Un fiscal, dos muertos y mucha corrupción

“Ya usted se metió en esto, y el único ‘guevón’ que va a terminar

aquí sancionado es usted, ¡hijueputa!, ja, ja, ja…”

Quien pronuncia estas destempladas palabras que a la postre se convertirían en una sentencia anticipada es el entonces abogado y hoy fiscal general de la nación, Néstor Humberto Martínez.

Su interlocutor es Jorge Enrique Pizano, quien falleció la semana pasada, en ese momento se desempeñaba como controller (auditor) para la concesionaria Ruta del Sol II, cuyo socio mayoritario era la multinacional Odebrecht con un 66% y la corporación financiera Corficolombiana perteneciente al Grupo AVAL en un 33%. Aquí lo que de entrada evidenciamos es una conversación sobre la génesis del más grande caso de corrupción trasnacional revelada posteriormente por el gobierno de Estados Unidos.

El lenguaje usado por Néstor Humberto Martínez es ramplón y despreocupado, valga decir que no es una amenaza, pero sí se puede tomar como la advertencia de un viejo zorro de los negocios, conocedor como pocos, de los juegos de poder que se dan al interior del sector público y privado, donde a quien se convierte en una piedra en el zapato terminan desprestigiándolo, persiguiéndolo y acusándolo de delitos por el solo hecho de cumplir con su deber.

Este audio se encuentra en la grabación presentada por el periodista Iván Serrano de Noticias Uno, revelado tal como lo solicitó Pizano para que se hiciera público en caso de que algo le sucediera, ya que sentía que estaba siendo perseguido por el poder judicial y económico y, especialmente, por el fiscal Néstor Humberto Martínez.

A quienes hayan escuchado las grabaciones, les parecerán casi inaudibles algunas partes de la frase con la que abrimos este artículo, por lo cual realizamos un ejercicio de análisis de las mismas a fin de encontrar pistas respecto a este entramado tenebroso.

Al momento de la conversación, el hoy fiscal fungía como representante de su firma Martínez Neira Abogados, quien prestaba sus servicios al grupo AVAL del magnate Luis Carlos Sarmiento Angulo. Cabe señalar que Luis Carlos Sarmiento (hijo), quien lidera los negocios que tienen que ver con inversiones en infraestructura declaró ante la Securities and Exchange Commission – SEC (Comisión de Mercados y Valores de Estados Unidos) a inicios de 2017 que no tenía conocimiento de la posible corrupción de Odebrecht.

Pero ¿a quién le creemos? pues en la declaración de Pizano y con documentos en mano asegura lo contrario, cuando indica que fue personalmente a las oficinas del consorcio llevando las pruebas que había recolectado para presentárselas a los directivos, pero recibió un trato despectivo y cuenta que lo dejaron esperando unas cuatro horas en una sala y, finalmente, lo tildaron de “loquito” aun cuando entregó las pruebas que soportaban sus hallazgos.

Al parecer esto le hizo sospechar de la legalidad de los asociados en este negocio por las irregularidades encontradas y decidió empezar a guardar evidencias que luego presentaría a los entes de control y por cuenta propia grabó conversaciones como las ya conocidas con quien era su amigo por más de 30 años y de quien ahora sentía una total desconfianza.

¿Cuáles fueron los hallazgos de Jorge Enrique Pizano?

Dentro de las pruebas, Pizano adjunta facturas de empresas cuyos registros mercantiles eran falsos, los NIT no correspondían, no había soportes de los trabajos que supuestamente realizaban, compra de terrenos por montos ridículamente superiores a su valor comercial, facturas hechas a mano para negocios que representaban miles de millones de pesos a las que les faltaban datos de rigor y no cumplían con los requisitos mínimos exigidos para realizar semejantes desembolsos y giros de dineros.

Encontró también giros al exterior por un monto de 2 millones 700 mil dólares a una de estas empresas que aparecían como consultoras, pero que en realidad solo existían en el papel o no prestaron en su  momento ningún servicio, lo que lo lleva a deducir que los nombres de dichas empresas solo fueron usados para legalizar las coimas con contratos ficticios.

Y es que esta es la forma habitual en la que son saqueados los recursos del Estado, mediante empresas de papel que, supuestamente, prestan servicios solo para que les sean girados los dineros para pagar las mordidas comúnmente conocidas como “tajadas” de contratos multimillonarios.

