Todos los votos que se depositen en las urnas, a consciencia y libremente, son votos respetables. Los que sean por Duque, por Petro o en blanco. Esa es la democracia y debemos aceptarla gústenos o no.
A los uribistas es imposible convencerlos de que cambien de parecer, también a los pretristas, esos votos ya están definidos, pero a quienes tienen dudas y a quienes defendieron y siguen defendiendo el proceso de paz, hay que decirles que la mejor opción es el candidato de la Colombia Humana. Así, franca y abiertamente. El voto en blanco, como ya muchos lo han señalado, no es más que un apoyo a Duque dada la ventaja que le sacó a Petro en la primera vuelta. No hay que pensar mucho para saberlo.
La abstención en la segunda vuelta es asumir una actitud de indiferencia ante la coyuntura política y la situación que vive el país. Ojalá se lograra reducir aún más, pues es grato que se haya registrado solo una del 46% en las pasadas votaciones, lo cual deja de manifiesto que a mucha más gente el país le importa.
Dolorosa y, en honor a la verdad, un poco desobligante con la paz, ha sido la decisión de Sergio Fajardo y de Humberto de la Calle al optar por el ‘ni-ni’ pues uno sí hubiera pensado que al haber apoyado la paz, el primero, y al haberla construido y concretado los acuerdos con las Farc, el segundo, no dudarían en respaldar al candidato que hoy la representa, la defiende y ha dicho que implementará dichos pactos. Respetable, pero no coherente.
Han dejado, con su determinación, a muchas personas con serias dudas, y no solo eso, han ayudado a infundirle miedo a Petro, ese miedo injustificado que la extrema derecha se ha encargado de propagar para montar a su candidato en la presidencia de la República. Un miedo sin razón, un miedo sin sentido. A muchas personas el discurso de la derecha los convence, sea cierto o no. En el plebiscito quedó demostrado que con mentiras ese discurso gana, pero es hora de que le demos el real valor a la verdad.
A muchos también les asusta lo nuevo, lo que rompe los esquemas, lo que nunca han tenido. Quizás por eso ven a Petro como una amenaza, cuando el verdadero riesgo está en volver a tener a Uribe cuatro años más en el poder, porque aunque sus seguidores lo vean como a un dios, los innumerables desaciertos que tuvieron sus administraciones demuestran que ni fue el mejor presidente que ha tenido Colombia ni mucho menos el ‘gran colombiano’ que trataron y tratan de vender.
Esos desaciertos han sido mostrados infinidad de veces en diferentes escenarios y no tiene caso ahora repetirlos, porque aparte de las equivocaciones que cualquier gobernante puede tener, ni más faltaba, algunos de ellos son inmensamente dolorosos y agobiantes. Duque es su elegido y como lo dijo Ariel Ávila, una de dos, o será un traidor o será un títere. Y la verdad, una “traición” como la de Santos no creo que se vuelva a repetir, porque fue una gran “traición”, una “traición” que salvó vidas, una “traición” que dejó a un país sin Farc como grupo guerrillero, una “traición” que demostró que no era ningún pelele. ¿Estará dispuesto Duque, y será capaz de aguantar todos los despiadados y rastreros ataques que recibió Santos? No lo creo.
Ante esta coyuntura y, ante esa real amenaza que es el regreso al trono de un emperador, de un mesías, lo que toca es dejar el miedo, porque no hay por qué tenerlo, y votar por Petro. Lo de la expropiación es cuento, lo del comunismo y el socialismo es embuste, lo del ‘castrochavismo’, que nunca se supo al fin qué era, es una falacia. Su modelo económico ha sido respaldado por eminentes y afamados economistas como Thomas Piketty o Salomón Kalmanovitz, e incluso, en un reciente debate en Fedesarrollo, el candidato fue aclamado por el público.
Las mentiras para meter miedo han llegado hasta el punto de que en entidades oficiales se rumora en los pasillos, según me contó un funcionario, que si los empleados votan por Petro los van a echar y que se van a acabar los cargos temporales. Todo ese miedo, claro, es producto de la desinformación, que termina llevando a la gente a votar impulsada por chismes y no por realidades.
