«Estados Unidos, no me salves, por favor»

Qué grande y honorable es la patria del mundo, que después de la Segunda Guerra Mundial ha podido acaparar más de 200 conflictos bélicos con sus hombres y sus armas para proteger la seguridad internacional.

Opina - Conflicto

2018-04-17

«Estados Unidos, no me salves, por favor»

Qué grande y honorable es la patria del mundo, la potencia del globo, la industrializadora y privatizadora del todo.

Qué grande y honorable es la patria del mundo que hoy intenta salvar una vez más a otro país sumido bajo las garras de una dictadura asquerosa, en donde los dizque llamados simpatizantes de un falso gobierno, sin importar si son mujeres o niños, solo merecen la muerte.

Qué grande y honorable es la patria del mundo, donde nadie es bienvenido y todos son echados como perros. Esa misma nación que ha intervenido a más de 50 gobiernos en su historia. Esa misma que nos llenó nuestro país de correctos mercenarios y de correctas empresas que se lucraban de la guerra como Monsanto. Esa misma nación que encausó el desangre prodigioso de nuestros suelos, con daños colaterales que embellecieron el ambiente y nuestra mismísima humanidad hasta el punto de no reconocernos. Esa misma que promulgó el insigne continuismo de la lucha en el conflicto contra las Farc, solo para lucrarse de la muerte.

Qué grande y honorable es la patria del mundo, que después de la Segunda Guerra Mundial ha podido acaparar más de 200 conflictos bélicos con sus hombres y sus armas para proteger la seguridad internacional. Esa que vende desde sus entrañas falsos ídolos y estereotipos bajo un manto llamado Hollywood. Esa que ha creado a los mejores deportistas nunca antes vistos en los olímpicos, gracias a los infalibles avances tecnológicos que hoy nos permiten acercarnos a ser súper humanos, y que otros llaman mediocremente doping o modificación genética.

Qué grande y absolutamente honorable es la patria del mundo, que ha salvado a una cuarta parte de las naciones de todos los continentes. Salvó a Panamá de la pudrición de Colombia, salvó a Irak de la maldad de Sadam Husein, se salvó a sí misma del terrorismo contemporáneo, salvó a Colombia con el glorioso Plan Patriota que ayudó a derribar a miles sin importar cómo, casi salva a Vietnam y a Cuba del comunismo, salvó a Chile enviándole al más grande presidente que ha tenido: Pinochet, salvó a Nicaragua asesinando en la década del 80 a 38.000 de sus ciudadanos revolucionarios y maleducados, nos salvó del otro comunista Jorge Eliécer Gaitán, salvó a Brasil de todo ese caucho que tenía represado en el Amazonas, salvó a Afganistán de Al Qaeda, salvó a Japón de la sobrepoblación con aquella bomba atómica, salvó a Libia de la crisis económica y ahora es un país prosperísimo y salvó, sin lugar a dudas, a México de la pobreza, quitándole esas improductivas y extensas tierras ahora llamadas California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma.

Los ejemplos son casi infinitos, para una columna que no cubre con letras digitales, las maniobras militares que ha hecho la gran patria en el mundo y que nunca ha tenido intereses de por medio, ni si quiera petroleros, contrario a lo que pasa con el candidato presidencial Iván Duque a la República de Colombia.

No entiendo todavía, cómo aquellas nefastas tierras del oriente próximo, no permiten que la grande y honorable patria del mundo bifurque sus heredades y bañe a sus hijos en bombas de liberación y en balas de justicia. No entiendo por qué algunos sirios salen a las calles a protestar contra el grande de Norteamérica que quiere rescatarlos. Si en 2016 el Nobel de Paz, Barack Obama, lanzó unas poquitas 12.192 bombas pacificadoras y con ello todo mejoró un montón, casi que se había acabado el conflicto. No entiendo cómo, Siria le dice: «Estados Unidos, no me salves, por favor».

 

 

Imagen cortesía de Impacto CNA.

 

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Hernán Muriel Pérez
Comunicador social - Periodista, Redactor-Editor, Fundador de Cofradía para el cambio - Copec