¿Semana Santa o semana de santos?

San Vargas Lleras vio a San Uribe, le dio un gran abrazo y se montó en su caballo. Juntos, cabalgaron hasta la Casa de Nariño, donde estaban reunidos San Ordóñez y San Duque con San Juan Manuel.

Opina - Política

2018-03-26

¿Semana Santa o semana de santos?

El Aprendiz

San Ordóñez se reunió con San Duque para otorgarle su bendición. Después de la transparente contienda interpartidista, San Ordóñez admitió que él no debía llevar las riendas del culto, y que alguien había enclaustrado un mejor discurso en las mentes colombianas, en relación con las escasas necesidades que habían identificado en el pueblo teísta y cafetero.

Mientras lo persignaba al revés, San Ordóñez le iba recordando al discípulo de San Uribe, la hazaña que había realizado hacía más de 35 años en Ibagué, donde se le vio junto con una jauría de creyentes quemando libros prohibidos por la religión1. Dentro de sus inmaculadas concepciones de vida, los Santos de la extrema derecha no concebían que en Colombia existieran esos libros ‘subversivos’ y ‘pornográficos’ que pululaban en el resto del mundo y que habían sido pilares de un supuesto desarrollo histórico poco verídico.

Con un entusiasmo fanaticoso, San Ordóñez empezó a recitar poéticamente aquellas cosas que pertenecían al diablo, y que en Colombia no podían tener cabida bajo la próxima presidencia del culto de la derecha extrema:

Es que el erotismo es del diablo– le decía- el desnudo es del diablo, el conocimiento es del diablo, pensar es del diablo, los gays son del diablo, la educación es del diablo, la igualdad es del diablo, las mujeres son del diablo, los negros son del diablo, Gustavo Petro es del diablo, la reforestación es del diablo, las manifestaciones son del diablo, Cofradía para el cambio es del diablo, la marihuana medicinal es del diablo…”  Y así siguió su lista casi interminable pero fáctica, de las principales amenazas que él consideraba que tenía el país, todas dirigidas por el diablo.

San Duque se entusiasmó y también quiso aportar sus puntos de contraparte, aquellos que venían de dios: “Y el uribismo es de dios, – decía afanado – los paramilitares son de dios, Agro Ingreso Seguro es de dios, el racismo es de dios, la xenofobia es de dios, la homofobia es de dios, los falsos positivos son de dios, Odebrecht es de dios, la venta de las empresas Granahorrar, Telecom, Bancafé, y Ecogas, fueron de dios” y continuó hasta que fue interrumpido por un sollozo: el Santo Ordóñez gimoteó con orgullo, “estás aprendiendo rápido, muchacho”.

Encuentro de viejos amigos

Mientras tanto, el monje mayor, San Uribe, rezaba en esa mañana tan azul como la bandera del partido Conservador, en su iglesia cristiana preferida. Al salir, ensilló su caballo de 500 millones y decidió ir a su templo católico más amañador; y en la tarde, concurrió a almorzar con sus compañeros de la asociación de creyentes Hare Krishna.

San Uribe demostraba que era un gran partidiario del omismo. En su praxis siempre se reflejaba la creencia de la unión de todas las religiones del mundo a su manera: cuando le convenía era cristiano, cuando no le convenía era católico, si de pronto se le ocurría era judío, de pronto hasta hindú, o cualquier otra cosa que le conviniera, y así sucesivamente. Eso sí, a sus 12 apóstoles no los olvidaba: los llevaba tanto en su corazón como en las investigaciones en su contra, ellos fueron y son sus ángeles de la guarda.

De pronto, a lo lejos, entre cartas bomba y atentados de las Farc, salía como podía San Vargas Lleras, ese mismo que multiplicaba las casas como si fueran panes con el dinero del Estado y se las adjudicaba a su campaña personal para ganar votos y aceptación. San Vargas es el mismo que multiplicó también los almuerzos antes de las elecciones y los billetes de 50 mil pesos en la entrada de las urnas. Era un verdadero obrador de milagros, era el multiplicador del pueblo.

Cuando vio a San Uribe le dio un gran abrazo y se montó en su caballo. Juntos, cabalgaron hasta la Casa de Nariño, donde estaban reunidos San Ordóñez y San Duque con San Juan Manuel.

La última cena

Tocaron la puerta ansiosos y hambrientos hasta que por fin les abrió el huésped San Juan Manuel. Ese mismo que desde hacía un buen tiempo se encontraba en un segundo plano, pues ya no era muy aceptado por la hermandad intachable de la derecha extrema. Lo más lindo de la llegada, sin duda, fue el abrazo fraternal entre San Vargas Lleras y San Duque, mutuamente se dijeron, “si usted gana la presidencia es como si la ganara yo”.

Cuando se sentaron en la mesa para recibir la última cena, San Juan Manuel, queriendo integrarse de nuevo al grupo, comenzó a hablar banalidades con San Uribe, su viejo amigo de hace muchos años, con el que había malogrado una gran obra de teatro que consistía en odiarse los unos a los otros.

Aquella cena inolvidable, en vísperas a las elecciones, se destacó porque San Uribe tiró una afirmación dolorosa entre los presentes: “Les aseguro que uno de ustedes me traicionará en el próximo gobierno”. Todos tiraron sus cubiertos y las trabajadoras domésticas cerraron las cortinas de 600 millones que cubrían las ventanas de la Casa de Nariño2. San Juan Manuel apresurado gritó: “¿seré yo señor?», y San Uribe negó con su cabeza, “tú ya lo has hecho, San Manuel”, y entonces Iván Duque prosiguió, «¿Acaso, seré yo señor?» Y San Uribe prefirió enmudecer.

Cuando acabó la cena, todos se despidieron con un abrazo como lo era habitual, pero extrañamente, San Duque se despidió de San Uribe con un beso en la mejilla. Cada uno se marchó y San Juan Manuel subió despacioso a su cuarto. Luego, arribaron los 12 apóstoles a la Casa de Nariño para llevar al monje San Uribe custodiado a casa, pero no lo montaron al carro sin antes prometerle que las investigaciones en su contra nunca iban a prosperar.

San Iván Duque partió hacia su casa en Uber, con un rostro empapado en lágrimas, bajo una lluvia implacable, y con una vacilación nunca antes sentida. Cuando llegó, abrió su billetera para pagar y vio aquella nostálgica foto que guardaba desde que era un estudiante universitario. Limpiándose el rostro, decidió ocultarla de inmediato antes de que el conductor la viera. En ella había una consigna escrita en la parte de atrás que decía Mi Héroe; y en la parte del frente, solo había un rostro sonriente sobre un fondo azul: era el rostro del satánico Gustavo Petro.  

 

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  1. https://www.kienyke.com/politica/las-polemicas-frases-de-alejandro-ordonez-cuando-el-procurador-suelta-la-lengua
  2. https://www.elespectador.com/noticias/nacional/mas-de-600-millones-de-pesos-se-invirtieron-cortinas-ca-articulo-608844

( 2 ) Comentarios

  1. Juaaaa jajaja un poco de humor por estos días…

  2. Excelente parodia de nuestra tragedia política.

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Hernán Muriel Pérez
Comunicador Social, Periodista Digital, Fundador de Cofradía para el Cambio