Al parecer en Colombia se puede ser corrupto y aún así ser presidente de la república. Y sí, finalmente por la Casa de nariño han pasado Samper, Uribe y Santos, todos involucrados en demostrados actos de corrupción como el proceso 8000, Agro Ingreso Seguro, Reficar y Odebrecht. Así que nada de raro tiene que Alejandro Ordóñez, destituido como procurador por corrupto, ahora quiera ocupar tan anhelado cargo.
Ordóñez, que oficializó su candidatura acompañado de unas 100 personas/seguidores/creyentes/incautos/malinformados, dijo que iba a basar su campaña y por ende su presidencia en su familia, mi familia y nuestras familias; nada lejos del discurso que viene promoviendo y que ya todos conocemos de que de un momento a otro Colombia se convirtió en tierra de pecadores/castrochavistas/homosexuales.
Lo preocupante es que tanto las firmas para aspirar como los votos los viene incubando hace rato de cuenta de los pastores cristianos que le hacen muy bien la tarea en los cultos y de algunos políticos como Uribe, con el que ha compartido escenario y la diputada del Santander Ángela Hernández, para quien los homosexuales son indecentes zoofilicos, que le organizó un homenaje ya que en Antioquia lo dejaron con los crespos hechos, por lo menos en la Asamblea.
Pero Ordóñez ha dado muchas pistas sobre cómo sería su presidencia, de seguro ayudaría encantado a hacer trizas el Acuerdo homosexualizador de La Habana, y rompería el diálogo con el ELN, porque para él no es posible que las Farc entren en la política donde sólo es válido el amigo paramilitar.
Igualmente, sacaría a Colombia de cualquier acuerdo sobre el cambio climático, para seguirle los pasos a Trump, con quien dice estar de acuerdo en muchas cosas, me imagino que eso incluye quitarle los derechos reproductivos a las mujeres ya que él es enemigo acérrimo del derecho al aborto al igual que el primer mandatario gringo.
Y como si fuera poco, Ordóñez ha dicho que de llegar a ganar convocaría una Asamblea Nacional Constituyente, sus intenciones tendrá para quitarle de una vez por todas esa partecita de que Colombia es un Estado Laico que permite la libertad de culto y que tanto le molesta, porque en estas tierras el único que tiene la potestad de mandar es él -Porque ni Dios estaría de acuerdo con semejantes barbaridades-.
Además, con la modificación de la Constitución, Ordóñez quiere de una vez por todas cortarle las alas a la Corte, porque ésta se ha desviado de su camino y ha aprobado cuanta disparates les han permitido como el matrimonio y la adopción igualitaria, desvirtuando el concepto correcto de la típica familia colombiana de mamá adolescente, padre maltratador e hijos con problemas emocionales. Para Ordóñez seguramente eso se soluciona con algún articulito que nos obligue a ir a la iglesia y a entregarle el 10% de nuestro sueldo a los pobres pastores que no tienen cómo vivir.
Si Ordóñez es presidente hasta los periodistas tendríamos que cambiar de profesión, porque no creo que al ilustre le guste que en medio de “nuestros pases y baretos” le vayamos a cuestionar nada. Porque el enviado de dios en la tierra no tiene pecado alguno y solo quiere corregir el andar de una patria que se ha desviado con la poquita igualdad que ha conseguido.
En la presidencia de Ordóñez se cambiarán las marchas de maestros y paros promovidos por razas impuras por procesiones religiosas. Todo un despliegue de la Edad Media donde, según él, se vivía mejor.
Finalmente, y como acto principal de su presidencia, Ordóñez nos bautizara y sacará de nosotros el demonio castrochavista que se nos ha metido desde que Santos traicionó a Uribe y que cambió el orden “natural” de las cosas, porque lo correcto es continuar por la senda de la guerra y eso de andar haciendo tratos con el enemigo solo nos llevaría a ser una nación inviablemente pacífica. ¡Pecado!
Dios nos coga confesados si Alejandro Ordóñez llega a la presidencia, aunque el mismo Dios estaría empacando maleta y saliendo exiliado al ver como sus enseñanzas de amarse y respetarse los unos a los otros se transgreden para dar paso a la política de “todo lo que yo diga es correcto porque lo hago en nombre de Dios”.