¿Y el senador Álvaro Uribe aún reclama paz sin impunidad?

Opina - Conflicto

2016-04-02

¿Y el senador Álvaro Uribe aún reclama paz sin impunidad?

No es nuevo. Una y otra vez fabrican temor con una frase que ya suena a cliché: «paz sin impunidad». La empuñan como redentores de la verdad, como si sus acciones no dejaran de qué hablar y su pasado no los persiguiera. ¿No es acaso el prontuario de los que fueron cobijados por su gobierno y son prófugos de la justicia el más claro ejemplo de impunidad? Lo más curioso es cuando salen a las calles victimizados, como si sus manos, posiblemente untadas de sangre, no fueran las mismas que apretaran el gatillo -metafóricamente hablando-.

Era el año 2002, terminaba el Gobierno de Andrés Pastrana Arango y comenzaba el periodo presidencial de Álvaro Uribe Vélez. El entonces mandatario ya era un experto timador y tenía desarrolladas muchas otras destrezas. Para él y esos años, sí era válido un proceso de paz y la palabra impunidad le pasaba por las fauces; tan cerca, que no le producía ningún estornudo. Las palabras paramilitar y castigo estaban totalmente extintas de los diccionarios del Palacio de Nariño y prohibidas para los costosos asesores jurídicos que posaban como cual verdugos del profesionalismo, faltos de ética y sin estupor. Una impunidad hecha estratégicamente a favor de delincuentes se orquestaba en pleno clamor del conflicto, donde la paz estaba ahogada en litros de sangre y refundada por toda expresión de guerra.

Todo esto debería llevar a evocar aquellos tiempos en donde el engaño al país pululaba a través de los medios de comunicación que tanta pauta le hacía –y aún le hacen-. Mendacidad que aprovechaban descaradamente para seguir tapando en la sección de farándula; montados como cortinas de humo.  Toda una pantomima.

Debería recordar que durante su oscuro y fatídico primer periodo de Gobierno se realizaron los actos de barbarie más escabrosos, cuya dirección del país estuvo irresponsablemente en sus manos con todo el despliegue de la Fuerza Pública y en donde algunas masacres se cometían en conjunto con algunos miembros de los grupos ilegales. Es tal, que el aumento desmedido de las masacres estaba paradójicamente relacionado con el crecimiento de los grupos paramilitares en todo el territorio nacional.

Según datos del Centro de Memoria Histórica, su primer periodo de Gobierno estuvo caracterizado por alarmantes cifras de masacres. Es 314 una cifra escalofriante que queda como saldo total. Para el año 2002 inició con un preocupante 149 (86 de esas masacres provenientes de grupos paramilitares); en 2003 fueron 84 (48 de esas cometidas por paramilitares); para el año 2004 fueron 50 (20 de esas por el mismo grupo ilegal); y para el último año de su primer cuatrenio, la cifra se reducía a 31 (15 de esas por grupos paramilitares). Sin embargo, para ese momento, la expansión paramilitar en las altas esferas del Estado, las corporaciones departamentales y municipales era imparable.

Tanto así que, según la Red Nacional de Información (RNI) y la Unidad para la Atención y Reparación Integral de Víctimas, el mayor número de víctimas del conflicto armado reportado se encuentra entre los años 2002 a 2005. Durante esos años hubo alrededor de 2’265.411 víctimas (¿más de dos millones?). Siendo el 2002 el único año que registra el pico más alto hasta ahora obtenido desde 1985 [Ver].

¿Dónde estaba el Presidente de la República mientras humildes ciudadanos eran ejecutados de la manera más sanguinaria? Seguramente no estaba pidiendo paz sin impunidad.

Hoy pide paz sin impunidad, pero olvida que en el año 2003 pretendía descaradamente, mediante la presentación de un vergonzoso proyecto de ley, beneficiar a los desmovilizados, promoviendo una “alternatividad penal”. Proyecto que en su momento fue duramente cuestionado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Colombia, quién advertía al gobierno que sus intenciones con ese proyecto de ley llevarían al país a una situación de total impunidad, debido a que se pretendía premiar a los victimarios sin un solo día de cárcel. Ver [1] y [2].

El senador también olvida que, en febrero de 2005, mientras negociaban con los paramilitares, al mismo tiempo éstos, y con la connivencia de miembros del Ejército de la XVII Brigada, y al mando del cuestionado y siniestro General (r) Mario Montoya, quien comandaba la primera división de la institución, asesinaron, en San José de Apartadó (departamento de Antioquia), niños de 11, 5 y 2 años de edad; cuerpos que yacían decapitados al lado de los cadáveres de sus padres [Ver]. Pero tenían que pasar 11 años para que gracias a la Fiscalía General de la Nación, por fin, le imputara cargos al mencionado general. ¿Alguien dijo impunidad?

¿Qué hacía cuando estos colombianos pedían un momento de paz en sus poblaciones? ¿Cuándo hemos visto al senador y los miembros del Centro Democrático salir a marchar por delitos de los paramilitares y las Fuerzas Militares? ¿Por qué no alegó la impunidad en esos años y sí lo hace ahora? ¿Por qué congraciaba con unos criminales mientras le daba la espalda a las víctimas?

Una y otra vez me niego a creer que la única paz que al parecer entiende y quiere el Centro Democrático y los uribistas es la que se escribe con “P de plomo”. Lo que dicen, lo que trinan y sus ofensas sólo hacen menos creíble sus intentos de un mejor país. Su egoísmo les impide pensar en retrospectiva: no querían paz, después dijeron que sí, luego dijeron que no, y últimamente alegan paz sin impunidad. Vemos ahora ese gran cambio de discurso. Parece otro de esos libretos bien aprendidos para engañar nuevamente al país.

Ni los intentos de paz en el Gobierno Uribe estuvieron libres de impunidad y probablemente tampoco lo van a estar en el Gobierno del Presidente Santos. Y es algo para lo que tenemos que estar preparados.

La cuestión no es estar a la espera de ver en qué proceso de paz se comete el mayor número de impunidades. El dilema viene cuando alguien que no tiene ninguna autoridad moral para representar a las víctimas, ni mucho menos hablar de paz sin impunidad, salga cacareando que ahora va a existir una paz impune, cuando él mismo durante su gobierno no movió un solo dedo para que la impunidad se evitara.

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Alonso Rodríguez Pachón
Estudiante de Derecho. Educa, forma, escribe, lee, se equivoca, sobre todo critica y reflexiona, y en lo posible construye. La política: una actitud como "norma de conducta universal".