En Colombia, los pactos políticos para ganar elecciones han sido casi que exclusivos para los sectores tradicionales amigos del poder. Muy bien han sabido hacerse con lo público pasándose de mano en mano banderas de diferentes colores que defienden un mismo modelo de país.
La unión entre los sectores alternativos en Bogotá, recientemente anunciada en la Plaza de Bolívar, evidencia un cambio de estrategia en la manera de disputar el poder; buscan ser ejemplo de cómo llegar a ser gobierno.
En una de las paredes del aeropuerto de Johannesburgo está plasmado un proverbio africano que dice: “Si quieres ir rápido, debes ir solo. Pero si quieres ir lejos, entonces debes ir junto a otros”. En Bogotá hemos ido rápido, pero no lejos.
La prevalencia del voto de opinión en las elecciones a la Alcaldía permitió que las ideas progresistas fueran gobierno en la capital, pero esto no bastó para ir lejos. Proyectos a mediano plazo como el metro subterráneo para Bogotá o el cambio de modelo de basuras de la ciudad necesitaban más de un periodo en el poder.
Perder las elecciones en el año 2015 significó para los sectores alternativos y, para la ciudad misma, un retroceso a las ideas y debates de finales del siglo pasado.
En Colombia hay dos grandes ejemplos de cómo el modelo de país que hoy enfrentamos es resultado de la unión entre quienes siempre gobernaron. El primero es el Frente Nacional; un acuerdo entre los dos partidos políticos tradicionales para repartirse el poder alegando que lo público pertenecía necesariamente a alguna de sus dos banderas.
El segundo ejemplo, además reciente, es la Unidad Nacional; la manera como Juan Manuel Santos juntó a los partidos tradicionales y a las “nuevas banderas” para ser mayoría en el poder y repartirse lo público sin reparo.
Desde la oposición, bien hemos sabido criticar con dureza los pactos políticos reprochables que mantienen a la misma clase dirigente en el poder; han secuestrado lo público y perpetuado un relato de país que dista de las necesidades de la mayoría de la gente.
Pero unirse no está mal. Dichos acuerdos clientelares que representan lo que no debe ser la política, deben vencerse con un pacto entre los sectores alternativos, políticos y no políticos, que nunca han gobernado a Colombia.
De ahí que haya que celebrar la unión entre cinco candidaturas alternativas para competir por la Alcaldía de Bogotá; Claudia López del Partido Alianza Verde, Celio Nieves del Polo Democrático Alternativo, Luis Ernesto Gómez del movimiento Activistas, Jorge Rojas de Colombia Humana y Hollman Morris de MAIS decidieron juntarse para vencer en Bogotá y comenzar a dibujar el camino que permita que las fuerzas alternativas sean gobierno nacional en Colombia.
Esa unión debe diferenciarse completamente de los pactos que hacen los políticos tradicionales que ofrecen sus banderas con tal de ser nombrados en cualquier cargo de la administración de turno.
Las cinco candidaturas acordaron un gobierno de coalición cuyas líneas programáticas serán definidas en cuatro debates públicos que incluyen así a la ciudadanía como parte vital del pacto para ganar las elecciones locales en Bogotá.
El primer paso está dado. Las discusiones dogmáticas con las que tantas veces los liderazgos alternativos prefirieron inmolarse antes de cogobernar entre ellos y con la gente, son parte del pasado.
El turno ahora es para quienes, militando en estas ideas, destilan todavía odio ante cualquier diferencia y buscan obligarnos a ser para siempre la oposición de la politiquería que sí se une y que nos gana cada cuatro años. Es hora de unirse y ser gobierno.
Foto cortesía de: Publimetro