Los logros de Gustavo Petro en la administración de Bogotá nadie se los reconoce, como los de Santos en Colombia, pero lo que hubo en la capital fue un profundo interés social, un interés por la gente, por los que menos tienen y por los que siempre son olvidados. Petro no desconoce los muros, pero prioriza al ser humano. Ojalá, si llega al Palacio de Nariño, piense en el Chocó, en La Guajira y en todos aquellos que nunca cuentan y que no valen para los políticos tradicionales que, como Duque, se van a la selva a donde los indígenas, después de que el Centro Democrático, su partido, se burló de Santos cuando estuvo en los rituales de la Sierra Nevada. Eso sí es populismo y oportunismo político.
No hay que tenerle miedo a Petro porque el control político que se le hará, en caso de ser elegido presidente, será estricto, la oposición en manos de Uribe no le perdonará nada y la gente, que hoy se interesa más en la política, podrá ejercer vigilancia, cosa difícil en el caso contrario, pues eso de unificar las cortes y amenazar con cerrar los noticieros es una muestra clara del desprecio que tiene la extrema derecha por la oposición. Y eso de perseguir a los opositores ya lo vivió el país, ya se sabe cómo es, ya se conoce cuáles son sus resultados.
Dos recientes tuits del abogado Álvaro Forero Navas (@DePacotilla) explican todo en forma clara. En el primero, que me remitió, dijo: “No descarto que termine votando por @petrogustavo… Lo estoy pensando… @mambre61 @MauricioGalin11 ¡Caray! ¡El sentido pragmático de la política! La clave es que quizás sea preferible hacerle oposición a él que a @IvanDuque… Digo…”, y luego, con su gran sentido liberal, escribió: “Colombia necesita que @petrogustavo le gane el 17 de junio a @IvanDuque, porque la convivencia, la Constitución y la paz están amenazadas, porque el uribismo intentará de nuevo la reelección, porque los partidos del narcotráfico y la violencia paramilitar quieren regresar”.
Eso sí produce miedo. Y miedo produce Ordóñez, miedo producen los fanatismos religiosos, espanto generan los copartidarios de Duque en el Congreso que, como se ha visto, se han dedicado a insultar, a gritar, a vociferar, a minimizar y a estigmatizar a las minorías. Duque no es el problema, dicen, pero en estos días una amiga me hizo caer en la cuenta y me dijo que también, que claro que también es un lío porque no produce confianza que haya aceptado semejantes compañías. Tiene razón. Quizás si se hubiera resistido a tenerlas generaría más tranquilidad.
El candidato uribista representa a la extrema derecha más radical, a los partidos tradicionales, a los de siempre, a los ricos de Colombia, a los ganaderos, a los grandes empresarios, a los medios que temen, sin soporte concreto, que se les vaya a censurar. Y no crean lo de la lucha de clases, la lucha de Petro es por la equidad.
Petro, hoy por hoy, es la esperanza, es el camino a una nueva Colombia, más justa, más incluyente, más tolerante. A Petro lo rodean intelectuales, juristas destacados, economistas, actores que tienen profunda sensibilidad social, periodistas renombrados y, claro, Ángela María Robledo, una extraordinaria mujer que ha luchado por los Derechos Humanos, por la paz, por la reconciliación y por la equidad. Con ella se puede uno sentir seguro.
Dejen las prevenciones y, sin miedo, salgan a votar el 17 de junio por Gustavo Petro. El país no puede ni debe volver al pasado. Doctor Petro, confiamos en usted, no nos defraude, demuéstrele a Colombia que no había por qué sentir miedo y que no estábamos equivocados al apoyarlo. Espero verlo de presidente.
Adenda. Si el fiscal Néstor Humberto Martínez tiene pruebas concretas de la corrupción y de lo nauseabundo, según él, de las irregularidades en las campañas políticas, no puede esperar a que pase la segunda vuelta. El país debe conocer de manera inmediata todas sus denuncias y la Fiscalía, proceder con las investigaciones. Creo que eso es lo correcto.
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Imagen tomada de RCN Radio
Votar en Blanco es lavarse las manos de la Realidad que esta llorando Colombia !!
Son respetables los votos del que gane. Lo difícil es que sea una contienda leal y justa. Ya vimos fraude que hasta lo reconocieron los de la OEA que vinieron a la 1a vuelta. Todos sabemos las trampas de uribe y sus secuaces JJ Rendón, y vimos los formularios arreglados para duque. Ahí es donde dudamos del registrador ,del fiscal y de toda la caterva de corruptos que los acompañan.