Recuperar el espíritu de la paz

Opina - Conflicto

2017-06-15

Recuperar el espíritu de la paz

Esta columna puede estar impulsada por la más dulce nobleza, la más absurda credulidad o hasta la más triste ignorancia. El pasado 2 de octubre de 2016, con la victoria del NO en el plebiscito, muchos colombianos, quiero creerlo, caímos en una especie de depresión política. No miento si digo que ese día sentí morir parte de mi alma al ver como un grupo mayoritario de votantes decidió no refrendar los acuerdos de paz firmados con las FARC.

Palabras más palabras menos, los colombianos había decidió darse la espalda a sí mismos tirando por la borda el intento más cercano a la consecución del fin del conflicto con la guerrilla más antigua del continente.

Desde ese día nada ha sido igual. Un primer bálsamo para el alma fueron las movilizaciones masivas que se dieron, muchas de ellas impulsadas por jóvenes estudiantes, en las ciudades del país. Esos gestos generaban una esperanza de que nada había sido en vano y que la semilla de la paz había logrado germinar, al menos, en una buena porción de los colombianos.

Sin embargo, después la efusividad decayó y el proceso de implementación ha sido marcado por obstáculos, cuestionamientos y todo tipo de problemas que han minado, aún más, la confianza de los colombianos en el proceso de paz.

A pesar de todo, la voluntad de las FARC parece imperturbable. El Martes 13 de junio las FARC hicieron la segunda entrega de su arsenal de armas, más de 7000 armas, en lo que se constituye como una de las entregas verificadas de armas más numerosa en la historia de los procesos de paz en todo el mundo.

Si bien la entrega no contó con un gran despliegue mediático, como muchos lo pretendían, sí quedó en evidencia el cumplimiento y el rigor de los involucrados. Mucho siguen sin poder darle credibilidad a estos actos, lo que puede ser entendible por la desconfianza que muchos colombianos siguen teniendo frente a las FARC, sin embargo, es difícil de entender que gestos como estos no sean valorados en su verdadera dimensión.

La comunidad internacional, mayoritariamente, sigue respaldando el proceso y valora inmensamente este tipo de gestos. Muchos no entienden cómo en un país que ha vivido eternamente en guerra, el hecho de que se silencien más de 7000 armas sea motivo de crítica y oportunismo político para algunos sectores del país.

Imagen cortesía de: El Espectador

Es momento que, desde la sociedad, todos y cada uno de quienes respaldamos este proceso, trabajemos incansablemente, no para convencer a quien no quiere ser convencido, sino para que el país entienda la dimensión de lo que estamos viviendo. El hecho de estar anestesiados por la guerra y la violencia nos está impidiendo, como sociedad, valorar oportunamente el proceso por el cual estamos atravesando.

Esta labor corresponde, especialmente, a los medios de comunicación alternativos e independientes, a líderes políticos y sociales en sus comunidades, a quienes, como es mi caso, tenemos la posibilidad, desde las aulas, de dar debates informados y estimular el razonamiento crítico frente a la realidad política.

Hay muchos temas que son susceptibles de interpretación, debate y múltiples posiciones, como hay otros que, en aras de la razón humanitaria, ni siquiera deberían ser considerados dignos de ser discutidos, como el silenciamiento de los fusiles.

Lo que está ocurriendo es muy importante y debe llevarnos a muchos, como a mí, a recuperar la fe, no abandonar las convicciones y seguir trabajando por lo que se cree.

La nueva historia de este país puede estar en plena construcción frente a nuestros ojos y no nos damos cuenta o no queremos hacerlo. No la dejemos escapar, todavía estamos a tiempo.

Es hora de rodear y blindar socialmente el proceso de paz, es lo que, al menos está en nuestra manos, en la medida de las posibilidades de cada uno.Esta es la mejor forma de recuperar el espíritu y ver al futuro con esperanza.

 

 

Juan David Cárdenas Ruiz
Politólogo, Especialista en Opinión Pública y Marketing Político. Magister en Estudios Políticos. Docente universitario e investigador. Interesado en temas de comunicación política, opinión pública y cultura política