Escribo estas palabras con una tristeza, una impotencia y un sentimiento de fragilidad emocional que embarga mi corazón, mi alma y mi espíritu. Un caso de feminicidio ha ocurrido, un nuevo caso atroz de una menor de edad abusada, ultrajada y maltratada por un macho poseído por el patriarcado, el cual se consideró lo suficientemente bajo para creerse el dueño de la vida, de la sexualidad y de los sueños de una niña.
Gabriela, Gabriela, gritamos hoy acompañados por las voces entrecortadas de una madre que sufre en silencio, descompuesta y derrumbada la partida de su hijo, a manos de un «hijo sano» del patriarcado. Miles de organizaciones, activistas y defensores de derechos humanos hemos hecho un esfuerzo inaudito por lograr visibilizar la muerte, la cruel muerte, de esta chica sin importar que nos costara el descanso, el escarnio público, amenazas y burlas. No se hicieron esperar los apelativos de «Feminazis», «dictadores del género», «marchas innecesarias», «las locas del lenguaje incluyente», entre otros más.
Nuestra sociedad ha invisibilizado y normalizado la violencia machista. El lenguaje es una representación simbólica y cultural de las dimensiones de nuestra vida. El lenguaje es parte vital de la construcción de una sociedad diferente. El lenguaje evoluciona al ritmo que evoluciona una sociedad, porque no es una estructura rígida ni universal. La existencia de academias rectoras de este, es un intento de estandarización de este y de la posibilidad de controlarlo.
Lastimosamente, y afortunadamente, el lenguaje va más allá del control de la Real Academia de la Lengua Española, una institución anacrónica, colonial, machista, misógina y que representa esa visión que España es «la madre patria». ¿Por qué discutir sobre el lenguaje ante un caso como este? Esta pregunta es vital, porque nos explica el contexto tan macabro ante el que nos encontramos.
Hace dos días en Bogotá, un juez dictaminó en primera instancia que el eslogan de gobierno de Enrique Peñalosa es abiertamente discriminatorio y excluye a la población femenina de la capital colombiana, exigiendo que se incluya el «todas» a la frase «Bogotá mejor para todos». Esto fue resultado de una acción de cumplimiento, sí una acción de cumplimiento no una tutela o un recurso de otro tipo, presentado por el Representante a la Cámara por Bogotá perteneciente al Polo Democrático Alternativo, Alirio Uribe.
Esta decisión levantó una ola de comentarios, la mayoría negativos, mostrando que nuestra sociedad es abiertamente sexista, leguleya, llena de machistas reprimidos y que consideran el lenguaje como los techos de cristal inamovibles. Las mujeres y las organizaciones que defienden la inclusión fueron muy resistentes y atajaron los ataques con gallardía y valentía.
Este hecho se suma a una serie de ataques frontales a la libertad de expresión y de sexismo, como fue el despido de Catalina Ruíz Navarro del El Heraldo, porque Marco Schwartz consideró que su columna violentaba el buen nombre del diario y un partido político nacional. Señores, los feminicidios son la máxima expresión de la misoginia estructural que tiene nuestro sistema.
El caso de Gabriela no era un caso aislado, era una de las tantas víctimas de un hombre que se creía dueño de la verdad máxima. Entre 8 y 10 casos de mujeres entre los 14 y 19 años están siendo investigadas como parte del prontuario de la «Bestia de Malambo». ¿Cómo es posible que la Fiscalía no fuera capaz de hacer nexos causales entre crímenes y asaltos sexuales que tenían las mismas características estaban ubicadas en zonas particulares y mostraban móviles parecidos?
Un ex policia con anotaciones sobre abuso sexual, violencia intrafamiliar y lesiones personales. Eliuth, representa una combinación peligrosa de asesino serial, violador y abusador en serie. Usaba el internet para lograr contactar a sus víctimas y hacerlas caer en sus redes. Gabriela fue contactada con la esperanza de conseguir un trabajo para solventar sus estudios del SENA y lograr salir adelante, no fue así. Fue violada desde las 8:00 a.m. hasta las 2:00 p.m. en un cambuche ubicado en el matadero de Malambo.
