¿Y los jóvenes en política?

Opina - Política

2017-07-14

¿Y los jóvenes en política?

Una tarde cualquiera decidí salir a la calle a preguntarle a varios jóvenes sobre lo que pensaban de la política, si la conocían o si tal vez les gustaba. Muchos respondieron sin vacilar que no sentían ningún interés en ella. Al indagar un poco más sobre su negativa, dijeron: «pues… porque no»; otros, con más fervor, respondieron: «eso es algo que poco o nada nos importa, existen mejores temas de qué hablar», etc. Cuando ya perdía la esperanza, alguien me dijo, tímidamente: «a mí me interesa, pero la siento como algo lejano, como si los jóvenes no hiciéramos parte de ella.».

Esa respuesta, tan corta, pero a la vez tan profunda, me hizo preguntarme a qué se debe ese desinterés ─bastante evidente─ de los jóvenes hacia la política. Indagando un poco más al respecto, me encuentro con que, a lo largo de la historia, los jóvenes han sido excluidos descaradamente del ejercicio político en Colombia: pocos han sido los momentos en los cuales han alzado su voz y ésta, en efecto, ha sido escuchada.

Ocurrió, por ejemplo, en la séptima papeleta y también en las marchas para exigir un nuevo acuerdo de paz. Pero más allá de eso: el escenario político sigue siendo hermético para los jóvenes. Espacios como el Congreso, las Asambleas, los Concejos, entre otras tantas corporaciones político-administrativas, cuentan con pocas caras jóvenes. En su mayoría estas corporaciones están cooptadas por grandes barones electorales que llevan años y años en el poder, representando más de lo mismo. Un ciclo que se ha repetido durante décadas, cerrando el paso a nuevas ideas.

Basta con revisar nuestra Constitución Política para darnos cuenta de que la puerta yace cerrada desde un principio. ¿Quién dijo acaso que para ser senador, por ejemplo, se necesita tener 30 años?, ¿acaso un joven de 18 no podría serlo?

Otro de los aspectos que denotan el desinterés juvenil en la política se encuentra en la monotonía del ambiente electoral: el hecho de no tener una opción clara de cambio, las pocas oportunidades de participación, las prácticas clientelistas y politiqueras, han aburrido a los jóvenes hasta el punto de cogerle fobia a la política, lo cual desemboca en el abstencionismo. Muchos deciden no ejercer su derecho al voto diciendo: “para qué, si al fin y al cabo van a ganar los mismos de siempre”, despreciando el inmenso poder que tienen en sus manos.

Probablemente, ese desinterés se derive de la poca confianza que la sociedad tiene en nosotros los jóvenes: muchos ciudadanos al encontrarse con un candidato de corta edad, aún sin oír sus propuestas deciden no elegirlo porque “no tiene experiencia”, sin brindarle siquiera la oportunidad, luego, ante estos desaires, qué atracción va a despertar en los jóvenes si los caminos resultan tan espinosos.

En nuestras manos está la oportunidad de construir el país que hemos soñado durante años, uno en el que quepamos todos, sin odios, sin rencores, donde todos podamos opinar, sin temor a ser censurados; oponernos, sin miedo a ser perseguidos; pero es algo que lograremos cuando todos unidos alcemos nuestras voces para intentar un cambio. Es el momento de los jóvenes de tomar las riendas de este país.

Deseo con el corazón que estas líneas despierten en la conciencia de cada lector ese ánimo fervoroso de participar en la política, por ver en ella un espacio de enriquecimiento intelectual y no económico. En últimas, el fin esencial de la política es servir a los demás, no servirse a sí mismo.

Depende de nosotros, la generación del futuro, cambiar el presente, despejar el panorama, acabar con tanta indiferencia e intentar cambiar de una vez por todas en la mente de todos los colombianos el odio por amor.

 

Juan Diego Medina
Columnista, analista y optimista. Política y amor por una Colombia mejor. Pedagogía para la paz. Sueño con un país en donde quepamos todos; lo lograremos.