¡Que no se nos olvide!

Opina - Ambiente

2017-01-10

¡Que no se nos olvide!

“El JATE le pide a los padres y madres de la vida, muchas bendiciones para usted y toda su familia”, fueron las palabras que recibí en las primeras horas de este 2017 de parte de Roberto, un Mamo Kogui con quien tuve la fortuna de despedir el año 2016, por algún lugar de la Sierra Nevada de Santa Marta en una celebración de vigilia y trasnocho

Aunque Valledupar se encuentra lejos del mar, el río Guatapurí, que nace en la laguna Curigua, en la Sierra, a 4.400 msnm, es el encargado de ofertar a su paso por la ciudad de Valledupar, a propios y extraños, el disfrute del agua fría en el balneario Hurtado. Allí llegan familias enteras todos los días para descansar y recrearse, caminan por el bulevar, se acercan a la madre naturaleza y buscan recoger la esencia de nuestros ancestros.

Lamentablemente, por esta época del año, el rio Guatapurí no lleva  mucha agua o yo diría “nada de agua”, su caudal se disminuye considerablemente, en comparación con otros tiempos. La falta de una política ambiental seria y la desorganización administrativa que sufren las entidades del estado, son factores por los cuales los páramos de este país han sufrido un colapso desastroso, y el de la Sierra Nevada de Santa Marta (SNSM) no es la excepción. Aunque es una franja de gran altitud cubierta por pastizales de montaña y matorrales intercalados con zonas pantanosas, este páramo es el enclave más septentrional de dicha clase de ecosistemas en América del Sur. Pero infortunadamente se ha ido agotando gran parte de este colchón de agua sagrada que baña y refresca a muchos pueblos caribeños.

La sensación de calor intenso y la incómoda sequía apenas comienza; la  producción de agua del páramo de la SNSM, no es capaz de surtir los ríos de  igual manera que antaño; el mal uso del suelo, aniquilado por animales de pastoreo y las excesivas quemas, infringidas por quienes habitan estos sitios, son sinónimo de alarma vigente. Preocupa francamente que aún no se hayan  podido entrelazar los  saberes ancestrales y el conocimiento científico en la búsqueda de recuperar mancomunadamente la montaña que llora agua, para evitar la tristeza de quienes nos suplimos de ella.

El evidente verano en el que nos encontramos y los informes que entregan las entidades que monitorean el clima, como el IDEAM, dicen que se mantendrán las altas temperaturas hasta finales de abril y principios de mayo, y además habrá pocas precipitaciones en el Caribe Colombiano, lo quiere decir que este es apenas el comienzo de una larga y penosa jornada de lamentos y quejas por el calor y la falta de agua. Sobra decir que el río Guatapurí a su paso alimenta de agua al acueducto de la Ciudad de los Santos Reyes y que desemboca en la margen derecha del río Cesar.

Según la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, el nivel base del rio Guatapurí es de 11.200 litros por segundo, y su registro histórico más  bajo se  presentó el año pasado (2016) en el mes de marzo, donde alcanzó los 4.920 litros por segundo. Entonces viene otro pedazo del entramado que se avecina para esta hermosa región y son las llamadas concesiones de agua.

No conviene desperdiciar el agua cuando el río está en condiciones normales y mucho menos ahora que vendrán futuras emergencias. Los habitantes de Valledupar debemos iniciar desde ahora una cruzada para concienciarnos sobre el uso racional del agua.

En el caso de las concesiones, se debe considerar la intervención oportuna por parte de la Corporación Autónoma, para regular las acequias de Las Mercedes, la Solución y otras más, porque desde ahora mismo, se debe reducir la  cantidad de agua de las derivaciones para evitar un desastre ambiental mayor sobre todo en el corregimiento de los Corazones.

Sin embargo, es importante resaltar que muchos ciudadanos de Valledupar ya se han ido acostumbrando, a las malas, a racionar el preciado líquido, porque desde hace mucho tiempo no llega agua con la misma frecuencia a la pluma de sus viviendas, gracias a que la empresa de servicios públicos EMDUPAR se encuentra hecha un desastre o como dicen ellos: “está en crisis”…en fin; lo importante está en que debemos aprender a sobrevivir con muy poquita agua en la ciudad que más la desperdicia en Colombia.

Seguiré recordando con agrado el saludo del Mamo Roberto para intentar recibir de los padres y las madres de la vida, las bendiciones que me ofertaron, ya que las considero no solo valiosas sino muy oportunas para estos momentos de incertidumbre climática. A ustedes, queridos lectores, les envío un saludo con gratitud y les deseo mucha felicidad y prosperidad en este nuevo año.

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Miguel Ángel Sierra
Biólogo, arborista, activista ambiental. Director de Fundación Biosierra.