Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín, no es un político de centro ni mucho menos, es de izquierda y de derecha al mismo tiempo ¡Un momento! ¿No es una contradicción lógica afirmar esto? ¿Es viable combinar ideas progresistas y tradicionalistas en una misma persona? ¿Puede existir la coherencia teniéndose una ideología de este calibre? Para dar respuesta a estas preguntas observemos lo siguiente.
Existen ideas, las cuales atan en la actualidad al pensamiento conservador y al liberal, como ejemplo de las primeras tenemos; la seguridad; el respeto fiel de la norma; la búsqueda de apertura de mercado; la defensa imperiosa de las tradiciones, como ejemplo de las segundas observamos; la educación; el respeto por los derechos de las minorías; el cuidado del medio ambiente; los derechos de los animales; los derechos de las mujeres, entre otros. Teniendo en cuenta lo anterior, la política se ha abanderado con unas u otras, pero estos esquemas están siendo reescritos.
El alcalde ha entendido la importancia de reestructurar las ideologías políticas, —claramente en búsqueda de legitimidad que poco tiene el Estado, la cual se observa elección tras elección, donde el promedio de participación solo es del 45% del censo electoral aproximadamente— y, gracias a ello logró algo impensable, ganar las elecciones municipales derrotando al mismísimo candidato de Uribe Vélez, un tal Vélez Uribe, en la mismísima ciudad del “dotor”.
Situación que no puede pasar desapercibida, pues marca un hito político en el país, ya que es la derrota del uribismo en la ciudad más uribista y, muestra claramente, la reconfiguración de la forma de hacer política, pues la campaña de Federico se hizo tanto desde las propuestas, como desde las calles, así logró mostrarse como un ciudadano cualquiera, trató de desligarse de la figura de político tradicional, y acercarse a la ciudadanía personalmente.
Durante su campaña se acercó a los jóvenes regalando manillas y gorras, mostrándose como el candidato de la gente, el que caminaba las calles y muy saludador entregaba volantes, asistía a las competencias atléticas de la ciudad, y siempre relucía con la famosa frase “que ningún niño se nos quede en la calle”. De esta forma actuaba conforme a las concepciones más liberales descritas inicialmente, todo sin olvidar crearse una imagen muy parecida a la de Fajardo físicamente. De esta manera comenzó a ganar popularidad entre los jóvenes.
Posteriormente, se acercó a la población más adulta a través del tema de la seguridad, prometiendo una ardua lucha contra las estructuras criminales, inversión en seguridad y utilización efectiva de la fuerza pública. Así lo manifestó en la Universidad Eafit durante su campaña “Para mí el concepto de seguridad no es de izquierda o de derecha, es un derecho y hay que garantizarlo…” “Hay que desarticular estructuras, no solo capturar cabecillas, hay que ir al fondo de esas rentas ilegales, hay que tener un trabajo estratégico con grupos élite, frente al tema de lavados activos, y debilitarlos financieramente…” Aunque se pretendiera desligar de la izquierda y la derecha, en realidad la búsqueda política estaba en la aceptación por parte de los electores de izquierda, puesto que tradicionalmente la idea de seguridad pertenece a la derecha.
Como podemos observar, Federico desde su campaña ya mostraba su doble faceta; una juvenil; deportiva; amigable, y otra; conservadora; rígida y tradicionalista, pero siempre activo en ambas, jamás guardando una postura de centro tibio, sino de extremo activo, que se movía de un lado para otro, por esto Federico no es de centro, se mueve constantemente entre una izquierda y derecha bastante marcada.
Durante su mandato podemos constatar lo siguiente; en sus redes sociales las publicaciones se alternan, viene una sobre la educación, donde se le ve yendo casa por casa buscando que los niños se matriculen al colegio, y luego viene otra anunciando golpes a los criminales de la ciudad. Así se van sucediendo una tras otra, una inteligencia profunda del manejo de la virtualidad y lo cibernético.
No deben olvidarse las denuncias en contra del alcalde por buscar manipular a través de las redes sociales a la ciudadanía, esto mediante la creación de cuentas falsas para atacar a sus contradictores políticos y promover a un candidato a la presidencia. Y aunque el asunto fue negado rotundamente por el secretario de Comunicaciones, sí es de pensar que el manejo desde las redes sociales determina profundamente la imagen del alcalde a nivel social, y busca realizar actos que pueden mostrarlo parcializado, a través de terceros encubiertos.
Es una inteligencia política increíble, sumamente eficaz electoralmente, la cual logra agrupar votantes de todas las ideologías políticas. Esto nos lleva a pensar que en realidad la postura de “centro” no existe, pues cuando los candidatos se anuncian como tales, tan solo buscan agrupar de allá y de acá.
Debido a esto Federico no se abanderó de ninguna manera con el tema de la paz, pues cualquier postura sobre el asunto lo sacaría de su talante político, y aunque hemos observado sus posturas interiores; por ejemplo al prohibir las intervenciones públicas de Petro en Medellín y su extraño aire de amistad con Iván Duque, estas han pasado algo desapercibidas y para muchos aún sostiene ese aire independiente que él mismo se forjó.
Sin duda, las estructuras de izquierda y derecha se han disuelto, tenemos un alcalde que se muestra apolítico, y esto le da una fastuosa legitimidad, al punto de llegar a ser el alcalde con la mejor imagen del país. Se ha logrado desligar de que se la catalogue en cualquier ideología política, y ha reunido la confianza de ciudadanos de toda corriente y partido. Auguro que su carrera política seguirá en crecimiento, inclusive, en algunos años podría ser aquella imagen que reemplace el caudillismo de Álvaro Uribe, su calaña política así permite pensarlo, sea para bien o para mal, ustedes juzgarán.
Fotografías cortesía del perfil de Facebook de Federico Gutiérrez Zuluaga.