Una nueva degeneración de individuos

Producto de la pandemia, se ha creado una nueva degeneración de individuos que no sabrá cómo afrontar un problema en el futuro y tendrá que acudir a sus padres a fin de solucionar el lío acaecido. Desde que los padres estén vivos y todo sea en la virtualidad, no habrá inconveniente.

Opina - Sociedad

2021-02-28

Una nueva degeneración de individuos

Columnista:

Diana Abril 

 

Los próximos profesionales colombianos nos van a hacer quedar mal, no solo en Colombia, sino en el mundo. Muchos se han dado cuenta de cómo han debido los padres acompañar a sus hijos en su formación académica; bien sea desde kínder, pasando por la primaria, la secundaria y hasta llegar a la universidad. Incluso, ha rodado en las redes sociales, fotos de las mamás con sus hijos en el café web, pues muchos alumnos, deben acudir a estos sitios públicos a fin de poder estudiar, porque en su casa no cuentan con acceso al servicio de Internet o no tienen un equipo de cómputo con qué hacer las tareas, talleres y evaluaciones. Esto se evidencia con un estudio del Banco Mundial que mide el número de personas que usan Internet, y que ubica a Colombia en el número 65 de un escalafón de 248 territorios ranqueados; en cuanto a las suscripciones a banda ancha fija (por cada 100 personas), la misma entidad, ubica a Colombia en el lugar 134 de los mismos 248 territorios analizados. Para los dos casos, se incluye a América Latina.

Retornando a lo central, por estos días, que he tenido que trabajar desde diferentes sitios por un problema con mi portátil; en medio de esa osadía, he percibido la imagen de varios hijos con sus padres o parientes al lado, tal y como las fotos que rodaron por la Internet. Pero no solo eso, hablando con mis amigas, que tienen hijos de todas las edades, me cuentan que andan estresadas por las tareas que les ponen a hacer en los colegios. Hablan como si en verdad les colocaran las tareas a ellas. Una de mis amigas me dice que no puede más, pues su hija está viendo 16 materias y la debe estar obligando a que haga las tareas (aunque no las haga) y si la deja sola, al llegar a la casa encuentra que no ha adelantado nada. Otra de ellas me cuenta que sacó las mejores notas, mientras el hijo jugaba videojuegos, estaba en la calle o de paseo. Debo decir que les he hablado, sugiriendo que tomen otras medidas en beneficio de sus mismos hijos. También, cabe aclarar que desde siempre, muchas tareas van dirigidas a los padres (¿o quién no le hizo maquetas a sus hijos o se trasnochó ayudándoles en otras cosas?), pero jamás como ahora. 

Caso diferente sucede con las obligaciones de los hombres (padres de familia) frente a la educación de sus hijos, que por los motivos que sea, van encaminados al mismo machismo interminable en este país por el que así como las tareas domésticas son desarrolladas, en mayor proporción por las mujeres; de igual modo, pasa con la educación de los hijos. Con frecuencia, la responsabilidad es más para ella, así en ocasiones la tilden de liberada e independiente. La mamá, a diferencia del papá, se convirtió en la profesora doméstica, en la otra tutora responsable; no solo de la crianza, con base en los modales, valores y principios, sino en la formadora académica de los niños. En el caso de las mujeres que trabajan, me pregunto qué vida pueden tener, porque aparte de hacer los quehaceres del hogar, deben además llegar a hacer las tareas del colegio, multiplicadas desde que inició la pandemia; sea desde la vivienda o de un café internet. De ninguna manera es justo que ellas deban dedicar, además de días de semana, fines de semana enteros haciendo tareas que solo les otorgarán un simple título a sus hijos, aunque no sea de ellos. 

A ellas, las madres que en su mayoría han acompañado a sus hijos, supliendo el papel de estudiante, en esta coyuntura, también deberían darles los mismos créditos que a los docentes, que han debido hacer un sinfín de cambios, sin embargo, de ninguna manera, esto ha favorecido a los niños y jóvenes. Ahora bien, el punto álgido es que también sale a relucir la alcahuetería de papás, mamás e incluso, de los abuelos y abuelas en estos acompañamientos. Un ejemplo de ello es, sobre otra mujer que conozco (que es abuela) y llega tarde al trabajo los días en que su nieto tiene evaluaciones virtuales. Es que no es lo mismo, que al alumno lo guíe un profesional experto a que integrantes de su familia, lo hagan.  Debo agregar que hay muchos papás que hacen, al igual que la mamá, las tareas domésticas y ayudan con las tareas de sus hijos. Ellos también merecen respeto y felicitaciones, sin tener en cuenta la alcahuetería.

Es así como sí servirá la educación virtual, sobre todo a los padres (mamá o papá) o abuelos; en especial, los encasillados en las diferentes generaciones: generación X (nacidos entre 1969 y 1980), generación Y o millenials (nacidos entre 1981 y 1993 o 1996 según el organismo consultado), o en algunos casos, la generación Z o de cristal (nacidos entre 1994 y 2010), recordar un poco de lo visto en la escuela. Para quienes no son profesionales, aprenderán muchos conceptos y teoría vista (aparentemente) por sus hijos. En cuanto a los padres profesionales y más allá de ese nivel, reforzarán sus conocimientos.

Lo grave del asunto es que quienes no aprenderán son parte del futuro que va a representar a esta Colombia que ya cuenta con unos índices lamentables en el tema educativo, como ejemplo, las pruebas PISA, o las clasificaciones de las universidades a nivel mundial, que, aunque han mejorado en América Latina, dejan mal parada a Colombia con las mismas dos instituciones de siempre: los Andes y la Nacional. Otro aspecto es que ha medida que pase el tiempo, dicha degeneración deberá enfrentarse a situaciones de vida, cada vez más difíciles y que no podrá resolver de forma virtual y con ayuda de los padres. He ahí el problema.

De todo lo anterior, se salvaron quienes culminaron sus etapas académicas antes de la pandemia; no obstante, muchos de los que apenas empezaban, terminarán con unos vacíos gigantes, que no se podrán tapar fácil. Esta nueva generación, en algunos casos y en todos los niveles académicos, terminará en degeneración, pues no solo no aprenderán ni han aprendido gran cosa, sino que no podrán poner en práctica sus conocimientos, al no saber mucho, porque asignaron de suplentes a sus padres o familiares en una labor tan importante como es la formación académica. Pueda ser, que la otra culpa se deba a la misma pandemia, aunque ese es otro tema. Sea como fuere, la culpa es en doble vía. 

P. D. Tomé un portátil prestado (cuasi mío), un poco lento, pero funciona. Nosotros, los trabajadores virtuales, también tenemos problemas de conectividad o de falta de equipo de cómputo. 

 

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Diana Abril
Exbecaria de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Magíster en Tecnologías Digitales Aplicadas a la Educación. Administradora pública. Integrante de la Asociación Colombiana de Correctores de Estilo, y de su junta directiva, miembro de la Red de Investigadores Latinoamericanos, editora junior de la revista Justicia y Derecho de la Universidad del Cauca, asesora y consultora académica, investigadora (nivel II), de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) y par evaluador ocasional de la revista Nova et Vetera (ESAP).