Qué tal si en 1945 le hubiéramos preguntado a los hombres por medio de un referendo si las mujeres podían o no votar. Qué tal si en lugar de devolverle la libertad a los negros, se le hubiera preguntado a los “amos” si ellos tenían o no ese derecho, si aún dudaban o no de que poseyeran alma y por tanto fueran seres humanos y no cosas. O si en lugar de la Constitución Política de 1991, y la Ley Estatutaria de Libertad religiosa de 1994, hubiéramos consultado por medio de un referendo si las confesiones religiosas no católicas tenían o no derecho a existir, a contar con personerías jurídicas especiales y por ende tener la posibilidad de realizar convenios con el estado.
Ha sido demasiado doloroso leer las discusiones que han generado un par de post en mi muro de Facebook sobre el famoso proyecto de referendo que impulsan la Senadora Viviane Morales y su esposo, el pastor de la iglesia Casa Sobre la Roca, Carlos Alonso Lucio. Un referendo que pretende negarles la posibilidad a niños y niña en situación de abandono, de ser adoptados por parejas del mismo sexo, por personas solteras o viudas.
En general, creo que es un referendo discriminatorio, pues no hay fundamentos que apunten a que un niño o una niña sean malcriados, por ejemplo, por una madre soltera. La pecosa, como le decían a mi madre, nos crió sola, y creo que lo hizo bien, a pesar de ser una mujer sin mucha formación y falta de recursos económicos.
Los intentos de argumentar van desde la no naturaleza, hasta el pecado, pasando por lo “inane y excremental” que podría significar que una pareja conformada por dos hombres o dos mujeres; o lo torpe que podría ser la crianza de una mujer soltera o un hombre soltero. Lo cual, a juicio de los expertos y cumplidores de la ‘moral y las sanas costumbres’, impide que pueda realizar bien el trabajo de formar, cuidar y amar a un infante sin vínculos que le permitan sentirse parte de algo diferente a una institución de protección.
El asco y el miedo que les producen las personas LGBTI, les hace dar pasos en falso con argumentos sin razón, desde la biblia, que leo, pero que no puede definir las decisiones en materia de derechos, pues estaríamos hoy lapidando a las adúlteras y dejando en libertad a los adúlteros. Hasta el poder homosexualizador que posee toda persona LGBTI y que podría pervertir a nuestras futuras generaciones.
Cuán cortos de vista y razón están, que en su miedo porque sólo la familia idealizada por ellos adopte, que pretenden con ese referendo dejar por fuera a posibles padres solteros y madres solteras; personas ‘normales’, ‘naturales’, que no están ‘dañadas’, que no son ‘desviadas’ ni ‘enfermas’.
Alguna vez leí que en un sistema democrático las autoridades (en este caso el Congreso) deben ser cuidadosas a la hora de interpretar el bien común no sólo según los deseos de la mayoría, sino también respetando el bien de las minorías. De lo contrario, estaríamos ad portas de una masacre a las diversidades religiosa, étnica, sexual, erótica, de pensamiento, política…
Ojalá esos niños y esas niñas puedan alcanzar a generar algún vínculo diferente al que tienen hoy con un defensor de familia y una institución de protección. Esa debería ser la preocupación y la lucha, no qué tan natural o antinatural es la pareja o persona que pretende brindarle cuidado, amor y educación.