Todo empezó el domingo 2 de octubre en las postrimerías de la jornada electoral más importante que hasta hoy se haya realizado en nuestro país después de aquella que a mitad del siglo pasado y por la misma vía del plebiscito permitiera el voto de la mujer y abriera las posibilidades para que pudieran ocupar cargos públicos gozando del derecho a elegir y ser elegidas (guardadas las reservas, pues aun estamos lejos de brindarles garantías plenas de participación quizá por nuestro retrógrado arraigo patriarcal).
Ese mismo domingo, mientras en la fría capital el presidente Santos releía el que sería el histórico discurso que daría a los colombianos luego de conocerse la esperada victoria del Sí en las urnas; a cientos de kilómetros, en una de las más renombradas haciendas de las montañas antioqueñas se respiraba un ambiente tenso y turbulento. Dicen los trabajadores del “Ubérrimo” que desde muy temprano iban y venían vehículos y al caer la tarde no cabía una sola camioneta en los parqueaderos, una decena de periodistas de todos los medios, con RCN a la cabeza como era de esperarse, y junto a ellos la dirigencia plena del Centro Democrático acompañaba a su mesías.
Todos opinaban para dar los últimos retoques a otro discurso, éste se trataba del memorial de agravios, denuncias y uno que otro caso “probable” del fraude que durante aquella jornada habría cometido el gobierno para ganar la elección. Pero, cuando en las pantallas de televisión se emitía el boletín número 35 de la registraduría con el 37% de las mesas informadas marcando una tendencia irreversible en la que el No se empezaba a imponer como ganador con una diferencia de casi cincuenta mil votos la cosa cambió, en el Ubérrimo empezaron a festejar, y tenían razón, el ex presidente Uribe obtendría una nueva victoria, algo que ni él esperaba.
Entonces empezó el “corre corre”, y con la certeza de su hazaña comenzaron a tratar de cambiar la película que a esas alturas tenían montada. No había discurso de ganadores y mucho menos propuestas para renegociar el acuerdo al que tanto se opusieron. No hubo de otra, tuvieron que resguardarse de la algarabía y comenzar a esbozar unas líneas mal redactadas y con frases resonantes de llamados a la reconciliación que terminaron sorprendiendo al otro medio país que votó Sí.
En efecto, a partir de ese momento el senador Uribe se quedaba sin discurso y sin ese discurso comenzarían a destaparse de forma clara sus mentiras, medias verdades y falsedades en contra de la paz, esa misma paz que saboteó con su campaña sucia en contra del plebiscito.
Entonces y ahora sabiéndose ganador le habló a ese medio país enardecido sobre una “renegociación”, pero, ¿Qué renegociación buscarían los del Centro Democrático si no habían escrito antes un solo punto a renegociar? ¿Cómo iban a plantear una mesa de renegociación si al ex presidente jamás se le ha pasado por la cabeza sentarse en persona con las FARC en ningún escenario diferente a la guerra? ¿Qué le dirían a los millones de colombianos que votaron convencidos o engañados por las mentiras orquestadas por su gerente de campaña Juan Carlos Vélez Uribe?
No había respuestas, por eso a medio país le tocó esperar hasta casi la medianoche para conocer las palabras del senador quien en su ya habitual “sí pero no” seguía diciendo todo y nada, con su escueto y poco argumentado discurso de llamado a la humildad y unión, ese llamado pacifista que solo se sostuvo unas horas pues de nuevo en la reunión con el presidente Santos dejó ver su afán por dilatar las nuevas negociaciones con las FARC poniendo en peligro el cese al fuego bilateral.
Y como si todo lo anterior fuera poco, a estas alturas el uribismo no ha presentado un solo texto donde planteen alternativas claras sobre esa renegociación (el miércoles dieron a conocer un documento, pero hay más dudas que certezas pues lo que plantean es una revisión capítulo a capítulo de los acuerdos de La Habana), y la razón es una sola, en su afán por perpetuarse en el poder el senador Álvaro Uribe, pretende juntar esta renegociación con las próximas elecciones presidenciales de 2018 y con ello seguir jugando políticamente con los sueños de paz de los colombianos a expensas de sus propios, mezquinos e individuales intereses.
Ahora, ¿Cómo pretende remediar el Centro Democrático las hondas heridas causadas en la opinión nacional luego de su campaña sucia revelada por el gerente Juan Carlos Vélez? ¿Qué le dirán a quienes votaron por el No para evitar una reforma tributaria que no se haría si esa opción ganaba? ¿Qué les dirán cuando estamos a semanas de que esa reforma se apruebe? ¿Qué le dirán a miles de estudiantes que están marchando en todo el país para que no se rompan los acuerdos? O, ¿Cómo seguirán rasgándose las vestiduras junto a sus votantes que apostaron por el No para que las FARC no tuvieran impunidad si es el mismo Uribe el que ahora pide amnistía? Y se pregunta uno ¿con qué le van a salir a miles de mujeres que pensando en la igualdad votaron No y ahora con palabras del ex procurador Ordoñez ven como éste piensa hacer una “purga” del enfoque de género en los acuerdos?
Les dejo para finalizar estas tres perlas que son el meollo del asunto, la verdadera razón del porqué Álvaro Uribe y el Centro Democrático se oponen férreamente a los acuerdos de paz y los tres puntos sobre los cuales quieren la renegociación y por los que no están dispuestos a ceder:
El primero es la justicia transicional con la cual están dispuestos a pedir amnistía para las FARC siempre y cuando a los militares involucrados en falsos positivos, políticos envueltos en crímenes del paramilitarismo y empresarios financiadores de la guerra con investigaciones y fallos pendientes actualmente con la justicia se les deje de investigar y sean juzgados de la misma manera, es decir de la forma más leve e impune posible.
La segunda perla es la participación de las FARC en política, ¿se imagina usted a un comandante de las FARC en el congreso haciendo un debate sobre los vínculos del ex presidente Uribe con el narcotráfico y el paramilitarismo? Obviamente, eso es algo que hay que evitar a toda costa pues lo único seguro es que los milicianos de la guerrilla en ese campo tienen más pruebas que cualquier fuente informativa en Colombia.
Y la tercera perla, de la que nunca hablan públicamente pero fue la base económica que financió la campaña del No es el punto del fondo de tierras, Uribe y su gente están en contra de que las tierras despojadas a campesinos desplazados sean devueltas, y como este es un país de terratenientes a través de los cuales se blindaron territorios sirviendo de corredores del narcotráfico y las bandas criminales a partir del cual controlaban regiones enteras apoderándose de la economía, las entidades territoriales y hasta pidiendo vacuna a las familias más humildes y desprotegidas, ese es el poder que no quieren ceder los personajes ocultos detrás de la campaña del No, y no están dispuestos a devolver tal fortín, por el que se valieron del dolor, la indignación y hasta la desinformación de los colombianos que los apoyaron.
Primero cae un mentiroso que un cojo, y vaya que se cae a pedazos rápidamente la fachada del senador Uribe y su séquito de seguidores.