La violación fue tan brutal que la dejó inconsciente, toda destrozada y sin energías. El hombre sin ningún remordimiento, simplemente la mató y la descabezó. La desmembró, tiró su cuerpo a una de las tantas lagunas de oxidación en un municipio donde la violencia está al orden del día y donde los derechos de las mujeres son una leyenda.
El área metropolitana de Barranquilla es un lugar de espanto para ser mujer, para ser niña, para ser LGBT+, para ser diferente. No soporto más los llantos de las miles de mujeres que piden auxilio del patriarcado opresor, de la violencia normalizada, de la violencia simbólica, de la violencia económica y otros tipos de violencias; es alarmante y retumban en mi cabeza.
Estoy triste, desesperado y lleno de tristeza, mi alma está volando por un camino lleno de espinas, traiciones y desesperanza. La única salida que tenemos es seguir trabajando día a día para que casos como el de Gabriela no vuelvan a pasar, educando a nuestra comunidad en exigencia de sus derechos, en equidad de género y democracia.
No es posible que el único mérito de la única concejal de nuestro distrito de Barranquilla sea ser la esposa de un poderoso de la ciudad y estar impecable en cada sesión. Necesitamos gente como Emma Doris López, Rosario Montoya, Viridiana Molinares, Dayana De la Rosa y otras mujeres ejemplares que son capaces de defender los derechos de tantas mujeres, de tantas niñas y jóvenes que son abusadas y violentadas.
La población LGBT del Atlántico somos unos aliados estratégicos y reconocemos el papel del movimiento feminista como nuestra madre histórica, además que gran parte de la violencia se desprende de nuestra identificación con la población femenina. Desde la mesa LGBTI de Barranquilla y el Atlántico, todas sus organizaciones convocantes, desde todos los grupos universitarios y demás colectivos, estamos convencidos que la paz sin justicia social ni equidad de género no es posible de alcanzar.
Exigir a la oficina de mujer y equidad de género que cumpla su papel es innecesario, ellos deben ser los primeros involucrados. Señora Helda Marino, es su momento de demostrar que en Barranquilla hay una acción institucional que reacciona ante las problemáticas de las mujeres. Señores de la Secretaría de mujer y equidad de género de la Gobernación del Atlántico, ¿La política pública es la respuesta a acciones como estas? Señora Sandra Vásquez necesitamos acciones urgentes. Defensoría del pueblo, Fiscalía delegada para asuntos de género, Asamblea departamental, Congreso de la República y la Comisión Legal de género debe ser capaz de legislar medidas eficaces que respondan a las necesidades.
Una invitación afectuosa a Ángela María Robledo, que en su calidad de Representante a la Cámara ha sido una abanderada de estos temas, a seguir trabajando, apoyar el trabajo y fortalecer los procesos. A los medios de comunicación a brindarnos los espacios y seguir cubriendo con responsabilidad y perspectiva de género estas situaciones. Al Gobierno nacional que son necesarias acciones que respondan a la gravedad de las situaciones. A la rama judicial y al Ministerio Público que actúen y ayuden a esclarecer y castigar las actuaciones de un sujeto como este.
Este lunes estaremos a las 9:00 a.m. fuera de la Fiscalía General de la Nación en el centro de la ciudad para exigir que se cumplan con celeridad los procedimientos jurídicos necesarios. Estaremos con pitos, con ropa interior, con nuestras arengas, nuestras banderas y las fotos de gabi sonriendo exigiendo por garantías para que las mujeres, niñas, adolescentes y jóvenes puedan vivir tranquilas en una ciudad como esta.
#NosfaltaGabi #NiunaMas #Niunamas #TodosSomosGabi
Será que a los promotores del NO , los grupos religiosos amantes de la ultraderecha, la » equidad de génerpo» les parece pecado y que fomenta la inmoralidad?
Verdaderamfnte Colombia tocó fondo en cuanto a feminicidios se refiere y hace falta una verdadera campaña para acabar con este flagelo.