Algo que siempre me ha preocupado es que no sé qué será de nuestros jóvenes mañana. Siempre he sido partidario de que el futuro no es solamente el misterio de lo que será y no sabemos, sino, más bien, el resultado de las acciones que emprendemos y, efectivamente, nuestros jóvenes se vuelven cada vez más invisibles en el entorno y ajenos a emprender un camino por y para ellos mismos. Fue entonces en mi búsqueda por internet hace unos días que logré ver un artículo en la Revista Semana que se titula “Colombia, país de jóvenes ninis (ni estudian ni trabajan)”, texto que refleja de manera general el problema que atraviesa Colombia en oportunidades para las nuevas generaciones.
Colombia, según un informe del Banco Mundial, es uno de los países latinoamericanos —el segundo, para ser exacto— que más tiene en su población a los jóvenes “ninis”, jóvenes entre los 15 y 24 años que ni estudian ni trabajan, lo cual pone en pie una preocupación sobre el papel que tendrán estos en el futuro de la sociedad.
La preocupación es clara porque, sin sonar egoísta, los jóvenes son el “activo humano” de una sociedad y, así mismo, los “ninis” son consecuencia de una clara crisis que se ha venido perpetuando no sólo en el país, sino en el mundo, así como de la pobreza que se ha generado por los peores males representados en injusticia y corrupción.
A comienzos del año 2016 se contaba con 6,3 millones de jóvenes en el mercado laboral de los cuales 1,3 millones representaban a los desempleados y dentro de este grupo, según el artículo anteriormente mencionado, las mujeres resultan siendo las más golpeadas, con tasas de desempleo superiores al 20%; claro ejemplo que revive la desigualdad en todo término.
Es claro que los jóvenes “ninis”, como lo dije anteriormente, son consecuencia de un grupo de factores representados en injusticia y corrupción, desigualdad e ignorancia. Mientras algunos aplican la deserción escolar, otros aplican a ser padres a temprana edad y si miramos las condiciones de vida, resultan siendo los pobres en su mayoría.
Ahora, una vez contextualizado el tema, queda por decir que los jóvenes hoy son el arduo trabajo que tiene la sociedad para conservar las esperanzas en el mañana, es por eso que no se debe omitir esta etapa difícil para el país, y hoy, más que nunca, es de importancia devolver las ilusiones a nuestros jóvenes, con programas que los beneficien, con la generación de oportunidades para todos y que la educación no sea el segundo plano del gobierno nacional ni de la sociedad.
Si de algo estoy seguro, y aquí hablo en primera persona del plural, es que los jóvenes tenemos la iniciativa desvanecida por una sociedad que se vuelve ajena a lo relevante por conveniencia. No merecemos ser cegados ni culpados por circunstancias que llegan y no se resuelven.
Cabe resaltar que, en materia juvenil, al gobierno le falta mucho por trabajar y aquí nos volvemos a preguntar, ¿qué será de nuestros jóvenes mañana?