La victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos, nos remite a hacer una radiografía panorámica de las elecciones presidenciales en Colombia. Sin duda, el evento político más importante del país se acerca y los candidatos más mencionados dan mucho de qué hablar, e indican que seguiremos en el mismo rumbo de siempre.
El primero en anunciar su candidatura es Jorge Enrique Robledo, actual senador del Polo Democrático y, según las encuestas, el mejor senador del país (aunque creerle a las encuestas se ha convertido en un trampolín hacia la derrota). Por lo demás, parece que los otros candidatos serán: Germán Vargas Lleras, Alejandro Ordóñez, Sergio Fajardo y la incógnita del Centro Democrático.
Si hacemos un análisis a las elecciones anteriores y tenemos en cuenta el panorama actual, veo muy complejo el camino presidencial para 2018. Quizás volvamos a decidir entre dos derechas ─si llegamos a segunda vuelta─, entre Germán Vargas y Alejandro Ordóñez; y es muy poco probable que se tenga que escoger entre Sergio Fajardo o el Uribismo y uno de los dos anteriores. Excluyo a Robledo ─no porque me parezca un mal candidato─, para mí es el más preparado de todos, sino porque es de izquierda, y en Colombia no quieren a la izquierda.
Siendo este el caso electoral, estaríamos decidiendo entre un fanático religioso que adora quemar libros, un político que odia a los homosexuales y condena todo lo que no sea religión. Un actual vicepresidente que se ha ufanado de hacer casas para los pobres, así como de liderar el partido con mayor corrupción en algunas zonas del país, estar en contra del proceso de paz (aunque diga lo contrario) y hacerle conejo al presidente Santos en sus principales objetivos políticos guardando silencio. Sergio Fajardo, con uno de los índices más altos de favorabilidad de un gobernador en el país, pero muy criticado por su sucesor, quien asegura que “dejó a Antioquia casi en bancarrota” además de denunciar irregularidades en contratos y criticar su forma de gobernar. ¿Y Robledo? Es de izquierda.
Con Donald Trump como presidente de Estados Unidos, habría que observar con lupa muchos temas, el más importante en este momento es el proceso de paz, que seguramente se verá afectado, y el primer paso que deberá dar Santos es reunirse con el mandatario electo para saber qué va a pasar con el apoyo de Estados Unidos. Otro tema importante es el apoyo de Estados Unidos a Colombia en la lucha contra el narcotráfico, el Tratado de Libre Comercio, las relaciones diplomáticas, y otros.
Sin embargo, preocupa la apatía que Trump mostró hacia los latinos en su campana, lo que supone una barrera al diálogo entre ambos países, pero en cuestiones políticas ya nada sorprende, seguramente, el magnate no hará lo que quiera, sino que tendrá que ser audaz para ganar popularidad.
Volviendo al país, los candidatos presidenciales deberán ingeniarse la forma de mantener buenas relaciones con Estados Unidos y así continuar con el apoyo que ellos le dan al país. Claro que ese apoyo siempre se ha ejercido con los intereses particulares de las élites políticas y, por supuesto, del país norteamericano, en el que el gran perdedor es Colombia y sus pequeñas y medianas empresas.
Imagino que la campaña de 2018 va a estar marcada por mañas publicitarias de los partidos tradicionales, la religión desempeñará un papel importantísimo a la hora de tomar decisiones.
En este último punto, Ordóñez llevaría la ventaja, porque nadie en este país ha defendido tan vehementemente la religión y las tradiciones moralistas como el exprocurador. Hasta el punto de quemar libros que van contra su pensamiento. Lo sorprendente es que es un culebrero que le juega a todas las religiones; ama el catolicismo más que el mismísimo Papa, pero se presta para que los pastores le impongan las manos. Es el reflejo de Trump en Colombia, un ferviente adorador de la forma guerrerista de lograr la paz, por lo que seguramente los fusiles serán la “salida” a la violencia. Su campaña podría ser: “Volvamos a la forma de gobierno Estado-Religión”.
Por su parte, Vargas Lleras seguramente prometerá casas, sus buenos amigos donarán tejas, darán tamales y comprarán a los más pobres como algún día lo presencié “¿Si yo le doy un pastelito, usted me regala su voto?” ¡Qué bajeza! Hasta allá hemos llegado. Además, sus alianzas políticas serán con los partidos tradicionales y la Unidad Nacional que, aunque fraccionada, seguirá haciendo de las suyas, y la mermelada alcanzará hasta para repartir en el país del tío Sam. Lo que aún se desconoce es a quien apoyara el expresidente Uribe, si a él, o a Ordóñez, o a ninguno, es decir, lanzará a un candidato diferente, que seguramente no será Zuluaga. Lo que tendríamos que mirar es quien será el jefe de campaña del candidato por el que opte el Centro Democrático.
En fin, mientras en Estados Unidos se sacuden por la victoria de Trump, en Colombia las trompetas nos anuncian que se aproximan las elecciones presidenciales. El mundo político nos demuestra que las reelecciones no son la salida para mejorar un país, pero tal parece que los que quieren embalsamar a un presidente son los del Centro Democrático.
La espera continúa, pero lo cierto es que en Colombia debemos matar primeramente el importaculismo, la abstención y la falta de sentido de pertenencia por este territorio. Por esas razones, es que la corrupción hace de las suyas a lo largo y ancho del país. Igualmente, la historia nos muestra que las redes sociales no votan, que las personas mayores siguen tomando las decisiones del país mientras que los jóvenes viven en su mundo de fantasías.
Mientras los colombianos votemos pensando en que este fue novio de aquel en el pasado, aquel es amigo de los homosexuales, tal otro dice que le va a cobrar impuestos adicionales a los pensionados, seguiremos habitando el país donde el vivo vive del bobo, y el bobo está en el país “más feliz del mundo”.
Publicado el: 10 Nov de 2016