¿Qué Viva Colombia?

Hace algunos días viajé en la ruta Medellín-San Andrés por Viva Colombia y cometí la ligereza de guardar afanado un mini computador en la maleta que iba en la bodega del avión, la cual entregué directamente a los funcionarios de la aerolínea. Seguramente ya supone el lector lo que ocurrió: “Obvio, ¡se la robaron!”, pensará. Y en efecto así fue.

Una vez en San Andrés, al percatarme del faltante, tenía la convicción de que nunca iba a recuperar mi pertenencia; sin embargo al menos debía declarar el hurto. Realice los respectivos procedimientos de denuncia y reclamo ante una empresa con nombre amable y feliz que de repente saca sus garras kafkianas: que llame a la línea, que vaya a la taquilla, que la secretaria no está, que venga mañana, que llene el formato, que le saque copia, etc.

Sin contar con que al manifestar mi problema discretamente se me culpó como si yo fuera el responsable: usted por qué metió eso ahí, las políticas dicen, por qué no vino antes, eso no se hace. Y claro, el resultado es que uno termina aceptando que sí. “La cagué”, me dije. Por esa costumbre tan arraigada en nosotros admitimos que si nos roban fue porque dimos ventaja, que la mujer violada fue una provocadora y que el asesinado alguna cuenta tenía pendiente. ¿Por qué nos hemos resignado a sufrir abusos agachando la cabeza o escribiendo en alguna red social con la certeza de que las cosas poco cambian?

Varios días después me llegó la respuesta de Viva Colombia al radicado de mi reclamación por saqueo. Como también lo debe anticipar el lector, los formalismos, las disculpas, los agradecimientos y las “sinceras” muestras de tomar cartas en el asunto para mejorar la calidad del servicio no se hicieron esperar. Igual, nada había por hacer pues según leí en la respuesta recibida “los artículos de valor” deben ir en compañía del pasajero. ¿En serio? ¿Y es que acaso lo que va en la maleta, así sean juguetes, perfumes, pantalones o camisetas no son ya “artículos de valor”?

Es decir: Cuando usted entrega su equipaje en las taquillas de Viva Colombia es como si la lanzara a un abismo lleno de orcos en donde si le pasa algo al contenido la aerolínea afirma, mostrando una resplandeciente sonrisa de comercial: «No tuvimos la culpa pero vamos a mejorar. ¡El siguiente!»

¿Qué seguridad puede esperar el viajero cuando entrega su maleta cerrada y queda bajo la responsabilidad de aquélla empresa? De ningún modo podemos tolerar la excusa de que como es más barato entonces es más riesgoso. Ni tampoco justificar con frases del tipo dar papaya. Un robo es un robo ya sea en la casa, en la calle o dentro de las instalaciones aeroportuarias.

Si bien por normas de control aceptamos exponer nuestras pertenencias a rastreos y requisas, mientras no tengamos ningún material prohibido o peligroso (explosivos, drogas, venenos, armas, etc), que a uno le saqueen una maleta inofensiva cuando está bajo el cuidado de la aerolínea y de las autoridades es de suma gravedad así sea que nos roben las medias o los calzoncillos.

El asunto es más amplio y serio de lo que parece y no se reduce a un computador. Hace poco sobresalió el caso de un hombre al le cambiaron su maleta por una que contenía droga dentro de las mismas instalaciones de El Dorado. Así como sacan pueden meter. Si bien fue con otra aerolínea la pregunta queda abierta: ¿Qué están haciendo los entes de vigilancia, los aeropuertos y las aerolíneas para brindarle seguridad a los equipajes?

En mi caso lo volveré a pensar más de diez veces antes de viajar por Viva Colombia. No fue sino revisar comentarios de sus usuarios en Facebook y Twitter para recopilar más de un centenar de reclamos por retrasos injustificados, incumplimientos y saqueos, para releer una seguidilla de frases prediseñadas políticamente correctas: “lo lamentamos, lo sentimos, haremos lo mejor”, y para darme cuenta de que lo que me ocurrió no fue una anomalía sino una experiencia habitual.

Así que si por diversas circunstancias decide hacer alguna ruta con esta aerolínea (lo que no excluye a las otras necesariamente) le recomiendo leer bien el contrato de transporte y verificar con paciencia qué artículo de valor ha de llevar consigo o guardar en el equipaje.

Imagen cortesía de Aviación Guayaquil

Finalmente, como un escritor que se inclina a hacer alguna ficción o ironía con lo que vive, le aconsejo llevar todos los objetos que considere de valor a su lado (incluidos calcetines, brasieres, el vestido de baño, la seda dental, el cepillo de dientes, la peinilla, los medicamentos, el libro que está leyendo y le cautiva, los lápices y los dibujos que le dio su hijo el año pasado y que siempre le acompañan), cerrar su equipaje muy bien con algunos candados (pueden ser dos de clave numérica y dos con llave), conseguir una cadena para amarrar la maleta apretando fuertemente, forrarla con plástico y marcarla por todas partes usando una grafía difícil de copiar.

Le aconsejo recordar bien el peso que registró, tomarle una fotografía o grabar un video en donde aparezca el funcionario (incluso podría aprovechar y sacarse una selfie con toda la familia) y subirlo a la web para tener un reporte en vivo. Al recibirla en el aeropuerto de destino verifique de inmediato que el peso corresponde con el del envío, ábrala ahí mismo, sin importarle que los desconfiados turistas le miren de reojo, para que ante las cámaras queden expuestos los artículos guardados que no son de valor y así las autoridades y los funcionarios podrán certificar unánimes que de su maleta no se ha perdido nada simplemente porque viajó vacía.

Con esa estrategia usted se asegurará de que no le roben. Entonces, percibiendo el calor en aumento (porque probablemente se fue para la costa) podrá tomarse otra foto con los niños enmarcados por un letrero multicolor y gritar eufóricos como corresponde al paseo: ¡Carajo, que Viva Colombia!