Esta misma pregunta nos hacemos los empresarios dueños de bares desde que salió la nota de Vivir en El Poblado sobre la situación de prostitución y de microtráfico de drogas del sector. Y, casualmente, la Alcaldía organiza un operativo con 4 camiones y 100 policías que se meten a todos los negocios como persiguiendo delicuentes, buscando el más mínimo detalle de las múltiples reglas que hay que tener en orden y, que aún cuando tenemos todos los permisos bien, al día, siguen buscando así sea una gaseosa en el piso para cerrarte.
El objetivo, más que acabar con el problema, parece ser acabar con la zona rosa y la rumba en El Poblado, de la que miles de locales y extranjeros cada fin de semana disfrutan en Medellín.
Entonces la pregunta que nos hacemos los empresarios de la noche es: ¿Realmente son los bares el problema? ¿O por qué nos sigue persiguiendo la Alcaldía de esta forma?
Es obvio que la Secretaría de Seguridad tiene unas metas y objetivos claros, y que debe estar presionada por la situación; pero esto también nos preocupa a nosotros y deberíamos de trabajar de la mano para acabarla, y no en contra.
¿O es que creen que a nosotros nos favorece de alguna forma tener prostitución en nuestros locales, dándoles escopolamina a nuestros clientes? ¿O dealers vendiendo droga para nosotros dejar de vender licor?
No le encuentro ninguna lógica a esta persecución. Nos parece más una forma de hacer ver que sí están haciendo algo, para aplacar la prensa, mientras el problema sigue estando ahí tan tangible y tan a la vista de cualquier local, extranjero o policía.
Esa noche del operativo, mientras se caminaba de un bar a otro, bastaron tan solo un par de cuadras para ver cómo llegaban e irrumpían la diversión en cada bar, mientras las prostitutas seguían paradas en las mismas esquinas de siempre, acosando a los turistas y a los “vendedores de chicles” con una cajita de cartón que tiene más droga que chicles, ofreciendo de frente “cocain, weed, periquito lo que quiera, pregunte por lo que no vea”.
Todos los días nos llegan videos de ladrones armados que entran a los negocios a atracar dentro de una zona que tiene 6 entradas y salidas, que podrían ser controladas con los mismos 100 policías que nos controlaron esa noche a nosotros, incluso, bastaría con un cuarto de ellos.
Es tan fácil como carnetizar a los vendedores ambulantes de la zona para controlar quién puede vender realmente chicles y cigarrillos, y quiénes son solo una fachada para vender droga.
Si la prostitución acá no es ilegal, tendrían que entender que el hecho de que lo hagan menores de edad o estando bajo la orden de un proxeneta, sí lo es. Y eso se ve a simple vista.
Entonces, no vemos que estén tratando de acabar con el problema donde realmente está, lo que nos lleva a preguntar si realmente lo quieren acabar o qué otros intereses hay para no hacerlo. En vez de estar haciendo esos operativos para dar la apariencia que están tratando de acabarlo. Hace falta un poco más de sensatez y de lógica, ya que nosotros estamos abiertos a trabajar con las autoridades; pero no nos persigan más, que acá los delincuentes son otros.
PD: Este artículo lo escribe un empresario del Parque Lleras que prefiere mantener su identidad oculta por miedo a represalias. Lo publico yo, ya que como usuaria del Parque me siento afectada por la situación.
Fotografía cortesía de De la Urbe, UdeA.