El lunes 18 de julio fue lanzada la primera campaña de cultura ciudadana de la Alcaldía de Bogotá. Se hizo de la mano del siempre ponderado exalcalde de la ciudad Antanas Mockus. Con un gran despliegue en redes sociales y con el hashtag #DaleRitmoABogotá se quiere invitar a los ciudadanos a no congestionar y bloquear las intersecciones viales para no “quitarle ritmo a la ciudad”.
Peñalosa, su equipo y la prensa amiga de la administración distrital han llamado esto como el “regreso de la cultura ciudadana a Bogotá”. Parece como si Antanas se la hubiera llevado con él cuando terminó su segundo mandato. Parece que sus estrategias de persuasión no fueron tan eficientes. Parece que la ciudadanía bogotana necesita de papá Mockus para decirles qué hacer y qué no en materia de convivencia en el espacio público.
Rescato, desde luego, que durante las administraciones de Mockus hubo un gran avance y cambio en materia de cultura ciudadana. La gente empezó a tomar consciencia sobre actitudes elementales y de sentido común para transitar por las calles, andenes y avenidas de Bogotá. Pero, ¿entonces qué pasó después? ¿Por qué hoy Bogotá está sumida en la apatía total de las personas por el espacio público? ¿Por qué no usan los puentes peatonales? ¿Por qué se cuelan al Transmilenio y no saben hacer una fila para tomar el alimentador?
Las respuestas son múltiples y variadas, y casi todas tienen razón en parte. Muchos dicen que en los doce años que gobernó la izquierda en Bogotá no se siguió con el camino delimitado por Mockus, en materia de cultura ciudadana. Que se descuidó el espacio público y las normas básicas de convivencia. Y repito, en parte tienen razón. Sin embargo, no es tan cierto que se haya descuidado por completo el tema de cultura ciudadana en estos últimos doce años. El enfoque fue distinto al de Antanas. Otra cosa es que haya sido o no efectivo, o por lo menos, más persuasivo.
Olvidan, por ejemplo, toda la política social que logró disminuir la brecha entre ricos y pobres, como ninguna otra ciudad en el país y que le dio la oportunidad a miles de niños y niñas de acceder en condiciones decentes a las escuelas públicas, ¿eso no es cultura ciudadana? ¿Sólo lo es saber cruzar una cebra?
Las administraciones de izquierdas se concentraron en la educación y salud públicas. ¿Hubo errores? Claro, la administración de Samuel fue la cima de los errores y la corrupción, patrocinada, en buena parte, también por muchos que por hoy apoyan a Peñalosa: Cambio Radical, el Partido de la U y los uribistas. Pero bueno, eso es otro tema del cual ya mucha tinta ha corrido.
Me parece curioso entonces, que si tan efectivas fueron las medidas implementadas por Mockus, la gente no haya sido capaz de volverlas una verdadera “cultura”.
Eso que uno hace ya por inercia, que uno interioriza, que vuelve costumbre y tradición. Claro, los procesos de cambios y transformaciones culturales toman años. Sin embargo, no estamos hablando acá de algo que se escape al sentido común, de algo que se olvide tan fácilmente, sobre todo si ha sido tan ponderado y aplaudido como la “cultura ciudadana de Mockus”. Parece que en su proceso de extrañar al exalcalde la gente olvidó sus lecciones. Pasó de la noche a la mañana.
¿Es tan difícil cruzar la calle por el puente peatonal o la cebra? ¿Es tan difícil saber que sólo puedo avanzar si el semáforo está en verde? ¿Es tan difícil saber que no puedo colarme a Transmilenio, así la tarifa sea impagable para muchos? No, no es difícil de entender eso. Lo que sucede es que el bogotano, como el colombiano en general, sólo interioriza las normas de convivencia si se ve amenazado por el Estado. Es decir, funciona muy bien eso del garrote y la zanahoria. O más bien, sólo funciona con el garrote y la zanahoria. Sino miren cómo ya no hay tantos conductores ebrios desde que se endurecieron las multas y las sanciones. Como dice una amiga mía “somos hijos del castigo”.
El problema no es si está Mockus o no. Qué horror tener un caudillo más, incluso para que me diga por dónde cruzar la calle. El problema real es que los bogotanos, en su mayoría, no se hacen corresponsables de la convivencia ciudadana. La cultura ciudadana depende también de las personas de a pie, no sólo de si hay un Estado, Distrito en este caso, que diseñe políticas públicas en ese sentido. Pregunte a la gente que va por la calle si saben o no que está mal colarse a Transmilenio o pasarse un semáforo en rojo. Obvio que la mayoría lo sabe, sólo que son expertos en buscar excusas. El colombiano tiene como deporte olímpico hacer eso. Y desde luego siempre salen unas muy buenas, y la más usada: tengo afán.
Si seguimos dependiendo del Estado para que me diga qué hacer y qué no cuando ando por la calle de nada valdrán mil y una campañas lideradas por Mockus. Es más, ya superemos a Mockus y hagámonos mayores de edad. Usen el sentido común, de lo contrario habrá que hacer de Antanas el líder eterno de la cultura ciudadana, que por demás tampoco es que haya descubierto otra galaxia.
Bogotanas y bogotanos, hagámonos responsables de nuestro espacio público. La ciudad del afuera también es nuestra casa.
Adenda: como feo eso de que Mockus haya apoyado públicamente a Peñalosa en campaña y después la Alcaldía le haya dado el contrato de la cultura ciudadana en Bogotá. ¿O lo está haciendo gratis? No sé, se los dejo a su criterio y que nos muestren el contrato.
Publicada el: 19 Jul de 2016
Pues el tema en sí mismo no es si Mockus nos dice que hacer o que no si no que las políticas de educación en genral solo comienzan a volverse hábito con el tiempo, es decir 4 años no es suficiente. al menos deben pasar de 15 a 20 años para que algo se asiente como parte del uso urbano y eso no pasa en Bogotá cada vez que llega un alcalde nuevo cambia la política
Uy este tipo dio en el clavo, ya no necesitamos a Mockus, con leer este articulo ya cambiamos nuestra forma de pensar, y nos salio gratis.
La labor tiene que ser permanente, no necesariamente con Mockus, pero permanente.
Y qué bueno sería que dentro de esa política de cultura ciudadana permanente se enseñara que no hay necesidad de decir «bogotanos y bogotanas», basta con decir «bogotanos»