En alguna ocasión una gran filósofa francesa, Simone de Beauvoir, comentaba que “…el mundo debería repensarse desde lo femenino” haciendo referencia casi que obviamente a una cuestión de sexo más que de género. “Repensarse” porque el mundo había sido construido desde una visión lateral de la especie, desde el lado del macho. “Repensar” el mundo desde lo femenino significaba empezar a concebir una existencia que parta de las cualidades biológicas y comportamentales de la mujer, formular como nunca antes conceptos desde un foco femenino para una sociedad en general. Esto en esencia considero es el verdadero feminismo.
Tal vez no soy el menos indicado para hablar de este tema por ser hombre y pues un hombre hablando de feminismo son cosas casi que incompatibles, sin embargo el feminismo es un tema de interés y que considero ha sido desdibujado en los últimos años gracias a la creciente malinterpretación.
Para hablar de feminismo primero hay que definirlo y ser feminista consiste en “reivindicar la posición social de la mujer, rebajada durante siglos a la sombra del hombre”. Hasta aquí es suficiente para continuar.
El alegato más reciente que se escucha desde los movimientos feministas es la degradación que ha sufrido la mujer durante mucho tiempo por parte del hombre, ser superior a ellas. Primero, no ha habido una degradación constante sino más bien ha existido una naturaleza de la mujer junto a una autovictimización generalizada.
En estados de evolución más primitivos, cuando el hombre no era un ser industrializado que pagaba por obtener comida y que trabajaba por dinero, había unas condiciones naturales de existencia, y como la doctrina religiosa en su infinita sabiduría se saltaron explicar esta parte yo lo haré: la hembra al dar a luz y aún al quedar en cinta estaba de cierta manera imposibilitada para procurarse alimento así como protección tanto para sí como para su cría, era necesaria la figura de los dos padres para ayudar a la supervivencia de la cría por nacer, es algo natural, es un principio biológico.
Dado que la hembra del homo sapiens no es tan fuerte o no tiene dimensiones físicas que aseguren su existencia y la de su cría, como la hembra elefante por ejemplo, es pues necesaria tanto por eficacia biológica como por supervivencia natural la ayuda del macho. La cría al nacer se encuentra ligada a su madre igualmente por condiciones biológicas al ser ella la que le procure alimento a través de la lactancia y como la mujer no podía ir por el mundo buscando comida, peleando con fieras, con una cría recién nacida en brazos, lo natural era que se quedara en un lugar seguro mientras el macho procuraba alimento mediante la caza o agricultura mucho más tarde.
Esta ha sido la naturaleza de la mujer, de la que ahora muchas reniegan, porque el tener un hijo es una exigencia que cae a sus espaldas y esto las imposibilita de seguir con el curso normal de sus vidas. Los nuevos feminismos casi que promueven la no tenencia de hijos porque esta acción degrada aún más la posición de la mujer en el ámbito social, agradecidos hay que estar de que no todas ven el mundo desde esta perspectiva porque de lo contrario quedaríamos sin especie, evidente extinción.
La autovictimización ha consistido en asumir un rol, no impuesto, pero sí podríamos decir que delegado. Rol que consiste pues en las actividades desempeñadas por la mujer, en mayor medida hace unos siglos y aún en la actualidad, que consisten en actividades del hogar junto con posiciones sin ejercicio de poder. Ésto no ha sido culpa del hombre, pues el despertar de la hembra debía ser desde su propia cuenta.
Es así cómo lo logró sentar la base de lo que el feminismo llama “capacidades y derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres”.
Ahora bien, si observamos a nuestro alrededor podemos evidenciar que si ha existido una desigualdad entre los sexos, pues el mundo ha sido creado desde un enfoque “de lo macho”. Las principales influencias filosóficas que ayudaron a levantar ideologías en occidente fueron hombres: Platón, Aristóteles, Sócrates. Más tarde las grandes influencias económicas también fueron hombres: Adam Smith, David Ricardo, John Stuart Mill entre otros. Y en el terreno religioso la figura todopoderosa y omnipresente es, como rareza, masculina o con rasgos de macho: Alá, Jesucristo, Dios.
No obstante todo esto, el feminismo se ha desdibujado en los últimos años y su lucha se ha visto sombreada, hoy encontramos un pseudofeminismo que consiste en ofenderse porque se vende un jabón íntimo para la zona genital de la hembra (en la época de la mercancía) o en indignarse cuando se saca a la luz el hecho de no estar casada. Esto no es feminismo.
El feminismo encontrará realizada su finalidad de reivindicación cuando la hembra produzca una visión propia del mundo, desde su sexo, desde lo vaginal, desde lo lactante, y la imponga socialmente, la haga saber, y la haga valer.
La supuesta degradación de la mujer es un tema hoy que se debe tratar con cuidado, porque se puede caer en el vacío documental, hoy, en la actualidad, la violencia de sexos no se basa en condiciones de desigualdad pues la especie tiene ejemplares desgraciados de ambos lados. Hoy la violencia de sexos se aborda desde una posición de poder, pues basta ver a mujeres en ejercicio de poder para darnos cuenta de cómo, paradójicamente, ellas utilizan a la figura masculina como algo de su propiedad, que amoldan a su estilo y que utilizan para satisfacción de necesidades propias (hablo en especial de figuras del mundo del espectáculo y la música). Y aún no basta con empoderarse, pues remodelar el mundo desde el enfoque de la mujer no esta tarea sencilla…