La alianza político-electoral que acaban de establecer los expresidentes Pastrana Arango y Uribe Vélez, los confirma como la pareja que, junto a Ordóñez Maldonado y Vargas Lleras, buscará hacer trizas el Acuerdo Final de Paz firmado por Santos y la cúpula de las Farc.
Uribe y Pastrana harán todo lo que les sea posible para recuperar la Casa de Nariño (o la de Nari) para desde allí, poner toda la institucionalidad estatal al servicio de la única tarea que logró unir sus acomodaticias éticas: hacer «trizas» el Acuerdo de Paz firmado en el teatro Colón de Bogotá.
Como enemigos consagrados del proceso de paz y del acuerdo con el que se puso fin a un degradado conflicto armado interno, los expresidentes no solo se juegan su ya cuestionado prestigio político, sino sus negativos liderazgos.
En lo que corresponde al ganadero (2002- 2010), él sabe que una derrota electoral en 2018 tendría como consecuencia el cierre de su micro empresa electoral (Centro Democrático) y su obligado retiro de la vida pública. Y en lo que concierne a Pastrana (1998- 2002), él entiende que ya es un viejo delfín que poca autoridad tiene dentro del ya desvencijado e insepulto partido Conservador.
El bloque contra la paz, la reconciliación y la conversión de las Farc en partido político que conforman estos dos viejos momios del Establecimiento, cuenta, por supuesto, con el respaldo de sectores de poder militar, económico, social y político.
El apoyo que recibirán Uribe y Pastrana no se puede despreciar. Se trata de un número importante de votantes que estos dos políticos pueden arrastrar hacia las urnas, apoyados directa e indirectamente por pastores, sectas y comunidades cristianas que deberán elegir entre el discurso mesiánico de Uribe, con el que jalona a un anodino Pastrana, y el fanatismo religioso de Ordoñez Maldonado, que insiste en que la Familia está en riesgo.
Al parecer, la ultraderecha y la derecha llegarán a la primera vuelta presidencial de 2018 con las candidaturas de Vargas Lleras, de Ordoñez Maldonado y el candidato que imponga el latifundista antioqueño, con la notarial aprobación de Pastrana.
Dentro de ese bloque o frente, aparecen policías y militares activos y retirados, sus familias, empresarios del campo y sectores de la élite que se benefició, directa o indirectamente del conflicto armado y de lo que discursiva y culturalmente éste producía, con la denodada ayuda del periodismo que cubrió, de manera interesada, los hechos de guerra y las acciones de terror perpetrados por todos los actores armados: FFAA, Guerrillas y Paras.
Eso si, esperaran a que Humberto De la Calle confirme su aspiración presidencial y a que, de la cofradía compuesta por Claudia López Hernández, Navarro Wolf y Sergio Fajardo, salga el candidato de este sector de la derecha (de Centro), que se presentará a la ya esperada primera vuelta presidencial.
Vuelvo a la asociación Uribe-Pastrana para señalar que el caballista sabe que ha perdido seguidores no solo por las últimas salidas internacionales en las que “habló mal del país”, sino porque aquellos lograron ver la realidad de uno de los gobiernos más corruptos de la reciente historia del país.
El ladino y montaraz ganadero entiende que su vigencia política se la debe a medios como La FM, La W y RCN, entre otros. Su “obra” de Gobierno ha sido estudiada, esculcada, comprendida a cabalidad y valorada por los millones de colombianos que cayeron en la trampa de su discurso mesiánico, camorrero y mentiroso. Los que aún lo siguen, lo hacen porque nada ni nadie los puede sacar de la enorme y sólida estolidez y porque quizás aspiran a vivir nuevamente en el marco del Todo Vale que impuso el ya alicaído caudillo, entre el 2002 y el 2010.
Así entonces, estos dos trizadores insistirán en impedir que Colombia se transforme, al tiempo que exhiben sin pudor alguno ese carácter mezquino que brota de aquellos viudos del poder que insisten en mantenerse vigentes políticamente, a sabiendas de que en sus Gobiernos, se concentra el mayor número de víctimas en razón de un conflicto armado a los que los dos coadyuvaron a su degradación.
Ex enemigos que pretenden «salvar» el país que hundieron en sus respectivos gobiernos.