¿Y la paz con el país?

Opina - Sociedad

2016-12-19

¿Y la paz con el país?

“No hubo humo blanco”, “Ni el Papa logró el milagro de reconciliar a Santos y Uribe”, “El Papa fracasa al intentar reconciliar a Santos y Uribe”. Los titulares supieron condensar el encuentro entre los líderes de la campaña más feroz -paradójicamente por la paz- en las últimas décadas en Colombia.

¿La paz sigue lejos? A juzgar por la realidad de los medios, que no se cansan de hablar de polarización, la reconciliación seguirá esquiva. Si Uribe Vélez y Santos no se reconcilian, si de seguir la lógica se tratara, es difícil que en Colombia la paz sea un hecho. Digamos que algo de cierto hay en ello. No es un secreto que tanto uno como otro representan un sector de la sociedad. El problema es que no es toda la sociedad, como nos quieren hacer ver. No: ni siquiera un grupo amplio.

La sociedad, el más del 60 % que no sufragó, está concentrado en otros menesteres e imperativos. La paz no es con ellos, porque el Estado no es con ellos. Pero el discurso mediático no agota sus generalizaciones y marginalidad, y por eso concentra la atención en Santos y Uribe, otra manera de polarizar (creada por ellos), y no resuelve en preguntar, por ejemplo, ¿por qué Santos busca reconciliarse con Uribe y no con los colombianos?

Y es que hay que decirlo, el país de fantasía del que hablaba Juan Manuel en Oslo, está lejos de ser real. Y ello no estriba en la polarización que han querido cimentar para de esta forma invisibilizar la realidad más cruda y más común: la miseria y pobreza que cobija cientos de familias, víctimas del vacío histórico del Estado y de la displicencia de sus gobernantes.

Está lejos de serlo, porque el mismo presidente que recibió el Nobel de Paz es aquel que, bueno sí, ha liderado la salida pacífica del conflicto con la guerrilla más anquilosada del mundo, pero también ha entregado el territorio a transnacionales minero energéticas que han destruido las riquezas naturales y detonado conflictos socio-ambientales en las pobres comunidades donde la maquinaria llega; y es el mismo gobierno que se hace el de la vista gorda con el desfalco más grande de los últimos siglos: Reficar; y el mismo gobierno que ha mantenido la unión parlamentaria a punta de mermelada; y el mismo gobierno, pusilánime, incapaz de pedirle coherencia a Cambio Radical, es más: con los ministerio entregados, le ha dado el trampolín a Vargas Llegas, un uribista vergonzante, para que llegue a la futura presidencia.

La situación es preocupante, porque si salimos del entusiasmo parece que a este país la paz le quedará grande, y no solo por las razones obvias – ay, sí: la “oposición” –.  La misma prensa que lamenta que Santos y Uribe no se hayan reconciliado, lo ha registrado: 1) los asesinatos masivos a líderes sociales van en aumento, ¿cómo hablar de paz si se sigue liquidando a los ciudadanos que luchan por sus derechos?; 2) los territorios que antaño ocupaban las Farc, ahora están siendo apoderados por otros grupos ilegales; 3) y a propósito de las Farc, la salida de 5 de sus mandos no es nada desestimable. Lo mismo ocurrió con los hoy llamados Bacrim, tenía razón el columnista que hace un tiempo lo predijo: hablaremos de Farcrim. Así es.

Pero de todas las razones posibles, la principal es la del país invisible, como la llamó Ospina en la columna más sensata después del plebiscito, ¿hasta cuándo Santos ignorará esta proporción de la sociedad? ¿hasta cuándo los medios serán cómplices de ello?

Se aterraban periodistas y medios por la “insólita” pregunta de la periodista de RCN en Oslo, no les sorprende en cambio que se siga de espaldas al país, que sigamos hablando de perdón, reconciliación y entre tanto la gran masa siga ahí…padeciendo.

 

 

 

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Jaír Villano
Escritor. Magíster en Literatura (Universidad Javeriana, Bogotá). Su más reciente libro es “Un ejercicio del fracaso (ensayos)”.