Por estos días, nuestra sociedad colombiana atraviesa un periodo especial. Iniciamos una etapa decisiva para el futuro no solo de esta generación sino de las muchas venideras. Se siente en las calles un ambiente de catarsis espiritual, se puede decir quizá que ya se siente la Paz.
El sendero de la Paz se va iluminando poco a poco, pues ya son reales las ganas de construir la paz completa por parte de todos los actores del conflicto. Por supuesto que este nuevo ambiente también obedece a la visita de Francisco, el Papa rebelde como lo llamo Patrick Reams, o el Papa del Apocalipsis como lo llamo María Fernanda Cabal, dirigente de las bárbaras hordas de los enemigos de la Paz. Los mismos que mediante mentiras, embaucaron al clero colombiano, para convencer a la gente del peligro de decirle sí a la Paz.
Colombia es un Estado laico de mayoría católica, es una de esas contundentes frases que pretenden impregnar en el debate político-religioso, el lenguaje de la libertad de culto. No obstante, no es casualidad que el sobrenombre de ser el país del sagrado corazón no sea en vano, pues hace alusión a las incoherencias individuales y colectivas que fundamentalmente se reflejan en las siempre antipopulares políticas del gobierno nacional.
El mensaje, de Francisco es reconfortante, reconciliador y fundamentalmente es un llamado a la sensatez de todos los colombianos creyentes o no creyentes. Nos obliga a preguntarnos, si habitamos uno de los territorios con mayor riqueza no solo en términos de su biodiversidad, su identidad cultural, su posicionamiento estratégico y, sobre todo, con la potencialidad de su gente ¿Será posible que no seamos capaces de construir un proyecto de Nación diferente al que han impuesto unos pocos durante incontables décadas? ¿Será que somos incapaces de construir un país cuya población viva de manera digna? ¿Será capaz el pueblo de arrebatarle el poder a la clase política tradicional, que lo único que ha hecho es enriquecerse a partir del artificio del miedo, la apología al terror y el guerrerismo?
El sencillo hecho de que hoy en Colombia, algunos candidatos a la presidencia, sean fieles representantes de una casta familiar que cree que por haber tenido tíos, padres y abuelos que han ocupado el mando del Estado, se sienten llamados a dirigir el País, solo los de ojos claros, sangre azul y estrato 18, pueden tomar las decisiones que nos afectan a todos; eso es síntoma de que estamos ante un Estado fallido, donde se orquesta la corrupción abiertamente y la política se convierte en una mercancía más.
Hoy cuando la guerrilla más antigua del continente, ha dejado las armas y se ha convertido en Partido político. Ya sin el espectro acechante de la guerra, podemos ver que los problemas fundamentales de Colombia están al interior del Estado; éste ha sido secuestrado por una élite que ha visto en él, una fuente de enriquecimiento ilícito para que los mismos de siempre se consoliden en el poder.
Por otra parte, el Papa y toda su carga simbólica, es la representación de la movilización popular de un mito, el mito de la religión católica. Su visita es oportuna, pero es también oportuno plantearle al representante de Dios en la tierra, al Papa latinoamericano, de qué manera se repararan las miles de vidas arruinadas por los abusos de la Iglesia Católica, los menores violados de forma sistemática, la venia que le hizo la Iglesia a las dictaduras militares de los años setenta en América Latina, y la responsabilidad histórica que tuvo la Iglesia española, en el genocidio que hoy llaman, descubrimiento de América.
Si es de gran preocupación la superación de la pobreza y la pobreza extrema, porque no se adhiere al llamamiento del presidente de Bolivia Evo Morales, para que los Estados de Nuestramérica liberen parte de la deuda externa que se les debe, a las potencias europeas y norteamericanas, mediante el reintegro de los valiosísimos tesoros usurpados de manera violenta de nuestras montañas.
El Papa rebelde, el Papa revolucionario debe no solo dejar un mensaje sobre el cuidado del medio ambiente, sino también sembrar en la sociedad una visión crítica frente al modelo de producción inequitativo que va en contra de todos los principios religiosos. Apoyar la convención internacional sobre la autonomía de los pueblos, y la no intervención de las potencias económicas, llamar a los gobiernos que aún no lo han hecho, a adherirse al pacto de París. A detener la explotación de petróleo mediante fracking. A que los alimentos que pueden satisfacer el hambre, dejen de ser utilizados para alimentar maquinas. Que los grandes banqueros, representantes de capital financiero, contribuyan de forma real a la disminución de la pobreza.
Hay que hacer un análisis objetivo, un análisis de plaza, como diría Lenin. Colombia necesita un ascenso de las clases populares, de los sectores subalternos en todas las esferas del poder.
Y si Francisco, el rebelde, nos visita para dejar el mensaje de la reconciliación y la superación de una etapa muy difícil de nuestra historia, bienvenido todas las veces que quiera venir, porque en ese análisis de plaza, se debe identificar que la influencia religiosa del catolicismo en Colombia es casi absoluta.
Nuestra sociedad, más que cualquier otra, necesita vivir en convivencia, necesita vivir en cordialidad, superar ese bárbaro animo de solucionar los desacuerdos de manera violenta, es necesario que mentes blindadas por sentimientos de odio como el señor Rafael Guarín, el paramilitar Jaime Restrepo, alias El patriota, y muchos otros miembros de la caterva uribista, asuman de forma íntegra el mensaje religioso y el mensaje político. Es necesario estar a la altura de un país que en este momento se alimenta de optimismo, positivismo y buena energía frente las nuevas posibilidades de la democracia.
El llamado del Francisco el humanista, es a que todos superemos la indignación espiritual, el activismo limitado de las redes sociales y demos el paso esencial de materializar el sueño de una sociedad mejor, en un proyecto político colectivo, que supere los odios, los sentimientos de venganza.
La iglesia católica, la institución papal debe ser juzgada. Pero en general Francisco, como persona de carne y hueso igual a cualquiera de nosotros no debe ser juzgado de forma apresurada, en principio por que recibe órdenes institucionales de roma, del oscurantismo que profesa el vaticano. Seguramente Francisco de haber tenido un destino diferente al de la Iglesia Católica hubiese continuado la obra de su coterráneo Ernesto Guevara, o si fuese colombiano seguramente hubiera apoyado fervientemente la lucha de Camilo Torres Restrepo.
Colombia tiene un folclor católico particular porque no ha podido aceptar la contradicción de creer en una religión que ha vilipendiado históricamente nuestra raza. Nos dejaron un mito para poder mantenernos con la cabeza agachada y se llevaron toda la riqueza que financio el avance del capitalismo en Europa.