El 16 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, una fecha que debe servir de excusa en Colombia para revisar, más allá de lo mediático que puede ser el hecho de que los niños Wayuu mueran de inanición, los resultados de diagnósticos que sobre el tema de la alimentación y la seguridad alimentaria se han realizado en el país.
En 2017, luego de dos años de espera, se dieron a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional- ENSIN realizada en 2015, que para el caso, trae tres conclusiones interesantes.
La primera, es el cambio alimentario que el país ha tenido y el cual ha sido ocasionado por factores estructurales, como los cambios medioambientales o demográficos; intermedios, tales como los cambios en la oferta social; y singulares, entre los que se pueden citar los cambios en prácticas culinarias y de consumo.
De acuerdo con la Encuesta, los cambios alimentarios que ha tenido el país en los últimos años se han dado por el aumento de la contaminación medioambiental, resultado del aumento de actividades mineras, petroleras o de deforestación y de la perdida de vocación agropecuaria de las tierras rurales, cambios estructurales que han incidido por ejemplo que los municipios hayan dejado de ser despensas alimentarias, afectando así mismo el precio de los alimentos.
Por otro lado, también se han detectado cambios singulares, que de acuerdo con la Encuesta hacen referencia al aumento del consumo de alimentos industrializados y de comidas fuera de casa, que podrían deberse en parte a que las cocinas son cada vez más pequeñas y no permiten la preparación de recetas culinarias elaboradas.
Un segundo elemento de la ENSIN, es el claro descenso que ha tenido la inseguridad alimentaria en los hogares colombianos, que ha disminuido 3,5 puntos porcentuales en los últimos 3 años. Recordemos que la seguridad alimentaria es definida en la ENSIN como “el acceso seguro y permanente de los hogares a alimentos suficientes en cantidad y calidad, para una vida sana y activa.” Esto quiere decir que:
Más de la mitad de los hogares colombianos tienen dificultades para proveerse de suficientes alimentos en cantidad y calidad y no necesariamente son sólo los niños de la Guajira o del Chocó.
El tercer elemento que trae la ENSIN es el exceso de peso (que incluye sobrepeso y obesidad) en distintas edades de la población colombiana, especialmente en primera infancia, que sobre pasa el promedio mundial (6,3% de la población colombiana menor de 5 años presenta exceso de peso, mientras que el promedio mundial está en 6,2%).
En adultos este mismo factor ha subido 5,2 puntos porcentuales ubicándose en el 56,4% de la población, del cual el 18,7% es por obesidad y el 37,7% tiene sobre peso, es decir, según el mismo estudio, uno de cada cinco adultos colombianos tiene obesidad y uno de cada tres adultos colombianos tiene sobre peso.
Parece ser un contrasentido que en un país donde la mitad de sus hogares sufre de inseguridad alimentaria, la mitad de sus adultos tenga exceso de peso, por lo que al parecer la respuesta está en revisar no la cantidad, sino la calidad del alimento disponible.
Y frente a esto, con el nuevo impuesto a la canasta familiar que anuncia el Gobierno Nacional actual, ¿se mantendrá la tendencia del exceso de peso en la población colombiana? ¿Será capaz el colombiano promedio con los posibles nuevos impuestos comprar alimentos sanos o solamente le alcanzará para medio llenar el estómago?
Todo parece indicar que la tendencia en los próximos años será contraria a lo que se desea en situaciones como estas, ya que si la tal “Ley de Financiamiento” se aprueba, en lugar de disminuir, se aumentará la paradoja de un país gordo, pero con hambre.
Foto cortesía de: Agencia de noticias Universidad Nacional de Colombia