Este año será muy difícil; agravado por los impactos de la nefasta reforma tributaria, el 2017 demandará que hagamos cambios trascendentales reinventándonos para sobrevivir a la dura crisis… que bien podemos convertirla en una magnífica oportunidad para crecer y ser mejores.
Necesitaremos de mucha suerte, no buscándola en esos mercaderes de la fe; no existe mala ni buena suerte, se tiene o no, y tenerla depende solo de cada quien, de que seamos solidarios.
No estoy sermoneando sobre superación personal ni disertando sobre motivación, cuando más aspiro incitar a unirnos para hacer milagros; los verdaderos milagros se hacen con intervención humana.
En este 2017 cambiamos o cambiamos; para mal el camino no tiene salida y ya tocamos fondo, peor no estaríamos; la salida está en encaminarnos, unidos, hacía el logro de la vida que nos merecemos y reconstruyendo a este país maravilloso.
Más que pensar en austeridad deberemos enfocarnos en la colaboración, ¿cómo? Asumiendo que los desarrollos y logros personales se alcanzan a través de los demás. Soy junto a otros, porque solo no somos nadie ni nada.
Todos compartimos valores y deseos: apreciamos a la familia, amamos a nuestros amigos, queremos hacer lo máximo con nuestras vidas para marcar diferencias, y procuramos sentirnos seguros. Pero a pesar de que tenemos tantas similitudes y compartimos los mismos genes, tendemos a centrarnos en nuestras diferencias. Bien podemos, si queremos, lograr vivir reconociéndonos como iguales, sobran razones para tratarnos con respeto y colaborarnos.
Siendo Solidarios empezaremos a echar abajo uno de los males que más nos agobian: la Intolerancia, casi siempre alimentada por la envidia; unidos devendremos en paradigmas a imitar y no en rivales a enfrentar.
Otro de los flagelos que más sufrimos, y que ya hizo metástasis, es la corrupción, que cada año nos cuesta unos $9.45 billones –según investigaciones hechas por la Sociedad Colombiana de Economistas, la Comisión Nacional Ciudadana para la Lucha Contra la Corrupción y el Consejo Privado de Competitividad- y ese dinero que nos roban es más del que quieren quitarnos con los impuestos de la nueva reforma tributaria, engendro fiscal-financiero concebido por el gobierno y aprobado por los congresistas, cómplices de la corrupción al propiciarla y/o alcahuetear a quienes se lucran, ilícitamente, aprovechándose de la contratación directa estatal (que ya es del 70%), por donde se pierden esos cerca de 10 billones.
En los últimos 20 años la corrupción le ha costado al país el 4% del Producto Interno Bruto, 189 billones, con los que se hubieran podido construir 3 veces las autopistas de 4ta generación, 140 proyectos viales representados en 15.000 km de carreteras de alta calidad, o 4.5 millones de viviendas. Cómo roban esos políticos y funcionarios corruptos, obteniendo hasta el 20% del valor de los contratos al facilitar las adjudicaciones (resultado de las investigaciones hechas por Transparencia Colombia y la Universidad Externado).
Nuestra indiferencia se ha convertido en la mayor aliada de ellos; cuando se piensa que “en este país a los corruptos no les pasa nada”, no se deja de tener razón, esa manera de actuar y convivir la hemos permitido nosotros. Pienso igual al analista solidario Pacho Díaz: estamos en el momento preciso, ha llegado la hora de que los ciudadanos se unan para responsabilizar a los dirigentes de sus actos y pedir rendición de cuentas, es el momento para enfrentarnos a la avasalladora reforma tributaria; el primer paso es entender que con la corrupción perdemos todos y que el silencio de cada uno de nosotros nos hace cómplices de este mal que se ha apoderado del país.
Tenemos las redes sociales para denunciar sin censuras y así presionar a los medios de comunicación para que se pronuncien, disponemos de las posibilidades para revocar a alcaldes y hasta a congresistas… a propósito, este es un año preelectoral y bien podemos dejar de lado a esos tantos que se dejaron corromper por la mermelada que les untó el gobierno para que aprobaran la nefasta reforma.
Ojalá que la gente reaccione y dejemos de abstenernos de votar, ir para anular boletas, o votar en blanco; así beneficiamos a los corruptos al facilitar que salgan elegidos los mismos o sus compinches que harán más de lo mismo, a favor de ellos y no de nosotros.
Mientras los políticos sigan prometiendo lo que no cumplirán, y los electores avalando sus mentiras repetidas, iremos de mal en peor.
Solidaricémonos votando por candidatos con propuestas creíbles y viables, no sigamos votando por los que enarbolan frases y slogan politiqueros.
Seamos solidarios con ideas verídicas, de interés común, necesidades verificables. Unámonos, solidariamente, a líderes que generen procesos, proyectos, para todos y por el bien de todos.
Siendo solidarios seremos mejores, viviendo como merecemos, otro país y un mundo mejor sí es posible.
“He preferido hablar de lo imposible, porque de lo posible se sabe demasiado”, Silvio Rodríguez.