Parece ser que salir a criticar cuanta cosa aparezca, está de moda. Criticar se ha vuelto el mejor aliado de quienes que, con ánimo de llamar la atención o de parecer intelectuales, buscan figurar a como de lugar. Sus críticas son hilarantes frente a cosas tan “circenses” como un reinado de belleza, un reality show, una serie de televisión (o la televisión en sí misma), y miles de etcéteras. Parece que les pagaran por criticar.
Sus despliegues conceptuales nos remiten a la época del iluminismo, nos trazan el camino para que dejemos de ser siervos del sistema; son seres de luz. ¿Cómo no va a ser un ser de luz aquel que tilda de “estúpido” un reinado de belleza, un reality show, un campeonato de fútbol…?
Personalmente me he caracterizado por ser una persona crítica –frente a cosas banales o no- pero crítica. He sido un amargado para muchas cosas y no soporto que los términos y conceptos no se usen con precisión; pero nunca le he negado a la gente el derecho de reír, disfrutar, entretenerse, dispersarse, siempre y cuando puedan funcionar en otras instancias de la vida. Nunca he pretendido que un reality mejore la situación política de mi país, ni tampoco me he desesperado al descubrir que una reina no cambiará la situación económica del mismo. Lo que tampoco he podido hacer, es entender por qué muchas personas juzgan esas realidades pretendiendo otras. ¿Acaso para eso no existe una estructura social que establece la existencia de unas figuras políticas y económicas ajenas a un reinado, un reality, un campeonato de fútbol?
Son, en realidad, muchas cosas las que no entiendo. Usted, pseudointelectual, siéntase orgulloso de no pertenecer a la masa que sigue ese tipo de certámenes, ¿para qué le da importancia a algo que para usted no es importante? ¡Cambie usted la situación tan precaria en la que estamos! Sin embargo, es tan vacía esa masa como usted, sentado en ese escritorio pretendiendo que todos los demás consideren su opinión y cambien al instante. Saque del closet su intelectualidad, muéstrele al mundo cómo escapar de ese pan y circo, pero por favor, erradique el quedarse en las simples palabras, a menos que –y no sería de extrañar- usted reprima su gusto por éstas cosas para parecer interesante públicamente. Un “placer culposo” dirán algunos, ocultado por su pseudointelectualitis aguda.
De ninguna manera defenderé los contenidos de la televisión colombiana, ni los certámenes en que se perpetúan estereotipos de belleza, ni lo irrelevante que pueda resultar el mundo de la farándula frente a los verdaderos problemas actuales; defiendo la libertad de las personas al momento de elegir qué les da la gana de ver y de disfrutar. A mí, afortunadamente, escuchar música comercial, sonreír por el triunfo de la señorita Colombia, haber visto un reality show o el mundial de fútbol, no me hizo más o menos profesional que usted, ni me impidió leer libros, reflexionar con textos y construir mi propio discurso. La diferencia es que, probablemente, usted estuvo tan pendiente de la “ignorancia” de los demás que terminó por engrandecer la propia.
«He sido un amargado para muchas cosas y no soporto que los términos y conceptos no se usen con precisión…»
Este tambien sufre de pseudointelectualitis aguda. ñ_ñ
Mejores palabras no hubiera podido encontrar para definir ese tipo de personas que en su «sabiduría máxima» y su posibilidad de estar por encima de bien y del mal, creen que alguien que disfrute de un reinado, campeonato de fútbol o una fiesta no puede ser académico, profesional o tener discurso propio. De igual forma, creo que se volvió tan frecuente esta situación que Carlos describe que esa pseudointelectualitis paso de ser aguda a crónica.
Señor Mejía, Usted dice y se contradice.
El columnista piensa que no es un pseudointelectual cuando cae en lo mismo que critica pues nos CRITICA a nosotros los pseudointelectuales. ¿Para que le da tanta importancia entonces a los «pseudointelectuales» como para escribir y editar una columna como esta en vez de hablar de otros temas más importantes? ¡déjenos criticar en paz! A usted en qué le afecta, ni que estuviésemos yendo a la casa de todo el mundo a apagarles los televisores y voltearles la cara cuando van a salir las reinas. Si se nos da la gana de gastar dos minutos de vida criticando el Pan y circo del fútbol o el embrutecimiento lícito televisivo pues es nuestro problema. A usted que le importa! libertad de expresión, se llama!
La crítica a quienes critican hace parte de la «pseudintelectualitis», así como el comentario «de ninguna manera defenderé los contenidos de la televisión colombiana»
Quienes critican cuanta cosa se les aparece son igual de felices haciéndolo que quienes ven el reinado y la televisión comercial, así que también merecen tolerancia y respeto… Si defiendes «la libertad de las personas al momento de elegir qué les da la gana de ver y de disfrutar», también puedes defender la libertad de aquello que deciden criticar o sobre lo cual manifiestan su postura.
La sugerencia «erradique el quedarse en las simples palabras» menosprecia el poder de las mismas. ¡¡Escribir genera muchas consecuencias!!