Con su propuesta de dividir el Cauca en dos, pareciera que la Senadora quisiera tener nuevamente una segmentación de razas y colores, bien clara, como la que existía en la época de la esclavitud. ¿O cómo es la cosa, Paloma? Me urge que lo aclare, porque yo me estoy haciendo a una idea ojalá errónea de usted.
Con decirle que, con ese comentario del otro día sobre las tierras del Cauca, que eran de sus dueños de papel y los indígenas eran unos invasores, hasta pensé que usted no fue a la escuela o se durmió en la clase de sociales donde explicaron que los indígenas vivían acá desde mucho antes que llegaran los españoles a colonizar, y por ende, mucho antes que estos supuestos dueños actuales que usted defiente.
Sinceramente me preocupa, aunque no le he dado el beneficio de la duda, como dice la ley: Senadora, ¿usted ignoraba que los indígenas eran los dueños legítimos de las tierras o se estaba haciendo la ignorante? Sea como sea, mala cosa.
Tanto que han luchado las mujeres para lograr equidad y trato igualitario, sobre todo en política, como para que llegue usted a desempeñar este papel tan lastimero en representación de tantas. No sé, no sé, a veces pienso que usted es la representante de Actualidad Panamericana en el Senado.
Ya tengo miedo de entrar en la red social y encontrarme la mitad de los tuiteros riéndose y criticándola, mientras la otra parte le jura amor eterno gracias a sus pensamientos firmes y correctos. Me imagino que si monta una secta, hasta le escrituran la casa.
Yo, al principio, pensaba que un personaje con pensamientos tan anclados en el medioevo, sólo existía en los libros; pero luego me acordé de Chávez, de del Procurador Ordónez, de Uribe, y se me pasó. La entendí. Es que aunque algunos no podamos creerlo, existen y seguirán existiendo estos personajes con la cara tan dura, la mente tan cerrada y la boca tan suelta que nos hacen por momentos desfallecer y desear tirarlo todo al garete; pero por el hecho de que repitan el mismo discurso, una y otra vez, éste no se hará legítimo.
La libertad de expresión, el matrimonio igualitario, la igualdad de género y razas, en fin, la lista puede seguir, así como seguirán existiendo esos que quieran negarle sus derechos a otros, porque sí, porque les apetece.
Quizás a ellos no les dé tanta pena decir barbaridades como a uno escucharlas; pero no queda más que cuestionarnos qué propuestas vendrán después. ¿Un campo de concentración para los indígenas usurpadores y de raza inferior?