Los candidatos a ocupar la presidencia de Colombia los próximos 4 años están haciendo todo lo que está a su alcance por ganar las elecciones y ser los huéspedes de la Casa de Nariño hasta el 2022.
Y en medio de la campaña electoral pareció suceder que los debates quedaron en segundo plano y ahora se está volviendo costumbre hacer campaña por la Presidencia con insultos y agresiones, y todo esto solo ha llevado al país a un estado de polarización.
Entonces, parece ser que si yo no apoyo a alguno de los candidatos de derecha me tildan de “mamerto”,” guerrillero” y “castrochavista”, entre otros insultos provenientes de quienes ven con miedo a una posible “Venezolanización”; sin embargo, si yo no apoyo a algún candidato de izquierda me van a tildar de “paraco”, “urebestia” y otros insultos llenos de rencor de los muchos que aseguran haberse cansado de ser gobernados por la derecha.
Aparecen en el radar político los que apoyan a Sergio Fajardo, que para unos son “guerrilleros” y para otros son “paracos”, pero para salir de esta confusión y saber qué corriente política tiene el exalcalde de Medellín sólo habría que buscar en Google.
Y es precisamente por comentarios como este es que ahora la lucha electoral parece que se hace vía Twitter, pues tanto los propios candidatos como sus seguidores han vuelto la red social del pajarito azul su escenario de confrontación política, y dicho enfrentamiento se cimienta con insultos y descalificaciones, no sobre unos sólidos argumentos, que deberían ser la base de cualquier campaña política.
Aunque la pelea no sólo se quedó en escenarios digitales, en los espacios físicos se han registrado hechos violentos contra Rodrigo Londoño Echeverri, alias “Timochenko”, y aunque es bien sabido que la candidatura presidencial de un exguerrillero no es bien recibida, tampoco deberían ser bien recibidas agresiones físicas contra un candidato presidencial, recientemente el candidato Gustavo Petro también fue objeto de agresiones mientras hacía campaña electoral en la ciudad de Cúcuta, y también se registraron disturbios en la ciudad de Popayán por la presencia del senador del Centro Democrático, Álvaro Uribe, y del candidato presidencial por el mismo partido, Iván Duque, en la capital del departamento de Cauca.
Y así como algunos rechazan con insultos y violencia, también deberían ser rechazados en las urnas el próximo 11 de marzo y el 27 de mayo los discursos políticos que promuevan el odio.
Aquellos discursos extremistas de derecha y de izquierda, aquellos candidatos que tienen como estrategia sucia de campaña dividir para reinar, aquellos aspirantes deberían cambiar esos discursos que solo promueven más polarización y dedicarse a hacer sus campañas electorales con propuestas y demostrar las razones válidas para votar por cada uno de ellos, y sin necesidad de desprestigiar al candidato opositor.
Los medios de comunicación juegan un papel determinante en estas elecciones, pues son los encargados de transmitir una importante información al censo electoral; ésta debería ser acerca de las propuestas de cada candidato, no las respuestas al nombre de un caballo o el precio de los zapatos que usa.
Sin importar la corriente política del candidato a la presidencia, sin importar si va liderando las encuestas, o si por el contrario apenas aparece en las encuestas, es necesario brindar unas mínimas garantías para que se pueda ejercer una democracia participativa, especialmente en Colombia, un país que marcado por la violencia, donde parece existir una repudiable costumbre de silenciar voces con el ruido de disparos, como las de Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro; voces como las de líderes sociales que aún hoy siguen siendo asesinados, y el vergonzoso exterminio de la Unión Patriótica.
Parece ser que en el país del sagrado corazón matan a todo aquel que se atreva a pensar diferente.
Excelente artículo