Cada época tuvo, tiene y tendrá sus modas, fantasías y tabús en torno al sexo en su totalidad o a distintas prácticas en particular. En base a eso, nos hacemos una idea del nivel, escala o variedad de cultura sexual alcanzados en un momento en una sociedad específica.
El trío en tiempos anteriores al actual era un casi un mito, por las dificultades de tener sexo fuera de la institución del matrimonio, la falta de libre acceso a la anticoncepción (materia aún pendiente) y las luchas por la liberación de la mujer en su igualdad de derechos (incluso pero no exclusivamente el de acostarse con cualquiera igual que un hombre).
Hoy, la única dificultad real para hacer un trío es encontrar a tres personas que tengan ganas de hacerlo. ¿Cuán difícil puede ser eso? Me cuesta creer que existan grandes porcentajes de personas que en la actualidad no lo hayan experimentado en alguna de sus formas, sea por elección o falta de oportunidad, con la excepción de un grupo etario limitado que intenta adaptarse a los tiempos que corren (o en que nos corremos).
Me atrevo a asegurar que la capacidad de sorpresa del otro ante las posibilidades del sexo encarnado en nuestra vida sexual no es de nuestra incumbencia. Comparto, desde el nacimiento de este personaje en público y desde mucho antes en privado, que tenemos derecho a la libre elección desde el momento en que adherimos a aquel concepto del libre albedrío. Y que no tenemos que dar explicaciones a nadie más que a nosotros mismos por lo que hemos elegido, siendo esto válido tanto dentro como fuera de la cama.
No me interesa la vida sexual ajena al punto de ponerme a ahondar en lo que parece que hacen o dejan de hacer entre las sábanas. Y creyendo, como creo, que la de cada persona es un asunto íntimo y privado, que para hablar de sexualidad no se necesita ir ventilando una por una nuestras prácticas, elecciones y opiniones sexuales personales, no veo necesario hablar de mis propias vivencias de a tres en la cama cuando se habla de tríos.
Cuando personalizamos totalmente el debate en sexualidad (y no sé hasta qué punto es posible despersonalizarlo, tampoco) terminamos en ese tipo de discusión en la que nadie gana comprensión y todos pierden un poco de privacidad, en donde abundan conceptos como tendría que, podría haber, hubiera hecho, o te lo agradezco pero no… A tal punto que básicamente terminamos compitiendo por completar o no to-do lists generadas socialmente.
Conocer los pros y contras de las distintas opciones me parece un aspecto esencial en el proceso de toma de decisiones, porque cuando hablamos de trío no solamente nos referimos a la imagen que ocupó el estereotipo, que es la MHM heterosexual. Aunque, lamentablemente, los pros y las contras se conocen haciendo tríos (o intentando hacerlos), así como se dice que se aprende más haciendo que estudiando al respecto.
Hay tríos a los que les he dicho que sí, otros a los que les he dicho que no. Otras personas me han dicho que sí a un trío (que no es algo que a una mujer simplemente se le propone, puede una también proponerlo), otras me han dicho que no. ¿Qué importancia tiene esto en un debate sobre tríos? Ninguna. Pero como seres sexuales, ¿sensuales? y sexuados todos, todas y otros tenemos derecho a opinar sobre sexualidad, incluso sobre prácticas que no hemos experimentado o en las que tenemos una experiencia mínima.
Uno tiene su propia opinión formada de sí mismo como ser sexual, y puede que quienes nos conocen sexual o no sexualmente la compartan o no. También solemos encasillarnos o ser encasillados de acuerdo a tal o cual hecho de cama que nos marcó en nuestra historia sexual (de forma positiva o negativa). Decir yo sí hice o haría un trío, no involucra estar de acuerdo con los tríos de forma general, ni necesariamente volver a hacerlo. Decir yo no hice o no haría un trío, no involucra estar en desacuerdo con los tríos de forma general, ni necesariamente no hacerlo nunca jamás. Y si lo involucrara, ¿a quién le importa?
Somos seres cambiantes, lo que hoy nos excita, ayer tal vez nos daba asco, vergüenza o nos producía directamente desinterés. Quienes somos hoy, no es quienes fuimos ayer, ni será quienes seamos mañana. Con quien/es elegimos tener sexo ahora no tiene que ser una elección de por vida; al menos ya no. Entonces, ¿cómo podemos tener tan respondida de antemano la pregunta de si haríamos un trío o no?
Mi respuesta personal, que a nadie le importa ni tendría que importarle, mucho menos modificarle su sentir ni su propia respuesta ante la misma pregunta, es el estribillo de aquella canción:
Siempre que te pregunto,
que cuándo, cómo y dónde,
tú siempre me respondes;
quizás, quizás, quizás.
Ohhh, me encanta esta mierda. Que bonito y maravilloso!