Debates en redes sociales, el ejemplo de la «Mano Invisible»

Hablar de derecha o izquierda para designar a quienes están con la economía de mercado y quienes están en contra de esta es la referencia más recurrente, así como el lugar común y el cliché más utilizado.

Opina - Economía

2018-05-08

Debates en redes sociales, el ejemplo de la «Mano Invisible»

La actual campaña política que se vive en las redes sociales hace que se lancen muchos calificativos, la mayoría de los cuales son sacados de su significado original y poco o nada entendidos por quienes los usan.

Hablar de derecha o izquierda para designar a quienes están con la economía de mercado y quienes están en contra de esta es la referencia más recurrente, así como el lugar común y el cliché más utilizado. En medio de esta discusión, una de las metáforas a la que se acude con mayor frecuencia, como un mantra, por quienes abogan por la economía de mercado, es la de la “Mano Invisible” que acuñara hace casi dos siglos Adam Smith en su “Riqueza de las Naciones”.

Adam Smith escribió que “No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento, sino la consideración de su propio interés”, esto más o menos significa que “los actores de la economía están motivados por su propio interés y que la ‘mano invisible’ del mercado es la que guía al interés personal a promover el bienestar económico de la sociedad”, (Mankiw, 2017).

Hasta ahí nada nuevo ni distinto al mantra repetido por muchos economistas y, en general, por la corriente de pensamiento económico imperante. Sin embargo, es necesario hacer algunas precisiones sobre la metáfora de la “Mano Invisible”. Si bien es cierto que fue acuñada originalmente por Adam Smith, solo la menciona tres veces a lo largo de toda su obra literaria. Así es, esta poderosa metáfora duró perdida en la historia durante más de 150 años y son los economistas neoclásicos quienes con Samuelson la desempolvan y le hacen una particular interpretación, alejada del sentido original Smithiano para economistas como Kenndy., 2012 y Roncaglia., 2005.

En efecto, Adam Smith no habló en ninguna de sus obras acerca del equilibrio o de la competencia perfecta ni consideró al mercado como un mecanismo o instrumento de asignación de recursos, lo que si hace este autor es “atacar (con bastantes matices) el mercantilismo y el intervencionismo” y es en este contexto donde es válida la ubicación de la metáfora de la “Mano invisible”.

El padre de la economía (sí, este es el título que la historia le ha dado a Adam Smith) menciona en su «Riqueza de las Naciones» que es el interés particular (no el egoísmo) el motor del desarrollo, pero también advierte que ese bienestar general a partir del interés particular es posible siempre y cuando exista la mano visible del Estado que garantice la paz, la justicia y la seguridad para lograr un efecto no contemplado inicialmente por la visión individual, esto es, el “desarrollo económico y la prosperidad general”, (Smith, 2015).

No hay que olvidar, por ejemplo, que Smith era no solo crítico de los mercantilistas y los fisiócratas de su época, sino defensor de los intereses de la creciente burguesía industrial de Inglaterra, en este sentido esa libertad, ese interés particular que preconiza en su obra, identifica los deseos de esa clase emergente de comerciantes de la época contrapuestos al statu quo imperante, «lucha de clases», dirán algunos malintencionados.

En conclusión, la metáfora de la “Mano Invisible” es a mi entender una metáfora sacada de contexto, aplicada 150 años después por la economía neoclásica y convertida en el mainstream sobre la que se diseñó y se sigue diseñando la política pública y se orienta el desarrollo de muchos países, con las consecuencias que ya se conocen, especialmente para la región de América Latina, un buen ejemplo de esto es el Consenso de Washington (pregúntenle a Google sobre ese término, no les voy a hacer la tarea completa).

No se trata aquí de desconocer los aportes de la economía neoclásica frente a la rigurosidad investigativa y el uso de modelos matemáticos para intentar explicar fenómenos sociales, no quiero la etiqueta de “castrochavista” o “comunista” a pesar de que quienes las usan, sobre todo en redes sociales, no tienen ni idea de su significado, cuando menos de su existencia o fundamento teórico.

Sí se trata de volver a los principios liberales de la doctrina Smithiana que hoy estarían más alineadas con la economía del comportamiento en donde ya se ha demostrado que los agentes económicos no actúan bajo criterios racionales, que la información es imperfecta y asimétrica y que el Estado debe cumplir un papel más relevante (ojo, no intervencionista) en la garantía de justicia y seguridad a partir de no favorecer a unos sectores de la economía en detrimento de otros.

Finalmente, amigo lector, en estos acaloradísimos debates que se dan en los almuerzos de domingo y que a veces terminan con disgustos familiares o amistades puestas a prueba, es bueno entender que el uso de términos comunes que creemos conocer y que se utilizan de forma ligera, irresponsable y sin contexto, no contribuyen a una discusión productiva que nos haga crecer como sociedad.

Ni qué decir de lo que sucede en redes sociales, donde la mayoría opta por la opinión fácil, la procacidad y el improperio, convirtiendo la oportunidad de construir un foro de debate virtual en un simple ataque de babas colectivo.

 

 

Imagen cortesía de Andes.

 

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Javier Fernando Mora
Salsero, Diverso, Un tipo convencido de que podemos construir un mejor pais