Surge una pregunta inevitable: ¿Por qué el hoy Fiscal Néstor Humberto Martínez no hizo lo que todo abogado en su posición debía hacer? ¿Por qué no denunció lo que le contó su amigo?, ¿y por qué solo hasta hoy el fiscal sale a decir que conoció o escuchó que Odebrecht ya venía siendo señalado por corrupción? Esto para cualquier jurista resulta un tema de gran calibre, es por esta razón que La Asociación Nacional de Funcionarios y Empleados de la Rama Judicial (Asonal) solicitó la renuncia del Fiscal por considerar que se compromete su postura ética ya que habría una omisión de denuncia.

Con todas estas pruebas, el entonces auditor Jorge Enrique Pizano habiendo ya hablado con Néstor Humberto Martínez (como consta en grabaciones), comenzó a cuidar su propia espalda, dejando una prueba por aquí y otra evidencia por allá con personas que le resultaban de su entera confianza.

Este hombre, culpable o no de los delitos por los que venía siendo investigado, vivió sus últimos días con la zozobra de la persecución de lo que el mismo llamó “un complot en su contra” por las denuncias realizadas, tanto así que además de investigado fue despedido de la empresa por ejercer las funciones para las cuales fue contratado, quedó relegado a su suerte y, por si fuera poco, en una fría tarde del 25 de enero de 2017 fue diagnosticado con un cáncer linfático terminal y, como en un chiste siniestro del destino, ese mismo día veía cómo en las noticias le abrían investigación en la Procuraduría señalándolo como miembro de Odebrecht y posible enlace para el pago de las coimas que él mismo venía denunciando muchos años atrás sin ser escuchado.

Pero, lo que hasta hace poco nadie sabía era que Pizano venía adelantando algunas acciones con el gobierno de los Estados Unidos y según se conoció tenía planeado viajar la semana próxima a buscar un preacuerdo que le garantizara su vida y la protección a los suyos. Por esto no deja de sorprender su muerte que queda revestida de cierta sombra siniestra.

El dictamen de Medicina Legal dice que sufrió un infarto, mientras se afeitaba en el baño de su casa; pero como si esta tragedia no fuera suficiente, su hijo Alejandro Pizano, quien viajó desde Europa a Colombia para asistir al sepelio, estando en la oficina de su padre bebió de una botella con agua que resultó estar envenenada con cianuro. El veneno fue tan letal que el joven murió cuando era trasladado a la clínica. ¿Conocía algo de este caso Alejandro? ¿estaría dispuesto el veneno para matar a su padre? En caso de tratarse de la planeación de un suicidio ¿Qué sentido tendría que Jorge Enrique Pizano tuviera planeado viajar a Estados Unidos para colaborar con la justicia norteamericana?

Para terminar todo este tenebroso caso, tenemos al excandidato presidencial y líder de la oposición Gustavo Petro, quien con documentos en mano le da unas declaraciones a Vicky Dávila para la emisora W Radio donde informa que el desaparecido Jorge Enrique Pizano había contactado ya hacía algún tiempo a Andrés Hernández, miembro de su unidad de trabajo legislativo, y le había entregado otras pruebas similares a las presentadas en Noticias Uno y donde había advertido varias veces que temía por su vida, ya que estaba recibiendo llamadas telefónicas amenazantes y por esta razón estaba adelantando las acciones para viajar a colaborar con la justicia de Estados Unidos.

Lo nuevo en las declaraciones de Petro es que según la evidencia recibida se podría deducir que el dinero de las coimas, los contratos ficticios y toda la corrupción de Odebrecht en parte de esa contratación habrían sido desviados para favorecer las campañas políticas de Cambio Radical y al Clan Char en Barranquilla, es decir a Alex Char.

En estos momentos, todo es muy turbio y un rompecabezas bastante difícil de armar, la tragedia de una familia que llora la muerte de dos de sus miembros y la corrupción rampante a la que parece que no hay nada que la pueda detener, un senador, Jorge Robledo, que hasta la saciedad ha denunciado los vínculos del fiscal con negocios que le impedirían hacer un trabajo sin impedimentos sustentado con un arsenal de pruebas con las que se bate cual gladiador en solitario, Claudia López, quien de forma frentera le ha dicho unas cuantas verdades al fiscal viéndose sometida al escarnio y casi silenciada por los partidos de gobierno y un sinfín de señalamientos que no encuentran eco en nuestra débil justicia colombiana.

Señor Fiscal, piense por un segundo y en beneficio de la justicia de este país tan atribulado ¿No cree que sería mejor renunciar?