se le da a la música, no es la que merece.

A propósito del bombardeo discursivo de candidatos presidenciales dentro de las propuestas, prevalecen los temas en economía, salud, educación y justicia; en lo que respecta la cultura, se hacen menciones de inversiones a programas e incidencia de alguna u otra forma en este entorno, nada concreto y a veces pareciera que los propósitos culturales por parte del sistema estatal y sus gobernadores pasaran a un segundo plano, a uno sin prioridad de reestructurarse.

Ser músico en Colombia no es fácil. Además de requerir esfuerzo en su perfeccionamiento técnico, habilidad y talento, es un desafío económico para quienes pretenden vivir del oficio.

Cuando entrevisté a Andrés Cardona, guitarrista y vocalista de la banda bogotana Seis Peatones, le pregunté si la música da para vivir, me respondió que su mantra es vivir por la música, el resto viene con dedicación, esfuerzo y amor por ella. Generalmente quienes eligen la profesión de este arte, lo hacen por una profunda pasión, por una apreciación romántica del mundo y de la vida, al fin y al cabo esto hace la esencia del artista y de su creación.

Los investigadores Eduardo Corredor y Julieta Ramírez, escribieron un artículo acerca de la situación musical en Colombia. Allí refieren que, según la UNESCO, los artistas en Colombia recurren a actividades alternas como dedicarse a la docencia. Sin embargo, los músicos en el país están limitados en actividades relacionadas con la industria musical. Esto significa que la proyección de un profesional en música, no puede darse con facilidad en un enfoque de una industria cultural sólida y, menos, si el Estado desestima una inversión y promoción robusta de la misma.

A pesar del complejo marco cultural con sacrificio, existen promotores, bandas y algunas marcas y medios de comunicación que creen en el fortalecimiento de los espacios musicales en el país. El Estéreo Picnic, Día de Rock Colombia, Concierto de la Juventud, Festival de Verano, Viva el Planeta y más, son escenarios que luchan por la inclusión cultural y la importancia de la música en nuestro país.

El pasado 22 de abril fui a hacer cubrimiento al Festival Viva El Planeta en la Media Torta en Bogotá. En esta edición se presentaron bandas como Pirañas, Vibra Terra, Odio a Botero, Perros de Reserva, La Doble A, Dona Pierrot, por supuesto Doctor Krápula y, a mi consideración (y según observé reacciones de un público eufórico), la agrupación que brilló fue Bukahara, un proyecto musical de alemanes que definen su música como un estilo gitano, con reggae, folk y jazz.

Viva El Planeta, es una iniciativa de Doctor Krápula, una banda con una carrera musical admirable. Cumplieron veinte años en la industria y de la mano con el arte, representan tolerancia, amor y conciencia del medio ambiente. Ese 22 viví musicalidad en carne y hueso, sin desmeritar otras bandas, Bukahara y Krápula botaron sonidos desenfrenados a su público, en particular estas dos agrupaciones apoderaron en el escenario una estética con todas las cualidades artísticas posibles, porque cuando el artista provoca simbólicamente cualquier emoción ambivalente, cumple con su función: Hacer arte.

Ojalá sigan los festivales así y que sean protagonistas de su propia gestión y promoción, fortaleciéndose cada vez más, dando la talla como un Lollapalooza, un Glastonbury, un Coachella y que el músico, en cualquiera de sus enfoques de desempeño, aporte más y más a la cultura de nuestro país, pues este pide a gritos la trascendencia musical que amerita.

 

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Andrés F. Benoit Lourido
Comunicador Social y Periodista. Colaborador de prensa escrita en medios digitales independientes. Trabajo en comunicaciones digitales del periódico El Tiempo. Amante de la cultura y el arte.