Selección Colombia: empatar es ganar un poco más

Aún seguimos gritando que era gol de Yepes; que es posiblemente el único «casi gol» que hayamos gritado en los últimos meses.

Narra - Deporte

2021-12-05

Selección Colombia: empatar es ganar un poco más

Columnista:

Daniel Riaño

 

Un gran porcentaje de colombianos quisieron ser futbolistas profesionales, pero la mayoría no pudo porque se lesionaron la rodilla. Es por esta razón que aquellos que no cumplieron el sueño maradoniano, de ser un dios ungido desde Villa Fiorito, se conformaron con jugar cada domingo con amigos y platicar en el tercer tiempo mientras gritan «gol» cuando juega su club o la Selección Colombia. Sin embargo, hace cinco fechas que la selección Colombia no marca un solo gol (y el fútbol profesional colombiano es muy malo como para conformarse con eso), así que los colombianos tienen un «gol» atravesado en la garganta que parece no querer salir nunca. Es verdaderamente aburridor ver partidos de este equipo; que es un somero reflejo de la era Pékerman; equipo que jugaba bien, aunque que no alcanzó los logros esperados.     

Actualmente, a James se le ve cansado y con pocas ideas (también por su falta de continuidad); Cuadrado anda descuadrado; tenemos un tigre que ya no ruge –por lo menos con la selección–; hay unos centrales con talla, pero sin técnica; un Zapata que no encuentra el gol; un arquero que parece un semidiós y un guajiro que tiene todas las ganas que le faltan al equipo. Ese es el cuadro clínico de la selección. Aprieta, pero no ahorca; no juega bien, y no sale de los cuatro que clasifican a Catar. Le rezan a San Empate y a los resultados que le favorecen. Su rendimiento no ha sido el mejor en los últimos meses, sin embargo, históricamente la Tricolor tampoco es que haya logrado demasiados triunfos y, a pesar de eso, el fenómeno futbolístico mueve más gente que cualquier otra cosa en el país.

Entonces, ¿cuál es la razón por la que los colombianos siguen teniendo devoción por un equipo cuyos logros más grandes son una Copa América, sin las mejores selecciones de América –Brasil estuvo, aunque no con la plantilla de peso–, y un cinco a cero que pasa de generación en generación? Eduardo Galeano se preguntaba en su obra «Fútbol a sol y sombra» que en qué se parece el fútbol a Dios, a lo cual escribió que aquella similitud radicaba en la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales. Y es que tenía la razón, puesto que el colombiano promedio prefiere vacunarse para sufrir viendo un pésimo partido de la selección, en el Roberto Meléndez, a vacunarse para asistir a una obra de teatro.

La razón por la que aún se cree fervientemente en que algún día lograremos algo importante con «La tricolor», puede radicar en que el hincha, el fiel hincha, huye de la realidad cada vez que juega su selección; se desconecta por completo de su trabajo, de sus problemas y de la mala situación del país. Bebe un par de cervezas mientras habla mierda y se integra con el quipo al decir «hoy jugamos».

El colombiano tiene más fe por un partido de fútbol que por la política. En donde sí se hacen goles que no tienen eco en la sociedad colombiana, porque es mejor ocultarlos o anotarlos mientras juega la selección. El colombiano ve fútbol para olvidar que vive aquí mientras práctica un fanatismo estúpido que lo devuelve al mismo lugar: Colombia. Le encanta llegar a casa con unas cervezas en la cabeza y no pensar en nada más que en sí mismo y sus desventuras. El fútbol colombiano está lleno de ídolos cuyos logros son celebrados, desde las tripas, en cualquier lugar del mundo donde se halle un colombiano. Es una religión, una biblia, una forma de vivir.

A la selección Colombia le está tocando empatar y rezar. El amargo sabor de la perdida le susurra al colombiano continuamente. Tanto el fútbol como la historia de la política colombiana están llenos de derrotas y fracasos. Hay muy pocas victorias en estos dos campos. Aún seguimos gritando que era gol de Yepes; que es posiblemente el único «casi gol» que hayamos gritado en los últimos meses. Asimismo, seguimos reviviendo las glorias del equipo de Francisco Maturana.

Un gran porcentaje de la sociedad colombiana ama la selección y, por lo tanto, estará el pie del cañón en enero para ver este equipo que no levanta cabeza. La selección no enamora en el modo en que está jugando, sin embargo, es el reflejo de un país que ha aprendido a perder y a empatar (acorde a la identidad nacional; así juegan). Tal vez un milagro lleve al equipo a Catar; un milagro auspiciado por quienes siguen rezando a San Empate. Quizás el país necesite gritar algunos goles y celebrar una que otra victoria en el continente asiático (ya que aquí las alegrías son pocas). Hasta el momento la selección se encuentra clasificada sin ganar partidos: entonces, como conclusión, propongo que el lema de Colombia, «Libertad y orden», y el lema de la Selección sean reemplazados, replanteando la épica frase de Pacho Maturana «perder es ganar un poco», por «empatar es ganar un poco más».

 

Fotografía: cortesía de EFE. 

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Daniel Riaño García