Columnista:
Diana Abril
Lo pensé para escribir esta columna sobre Maureen Belky Ramírez Cardona, pues creí que así se le daría más protagonismo que, en definitiva, no lo merecía. Pero me decidí, porque tenía una idea diferente sobre su persona. Les voy a ser sincera, me vi parte de la novela, escucho sus canciones, siempre me ha gustado su voz y, por favor, no me juzguen los que creen que tengo un pésimo gusto y no sé de música. Pero bueno, cada quien con sus elecciones. Así como hay gente que prefiere el reguetón, que a muchos como yo nos parece horrible, asimismo, se respetan los diversos gustos que, en un país con una idiosincrasia como la de Colombia, algunos pueden tener.
El caso es que por curiosa me dio por mirar los tuits y comentarios de la cantante, después de mucho tiempo, y me di cuenta de que son solo pataletas de ahogada, sumándole unas ínfulas que no le permiten ser un tanto decente. Comentarios tan terribles como decir que un hombre tiene su pene pequeño, o que se metan el palo por el trasero, o el que le dijo a María José Gómez, en estos días, sobre «su nariz de buñuelo» y otras ofensas más, dejan entrever su poca cultura, decencia y madurez. Me pregunto qué tiene en la cabeza alguien que se expresa de ese modo, con los miles de millones de palabras que existen en el español y ella solo encuentra esas, a fin de, dizque ridiculizar. Pareciera que tiene un trauma de niña y se denota con su estilo al «insultar».
Es terrible que personas que nos representan con sus canciones, teniendo en cuenta el público que las sigue, se expresen de esa forma, y en el caso de la cantante, debería no solo pararse como una dama, tal y como lo afirmó al compartir la foto de la alemana Rebecca Sprößer, sino también serlo. Ahora bien, si ella representa a una mujer de verdad; apague y vámonos. Marbelle no tiene mayores opciones que insultar, con la peculiaridad de una niña, mal criada, con cero educación e insoportable. Una mujer que escribe lo que se le da la gana, pero no piensa en las consecuencias; es decir, no piensa.
Triste es, además, que una «artista» con su pasado, conocido por todos en Colombia, denigre del otro como ella lo hace. Recuerdo una vez que la apoyé cuando le respondió a alguien que la llamó gorda y además le dijo que no sabía de fútbol, a lo que Marbelle le contestó que la gordura se le quitaba adelgazando, pero la cara de ñera de ella (la que la ofendió) cómo se la quitaba. Por ello y otros motivos, hasta Victoria Eugenia Dávila —con el fin de subir el rating— la invitó a La W, y es claro que ganaron mayor protagonismo tanto una como la otra. Sí, yo estuve a su favor, les contaba a mis conocidos cómo la cantante «la había sacado del estadio», porque la trataron de gorda y, como yo soy como ella antes de tener sus más de no sé cuántas cirugías; refaccionada hasta los huesos, me sentí identificada y empaticé con la cantante. Igual me pasó cuando, en una foto que publicó, se le veían sus manos un poco envejecidas (las cuales reflejaban sus años), pero parece ser que a ella, a pesar de las críticas a su físico y a su vida, se le olvidó lo que es la empatía.
Ahora que lo pienso, ella, con sus retoques en el rostro, no tiene «cara de ñera», pero se comporta tal cual, que es incluso peor. Decirle placera es insultar a nuestras mujeres que se ganan la vida en los mercados, en las plazas y que sí son decentes. Qué lástima que una persona que padeció los peores vejámenes y dice haber sufrido tanto y trabajado toda su vida, no sepa el valor del buen trato y de tener bastante lejos el dicho que reza que la decencia no pelea con nadie.
Me pregunto dónde quedará su valentía y si es capaz de decir lo que escribe, que por cierto, muy mal lo hace, en la cara de a quienes insulta con tanta prepotencia y seguridad de que alguien la respalda. Aunque tampoco me puedo imaginar que si así escribe, cómo será en persona. Es cierto, además, que a Maureen le faltó leerse el Manual de Carreño, de pronto, en sus años de escuela, todavía se leía, pero es más cierto la necesidad de que se lea unos textos sobre lo que es la «deconstrucción», que está bastante claro, no sabe lo que significa y mucho menos, el término sororidad que le mencionó María José Gómez.
Sin embargo, y dando una claridad sobre sus insultos, la cara de María José se lleva por delante a la de Marbelle. No entiendo su crítica, pues se observa la cantidad de maquillaje, representado en toneladas de pintura en el rostro de la cantante con relación a la de la abogada. Aunque aquí no podemos ponernos a comparar el físico, sería un verdadero insulto a María José y estaría actuando igual que ella (que Maureen). Se trata es de hacer ver unas diferencias que nada tienen que ver con la apariencia física, que se desligan de lo importante, y es la «calidad de ser humano», de lo que por supuesto, Marbelle carece y con su forma de actuar, se pasa al otro extremo: un mal ser humano, de pésima calidad, dejando por fuera su ideología y fanatismos.
