En la más holgada efervescencia, ilusión y sed de paz en toda la historia de Colombia, probablemente en un escenario más caldeado que nunca, en el que hablar de paz nos está haciendo desangrar el alma, según se ve en las posturas viscerales ─muchas veces obtusas e infames, tanto de un lado como del otro─, me estoy preguntando qué está haciendo realmente cada uno de los compatriotas por la paz.
Qué estamos haciendo por obtenerla, por abrazarla, por vivirla, por generar y alimentar esa vigorosa palabra. Así que, luego de subirme al capitel de todas las columnas de opinión embelesadas y liadas a la palabra “plebiscito” y “paz”, grito desde allí y el precioso balcón a través del cual me permite Con la Oreja Roja asomarme; el siguiente interrogante: ¿Qué está haciendo USTED para que la paz realmente brote en esta nación?
Desde el escenario más reducido como bien puede ser el hogar y la cotidianidad expresada en mil situaciones, hasta el teatro más extenso del dominio y el control de la patria, los confines entre cada ciudad y departamento, hasta los bastos cordones que se extienden y encierran nuestras fronteras: ¿qué está haciendo usted por la paz de este país? Por construirla, por defenderla y preservarla en su casa, en su trabajo, en el colegio, en la universidad, frente a sus pares, entre extraños, de cara al mundo que lo circunda, frente a usted mismo: ¿qué está haciendo para vivir en paz en esta aturdida, inestable, vulnerable, incivil y hostil sociedad?
De tal modo que mil cuestionamientos allanan mi mente y quiero trasladarlos inmediatamente a usted: oriundo de esta bella nación. A usted que está devorando estas líneas, aunque sea un fragmento mísero de ese alud de interrogantes con los que quisiera perforarle amablemente la sien a todos (y los que, por supuesto, ya han taladrado la mía) con el único fin de rasgar algo de nuestra conciencia, en este instante que nos estamos “descuartizando” por hablar de paz, e imploramos con precioso frenesí su llegada a Colombia. Así las cosas, empecemos:
¿Vive usted una vida digna y responsable, trabajando honestamente y llevando juiciosamente el pan a su casa? ¿Respeta usted a quienes no piensan igual? ¿Respeta a los que no lucen, hablan, gastan ni huelen como usted? ¿Respeta las normas elementales que le impone su colegio, universidad trabajo o ciudad? ¿Va usted al colegio o a la universidad a aprender, a crecer o a…“recochar”? ¿Explota y burla usted a sus empleados? ¿Respeta usted a sus jefes? ¿Respeta y consiente, o denigra y humilla usted a sus subalternos?
¿Es usted buen vecino, civilizado, cordial? ¿Es usted bueno con su mascota, o en el lugar donde vive, usted hace cuanto le venga en gana con ella? ¿Respeta usted su tiempo y su palabra como la del prójimo? ¿Qué tanto se respeta y se cuida a sí mismo? ¿Cuántas veces traiciona a la semana? ¿Cuántas veces miente al día? ¿Cuánta arrogancia cree que hay en usted y que los demás no soporten? ¿Es usted un padre o hijo ejemplar? ¿Cuánta hipocresía y oportunismo rayan su agenda?
Usted, que manipula dineros públicos, ¿con qué cuidado y vergüenza hace lo que hace? Usted que maneja medios, ¿qué tan fehaciente, imparcial y pulcra es la información con la que maniobra y difunde? Usted que dirige, gobierna, ejecuta y firma partidas presupuestales, ¿qué tanto huele su despacho a sigilo y honorabilidad? Usted que imparte justicia, ¿qué tanta tacha tiene sus sentencias? Usted que legisla, ¿qué tanta probidad, decencia y virtud realmente invierte en sus quehaceres diarios? Usted que conduce, transporta, perfora, crea, atiende, enseña, vende, evangeliza, amamanta, vive, respira, existe…, usted que votó “SÍ”, usted que votó “NO” y usted respetado indiferente que se abstuvo de hacerlo: ¿qué tanto le está apostando y aportando a vivir en paz? En fin.
La bendita y tan anhelada paz si no empieza por usted, ¿entonces por quién?, ¿por dónde?
Publicado el: 1 Nov de 2016