Columnista:
Ían Schnaida
Aplausos, vítores y una multitudinaria caravana recibió en Sahagún, Córdoba, a Bernardo «Ñoño» Elías, exsenador del Partido de La U, quien recientemente obtuvo la libertad condicional por su supuesta «colaboración eficaz» con la justicia. Una extravagante bienvenida que plantea cuestionamientos sobre nuestra sociedad y sus valores.
El «Ñoño» Elías fue condenado por concierto para delinquir, lavado de activos, cohecho propio y tráfico de influencias en el marco del escándalo de corrupción de Odebrecht. Su liberación condicional ha despertado la indignación, pues lo que estableció la justicia es que el «Ñoño», que era considerado «el hombre de Odebrecht en el Congreso», recibió al menos 16 000 millones de pesos en sobornos para beneficiar a la multinacional.
El «Ñoño» Elías fue considerado uno de los políticos más poderosos del Caribe colombiano, acumulando una gran cercanía con autoridades administrativas, políticas y directivos de entidades financieras. Su influencia y manejo de millonarios recursos en Córdoba lo convirtieron en una figura visible.
La recepción festivalera que tuvo lugar en Sahagún, Córdoba, parecía emular los eventos reservados para verdaderos héroes; sin embargo, ¿cómo es posible que alguien con un historial de delitos y corrupción sea recibido con tanta efusividad?
¿Estamos celebrando como «héroe» a un corrupto confeso y condenado? Resulta contradictorio que una persona condenada por graves delitos sea recibida con tanto fervor, mientras miles de personas luchan a diario por sobrevivir en condiciones precarias y sin oportunidades, en gran medida por la corrupción política.
Es necesario cuestionar la cultura de la impunidad y el encumbramiento de figuras corruptas. La recepción al «Ñoño» Elías en Sahagún evidencia la urgencia de una sociedad que demanda transparencia, justicia y valores éticos sólidos.
Solo así podremos aspirar a un futuro en el que los verdaderos héroes sean aquellos que trabajan por el bien común y la construcción de un país justo y equitativo, no quienes llegan a la política para enriquecerse a costa del hambre de millones.