Otro de los tantos insultos de la cantante se refieren al adjetivo de mamertos, a todo aquel que no piense como ella. Ahora le digo, Marbelle, prefiero ser mamerta, a estar de boca en boca, no por el talento con el que se cuenta, sino por la terrible mujer que es en apariencia, porque es fácil ser valiente en Twitter, y se sabe que cuando Maureen escribe, viene otro «marbelazo» más, tal y como lo denominó María José, exponiendo su carencia de valores y algo que, a fin de cuentas le quedó grande: la decencia.
Dicho todo lo anterior, podría usted, Maureen, seguir insultando a todos sin pensar en su pasado y marcharse del país e irse al Polo Norte, pero fama es fama y aunque se vaya a miles de kilómetros, su «reputación» refleja y reflejará quién es. Una mujer falta de moral, de responsabilidad y de empatía en su papel de «artista», y que, como nos pasa con Duque y con algunos políticos, dejando por fuera a sus partidos, nos da pena decir que ustedes nos representan. Y recuerde, Marbelle, «el que tiene rabo de paja no se arrima a la candela».
Por último, sería preferible que insultara al estilo de Levi Rincón; a hijueputazos y madrazos, mucho más auténticos (como se debe), o como lo hace ‘Matador’, por medio del humor gráfico, del periodismo satírico, de la sátira en general (que hace parte del género de la literatura) y de su rol como profesional. Es obvio que Marbelle poco o nada sabe de eso, y de seguro, seguirá insultando como es su costumbre: con su manera despectiva y denigrante, al resaltar defectos que solo ella ve; como una vil cobarde, dejando de lado el dar un debate con altura y retórica de la buena, como se lo aconsejó María José Gómez, al mostrar su interés por enseñarle. Inteligencia emocional, Marbelle, eso le recomiendo, inteligencia emocional.
P. D. No se desgaste con sus trinos al leer esto, ya sé lo que me va a decir: mamerta, izquierdosa, cabeza de chorlito, cara de bombillo, cara de ñera, cara de aguacate, que me vi su novela, que me gusta su voz, que le tengo envidia, que pocos seguidores tengo, que soy petrista o una vándala. Típicas son sus respuestas, porque creatividad sí que le hace falta. Se nota a leguas que esas expresiones, que nada tienen que ver con verdaderos argumentos, son su único método de defensa.
Diana, atento saludo
Decir que esta cantante, que ni siquiera le conozco una canción, me representa, me deja estupefacto. No se ofenda. Tiene Ud. derecho a expresar sus limpios y honestos sentimientos. Me parece tan amable que se excuse con los lectores porque a Ud. le gusta esa música. No la critico y menos debo despreciarle, sería hacer lo mismo que hacemos en este país de Marbeles . Desde hace mucho años muchos solo llevamos la nacionalidad en la cédula, pero jamás nos hemos sentido identificados ni con la idiosincracia colombiana, ni con la forma de pensar del país. Los cantantes colombianos famosos, casi todos, con raras excepciones, han sido una vergüenza cultural para el país y el ejemplo que dan es nulo a nuestros hijos, porque inventan cualquier desastre de letra y le ponen cualquier sonido que carro viejo y que eso es música (eso es un regueton). La última de Juanes es decepcionante. Ellos son los principales gestores de haber acabado con nuestra cultura. Adoro a Monsieur Perine y a Herencia Timbiquí para que no piense que es que nosotros no somos capaz de hacer cosas bellas y excepcionales, y adoro las escuelas autenticas como la del festival del Mono Nuñez, y a tantos otros que muchos no conocen las emisoras, adoro la buena música honesta colombiana que no es ni siquiera famosa entre los colombianos. No tengo problema en identificarme con Uds. pues me gusta leerles y además creo también soy una persona pública también desde la Universidad. Pueden escribirme cuando lo deseen, entrevistarme, compartir columna o hacerme comentarios o permitirmelos hacer, si lo desean. En sintesis me gustaría darles la mano y ayudarles a crecer si es que mi material es de su gusto y la calidad exigida. Me gustan los análisis profundos pues soy científico, sin sesgos políticos, pues no los tengo para mi fortuna, creo. Como lo deseen. Tengo a veces tantan ganas de escribir y expresar tanto descontento o nuevas ideas también y contribuir desde la alternativa, que quizás me anime a enviarles un ensayo a opina@laorejaroja.com
Gracias por su comentario y claro que todas los opiniones son bienvenidas. ¡Ni más faltaba! Podría comenzar con un ensayo sencillo; no es difícil, lo importante es que se cuente con la voluntad de escribirlo y expresarlo. ¡Feliz semana!