Nos acercamos hacia el fin del conflicto armado mas largo de nuestra historia como país, con la firma del acuerdo de paz con las FARC-EP y la apertura de un posible proceso con el ELN (que esperamos pronto sea una realidad) se cierra una era marcada no solo por la guerra, también por la ignorancia, por la falta de acceso a oportunidades de educación (de calidad) para la juventud colombiana.
Como nación debemos emprender un plan de revolución educativa, solo así será posible crear un nuevo camino de paz, desde la educación básica debe darse la formación de ciudadanos con pensamiento crítico, para lograr este propósito es fundamental que los maestros lleguen hasta los rincones mas recónditos de la patria de la mano del ente público, llevando educación de calidad en jornada ampliada a los niños de todos los orígenes. Derivado de este proceso deben salir de la recopilación de la memoria histórica nuevos capítulos para los textos de ciencias sociales de los educandos, debemos conocer la realidad de nuestra historia que parece haberse detenido en el frente nacional y en la escueta narración de la creación de la constitución del 91.
Deben mejorarse las competencias básicas en todas las áreas, pero también debe darse un reconocimiento a los saberes locales, la diversidad étnica y lingüística de nuestro país debe también conocerse.
En la educación básica y media es fundamental dar espacio al desarrollo de habilidades humanas, comunicativas y de resolución de conflictos, la paz nace respetando las diferencias, promoviendo el diálogo y la inclusión.
El acceso a la educación superior debe democratizarse llegando a las zonas mas lejanas, en especial aquellas marcadas por la guerra, gran parte de quienes derivan en grupos criminales no han contado con una educación que les de otro tipo de oportunidades. La universidad rural es una propuesta viable (extensiones de la Universidad Nacional, por ejemplo), con programas educativos que sirvan para el desarrollo del agro, la ciencia y la competitividad en las regiones, programas educativos que puedan brindar miles de seres productivos que no pensarán en empuñar un arma.
El SENA debe reformarse, redirigir su enfoque formativo ya que no puede ser vendido como lo pretende la ministra Parody y el presidente, como la panacea para resolver la ausencia de oportunidades educativas, la formación técnica es necesaria pero jamás podrá desplazar al saber profesional, por importante que puede ser formar auxiliares de archivo y técnicos en panadería, esto no es suficiente para crear una sociedad progresista con oportunidades reales.
Ser pilo debe ser una consigna general, no un programa estatal que da oportunidades a algunos muy esforzados estudiantes, todos los estudiantes deberían tener un conocimiento base que los haga pilos y los lleve a la educación superior. No podemos seguir creando mas jóvenes que su aspiración para salir adelante sea engrosar las filas de un grupo armado.
En manos del gobierno y de la participación activa ciudadana está dar vida a las palabras escritas en el balígrafo “Las balas escribieron nuestro pasado, la educación nuestro futuro”: un futuro en manos de una juventud en paz.