Columnista:
Federico Botero
¿Qué tan democrático puede ser el Centro Democrático?, ¿qué tanto podría el partido permitirnos detallar la encuesta que dio como resultado a Óscar Iván Zuluaga? Quizá, esas sean cuestiones que le competen más a los militantes. En especial, a los jóvenes Cabal, pues su candidata, la misma que apoya el porte de armas en Colombia salió perdedora. Esto, a pesar de generar el doble de conversación digital que Zuluaga.
La conversación digital se compone de las menciones realizadas hacía cada candidato en la red. Dentro de ello se incluyen las redes sociales, los foros y la web en general.
Sin embargo, la intención de esta columna no es la de cuestionar un proceso interno de un partido, sino más bien la de resaltar las cualidades y los defectos de Óscar Iván Zuluaga como candidato a la presidencia. Es decir, un análisis a su comunicación política.
Recordemos pues. Óscar Iván Zuluaga acarició las llaves de la Casa de Nariño en 2014, tras perder en segunda vuelta contra Juan Manuel Santos. ¿Ha cambiado algo desde entonces?, ¿o es tan astuto como para esperar un resultado diferente haciendo lo mismo?
En términos generales, el candidato del Centro Democrático parece seguir la misma línea del 2014. Trata de ser un Álvaro Uribe más moderado. Y es que estos tiempos lo requieren, moderación y conciliación. Sin embargo, esto se traduce en menos capacidad discursiva, menos «talante» y por supuesto, menos carisma.
Además, para triunfar en elecciones se requiere ser el candidato que más represente la sociedad actual. Tratar de ser un Álvaro Uribe veinte años después de su primera presidencia es estar atrapado en el tiempo, desconociendo lo volátil que es la política y lo volátil que pueden ser los electores.
En cuanto a su discurso, Zuluaga escasea de datos y cifras. Incluso, carece de metáforas, como a quien se le seca la imaginación y lo máximo que tiene para decir es que, está trabajando por una Colombia distinta, como si los demás candidatos no hicieran lo mismo. Ahora bien, ¿por qué tipo de Colombia está trabajando?
Si la intención es ganar las elecciones, Zuluaga tendría que preparar tres propuestas fuertes, las cuales permitan argumentar una respuesta a la pregunta anterior. También ganar terreno en la opinión pública. Si, por el contrario, la misión de su candidatura es sumarse a otra coalición en segunda vuelta y luego negociar ministerios… va por buen camino.
Hablando de su imagen, Óscar Iván se encuentra en una encrucijada, no es lo suficientemente joven como para mostrarse vigoroso y fresco –ejemplo Federico Gutiérrez. Ni lo suficientemente mayor para ser ese abuelo cálido por el que todos quieren votar. Recordemos a Carlos Gaviria Díaz.
La capacidad de articulación de jóvenes a su campaña es pobre. De la misma forma, su comunicación no logra cautivarlos y transformarlos en voluntarios. Cosa que sí logran otras campañas. Este punto será vital para cualquier candidato. Dimensionemos lo siguiente; para el 2022 nada más en la región del Magdalena habrá un aproximado de 110 000 nuevos jóvenes votantes.
Cultivar el voto de los jóvenes y comprender sus lógicas comunicativas puede alterar el rumbo de las elecciones. Sí, más allá del aparato oscuro, ganarse el voto de los jóvenes de cualquier región es necesario, obligatorio. Y no es una tarea sencilla, teniendo en cuenta que lo que menos le interesa a los centennials es la política.
Respecto a la continuidad en el tiempo, parece que Óscar Iván solo figuró en la opinión pública durante estos cuatro años por su escándalo con Odebrecht. Los demás candidatos se han dedicado a recorrer el país, a seguir activos en la política nacional. Sin embargo, el candidato del Centro Democrático brilló por su ausencia.
Y hablando de otros candidatos, un análisis a sus cualidades me permite afirmar que Óscar Iván Zuluaga no tiene nada que resalte. No es un gran lector, tampoco deportista, no monta a caballo y no es un gran empresario. A largo del tiempo, no se ha mostrado como un hombre de familia. Tanto así, que su última incorporación a la plantilla es su hija. La cual, figura en todas sus cuentas como «lahijadelman».
Volviendo atrás, la campaña del 2014 se caracterizó, más allá de escándalos –el hacker Sepúlveda– por la ausencia de elementos distintivos, algo que hiciese a Óscar Iván Zuluaga único, insuperable y óptimo para ganar. Hoy, a punto de empezar las campañas para las elecciones de Colombia en 2022, parece que Zuluaga no tiene nada más que ofrecer que una gran Z.
Hablamos de la misma «z» que sus asesores decidieron destacar en 2014 después de no encontrar en él nada que resaltar. Y es que hablando en términos políticos no hay nada más difícil que «perfumar un bollo».