Columnista:
Felipe Alzate De los Ríos
El gaitanismo como movimiento político y sentimiento popular no murió el 9 de abril de 1948, ni siquiera fue acribillado por la violencia que buscó erradicarlo de la consciencia del pueblo, y los embates del tiempo no lograron mermar su trascendencia. Es más, el sacrificio del líder fue la mecha de la conflagración que incendia al país desde entonces, evidencia más que suficiente de la importancia de aquel movimiento que enardecía los corazones del pueblo, del país nacional —concepto de Gaitán— que hoy debe ser retomado.
Gaitán
Jorge Eliécer Gaitán Ayala, nace en el barrio Las Cruces de Bogotá el 13 de enero de 1903, en un inquilinato. Hijo de los señores Jorge Eliécer Gaitán y Manuela Ayala, obtendría de ellos los mejores conocimientos y el gran ejemplo para sus embates políticos, señalando allí las raíces, las razones de su fuerza y de su filosofía política. Diría: (…) los hombres que hemos cruzado universidades sabemos: que el hombre es como las plantas que la planta da fruto y flores no por la planta misma sino por el surco y la tierra donde ha prendido y que el hombre y un pueblo no pueden ser grandes y fuertes sino en razón de las tumbas donde tiene el alimento para su futuro.
Se graduará de abogado en 1924 con su tesis y trabajo académico más recordado, Las ideas socialistas en Colombia. Obtendría la Magna Cum Laude con su tesis de doctorado El criterio positivo de premeditación que revolucionaria el derecho penal desde Roma y en toda América Latina, al superar los criterios peligrosistas que señalaban que el delincuente nacía delincuente por sus características físicas o culturales, y que en nada importaban las influencias psicológicas que rodeaban su desarrollo personal luego del nacimiento y al momento de la comisión del delito.
Su gran posicionamiento político fue en septiembre de 1929 cuando, en la Cámara de Representantes, denunció al entonces presidente Miguel Abadía Méndez por su connivencia con las empresas norteamericanas por encima de los intereses de los trabajadores colombianos, que conllevó a la Masacre de las Bananeras, en diciembre del año anterior. Sus denuncias, que se dieron a conocer en tres días de intenso debate en el Congreso, provocarían el definitivo derrumbamiento del gobierno conservador en las elecciones del año siguiente. Diría: «La perturbación en la esfera del derecho de un hombre, por humilde que él sea, implica la perturbación en la esfera de los demás derechos».
Desde esa fecha, hasta su asesinato, enarbolaría las banderas de su gran ideario político. Ideario a la colombiana para los colombianos, ideas no traídas de los cabellos, no de las mejores intenciones simplemente, sino propuestas y teorías que nacían del conocimiento simbiótico, correlativo con el pueblo al que él se dirigía. En septiembre de 1945, en una gran movilización popular, fue proclamado como el candidato del pueblo por el pueblo mismo para las elecciones de 1946 en la Plaza de Toros de La Santamaria. Ver Grabación del Patrimonio Fílmico Colombiano.
A pesar de que las elecciones del 5 de mayo del 46 las ganara el conservatismo, Gaitán logra derrumbar a la oligarquía liberal que había fraccionado a su propio partido impidiendo el triunfo gaitanista. Antes, Gaitán había profetizado:
«En Colombia hay dos países: el país político, que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendidos por el país político. El país político tiene rutas distintas a las del país nacional. ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!»
Gaitán es asesinado el 09 de abril de 1948.
El gaitanismo
El Gaitanismo debe ser asumido como un ideario y movimiento político, que se sustenta a sí mismo con sus teorías, ideas y propuestas, sin necesidad de acudir a los estanques de los personalismos como ocurre con el Centro Democrático. Gaitán fue asesinado, pero sus ideas permanecieron y permanecen porque las causas sobre las que orbitan sus luchas siguen vigentes.
Para Gaitán, no existían dos partidos: no era cierto que existiera el partido Liberal y el Conservador, como tampoco lo era que sus líderes estuvieran enfrentados a muerte por unas ideas contrapuestas. Se mostraban enemistados, pero en la realidad hacían parte de una misma casta que obtenían el favor de sus intereses comunes a costa de la sangre del pueblo que los defendía. Así el pueblo liberal y el pueblo conservador se mataban entre sí para defender a sus respetivos partidos, mientras que los Gómez, los Ospina, los Santos y los Lleras, entre otros, se compartían las prebendas en secreto, en las oficinas de los ministerios, a la vez atizaban el odio partidario en los periódicos oligarcas.
Diría: Ellos quieren tener un país paria e imbécil, que trabaje para sus intereses… Sus intereses que se giran estratégicamente unas veces con sello rojo y otras con sello azul, pero siempre en las casillas de los bancos para los giros y los descuentos.
La idea del país nacional y país político (el pueblo y la oligarquía correspondientemente), presenta una actualidad impresionante. Tanto más cuanto las condiciones políticas y sociales del país del 2021 no distan mucho de las que se presentaban en 1946. Entonces, la oligarquía dividió al pueblo en liberales y conservadores, hoy la misma oligarquía nos divide en izquierda y derecha, petristas, fajardistas, radicales, y uribistas. Entonces, el gobierno conservador daba contratos, ministerios y alcaldías a los liberales, y viceversa. Ahora, el Gobierno da contratos, ministerios y prebendas a los radicales (Cambio Radical) y a los liberales —mientras en El Tiempo, Vargas Lleras ataca al Gobierno.
Parecen estar enfrentados, para que abajo el pueblo se enfrente y ellos se repartan el país a costa del sufrimiento de sus partidarios. Esto tan obvio, lo advirtió Gaitán en 1946.
Esta idea como otras muchas, deberían ser asumidas dentro del movimiento político y social que resulta del estallido como nueva bandera. Como un objetivo común que rompa los esquemas políticos actuales que pretenden enfrentarnos entre los de abajo, mientras los de arriba siguen ganando. Importante es el estudio de las ideas de Gaitán, aprehender el país que propone desde sus discursos y escritos. Una política de colombianos para los colombianos. La tarea de los más jóvenes, en esta construcción de una identidad política después del paro nacional, es saber por qué resuena desde la historia el multitudinario clamor: ¡Gaitán sí, otro no!