El excandidato a la presidencia Sergio Fajardo anunció que votará en blanco en la segunda vuelta del 17 de junio. De inmediato en las redes, como ya se ha vuelto una desgraciada costumbre, centenares de seguidores de Gustavo Petro se fueron lance en ristre contra Fajardo y, de paso, contra todos aquellos que apoyan y seguirán sus pasos.
Pocas horas después, Humberto de la Calle optó por la misma opción, explicando que actúa en coherencia con lo dicho durante la campaña. Quien hasta ayer era un hombre respetado, ahora era llamado «culebrero», «traidor» y «uribista enmascarado». ¿Y si empezamos por respetar?
Personalmente, voté por Fajardo y una vez conocidos los resultados, le comuniqué a mis amigos y familiares que apoyaré a Petro en la segunda vuelta por una simple cuestión de principios ideológicos. También, porque considero que las personas tienen derecho a una segunda oportunidad, y Petro aún tiene mucho por demostrar como gobernante.
Una cosa es que no me gusten sus maneras, y otra que lo considere incapaz para el cargo. Nunca antes la izquierda estuvo tan cerca del poder, pero a la vez parece alejarse con cada día que pasa. Se aleja, precisamente, porque en Colombia no existe una izquierda, sino múltiples.
Existe la izquierda que representa Petro, la de Robledo, la de Clara López y Lucho Garzón, y así no nos guste aceptarla, la de las FARC. Los uribistas atacan a los petristas (con exsicario de la mafia a bordo, y ahora tras las rejas), y ahora los petristas atacan a los fajardistas que no desean darles el voto. ¿Esa es la izquierda que representan? ¿Maltratando a quien no piensa igual? ¿Llamándolos «tibios», «vendepatrias», «traidores»? Lo siento, amigos petristas, pero esto es un comportamiento uribista: destrozar al otro que no piensa como uno. ¿Y si empezamos por respetar?
La campaña del Centro Democrático ha sido construida en torno al miedo. Se ha satanizado la imagen de Gustavo Petro y se le ha presentado como un segundo Hugo Chávez. Desde su tormentosa alcaldía en Bogotá, el hoy candidato de la Colombia Humana, se ha convertido en la viva imagen de la polarización del país: unos lo tildan de «guerrillero», «asesino» y «castrochavista», para otros es objeto de admiración, casi de veneración. Ven en Petro al demonio, por un lado, y al Dios por otro.
Y en la mitad, quedaron aquellos que desconfían tanto de las palabras y las políticas del Centro Democrático, como de las actitudes y el triste paso por el Palacio de Liévano de Petro.
Ahora, algunos simpatizantes de la Colombia Humana utilizan exactamente la misma táctica del miedo, enmascarándola en un falso discurso de esperanza.
Desean generar pánico al imaginar a Uribe de nuevo en el poder. Y sí, causa pánico, pero lo cierto es que el expresidente nunca ha dejado de gobernar al país. No es algo nuevo para los fajardistas. La táctica del miedo no funciona en ellos. Son plenamente conscientes de lo que hacen, por más de que su inclinación hacia el voto en blanco sea la opción errada en este momento.
4’600.000 personas, más quienes se alienearon junto a De la Calle, quedaron en medio del fuego cruzado de los extremos. Vieron en Fajardo y la Coalición por Colombia una vía alterna que si bien se antojaba imperfecta, los representaba. Ahora, en medio del limbo electoral, esas 4’600.000 personas están enfrentándose a todo aquello que aborrecían: la polarización.
Se les tilda de uribistas por considerar votar en blanco, bajo la suposición de que todos aquellos votos le sumarán a Duque. Esto último es cierto. Que sean uribistas, no. Se les tilda de egoístas por anteponer sus convicciones propias por delante del bien común. Esto último puede ser cierto, pero no del todo.
La política es un conjunto de egoísmos que se vuelven un conjunto. Quienes votan por Petro también han sido egoístas. ¿Dónde estaban sus votos en 2010 cuando Antanas Mockus perdió la segunda vuelta contra Juan Manuel Santos? ¿Dónde estaban los ahora furiosos petristas cuando la ola verde los necesitó en su momento?
El mismo Gustavo Petro en un trino del 15 de junio de 2010 escribió: «Anuncio mi voto en blanco para el 20 de junio». ¿Fue también egoísta Petro? ¿Fueron egoístas, uribistas, tibios, traidores y vendepatrias los petristas en su momento?
Cabe recordar que para aquel entonces, Juan Manuel Santos era la ficha del gobierno de Álvaro Uribe, antiguo ministro de defensa y creador del partido de la U. Nadie el 20 de junio de 2010 contaba con la voltereta de Santos. Por ende, los votos que hoy la izquierda le reclama a los fajardistas son los mismos que en su momento le negaron a Mockus.
La campaña presidencial de 2018, que se anunciaba como la más importante de los últimos cincuenta años en Colombia, se ha convertido en la más venenosa.
Nos ha probado cómo año tras año, el país se ha dejado impregnar por un odio y una ira constante. Además, ha sido la campaña con mayores errores estratégicos. Mal hicieron Fajardo, Claudia López y Robledo en no ampliar su coalición e invitar a Gustavo Petro. Les faltó visión y, ante todo, humildad.
Humberto de la Calle es caso aparte, pues estaba atenazado por los tentáculos del Partido Liberal y su incompetente jefe, César Gaviria (a quien hoy la historia recordará como el hombre que mató por segunda vez a Galán). El exjefe negociador del gobierno, fiel a su partido de toda la vida, no tuvo de otra que ser el gran sacrificado de las elecciones. Era, de lejos, el mejor candidato y el peor rodeado. Esa falta de estrategia de unos, y la impotencia del candidato Liberal, nos condujeron al escenario que hoy se presenta de cara al 17 de junio.
Muchos fajardistas, como quien escribe, le daremos su confianza a Petro. Otros, optarán por el voto en blanco. Ambos son actos políticos, guiados por una ideología propia, y como tal debe respetarse. La política permite sentirse o no sentirse representado, y la democracia permite votar en blanco cuando lo último ocurre. No es egoísmo, no es lanzar el país a los lobos. Es un error estratégico más, sí. Pero hasta los errores deben ser tomados con respeto.
Viendo el panorama actual, los próximos cuatro años estarán en manos del uribismo. El proceso de paz vivirá un sisma, y es probable que intenten crear un nuevo articulito que permita a expresidentes volver a optar a la presidencia. Pero algo es seguro, así los ánimos estén caldeados en este momento: tanto los petristas, como los fajardistas y quienes apoyaron a De la Calle se convertirán en la mayor fuerza de oposición que Uribe jamás haya tenido que enfrentar en el poder.
Por primera vez, Uribe tendrá a medio país en contra. En ese escenario, ya no habrá más tiempo para insultos, ni para adjetivos. Habrá cuatro años para incomodar, y para crear una real Coalición por Colombia, para hacerla más humana. Pero esto se logrará si respondemos una simple pregunta: ¿y si empezamos por respetar?
Definitivamente un artículo muy objetivo y muy bien escrito.
Para mi, de muy fácil lectura..