Columnista:
Miguel Villa Escorcia
La actual ministra del interior, Alicia Arango, realizó un acto de completa actitud uribista, muestra de victimismo el pasado miércoles durante la citación de control político por parte de comisión séptima del senado. Luego de su intervención decidió dejar un espacio para mostrar su profunda indignación contra la medida de aseguramiento que la Corte Suprema de Justicia dicto contra Álvaro Uribe Vélez.
La ministra acto seguido “no” pudo contener el llanto y la profunda tristeza que ella, como ser humano logra sentir al ver el escenario que está viviendo el ex presidente Álvaro Uribe de quien vive agradecida por los ocho años que le permitió ser su secretaria. La ministra expreso sentirse huérfana en la comisión que precedía la citación, de igual forma, afirmó que: “El Senado perdió a un gran senador, a una persona que no ha hecho sino luchar por Colombia todos los días de su vida. Muchas gracias”.
No es de criticar este sentimiento de tristeza y desolación que la ministra siente sobre la situación de su exjefe, ya que, es una permitida en cualquier ser humano, pero también, ¿no sería valido que la ministra Alicia Arango sintiera indignación, tristeza y desolación por los líderes sociales, ex integrantes de la Farc, lideres ambientales y por supuesto, los niños y jóvenes asesinados en las masacres de Llano verde y Samaniego, así como también, en las masacres que en las últimas semanas se han perpetrado en los territorios que históricamente han sido azotados por el conflicto armado?
Una de las funciones constitucionales del ministerio del interior sostiene que debe procurar la implementación en conformidad de la ley políticas públicas de protección, promoción, respeto y garantía de los Derechos Humanos, en conjunto con las demás entidades del Estado. Su ocupación es clara y, por lo tanto, no debe haber limitación que gestione la seguridad y orden público del país en su totalidad.
Ahora bien, una de las legislaciones fundamentales es la Ley de Seguridad del 2011 se describe de forma puntual lo siguiente: “el propósito de esta ley no es simplemente aumentar unas penas, o penalizar ciertas conductas” (Ministerio del Interior y de Justicia, 2011) Esta ley también garantiza enfrentar con mayor rigor y efectividad las bandas criminales emergentes. Y, para nadie es un secreto que estas bandas criminales han surgido por el “olvido estatal” en estas regiones del país, las cuales son zonas estratégicas para la actividad lucrativa del narcotráfico.
Entonces, qué sucede con la actual ministra del interior, que no procura y no muestra preocupación alguna y entra en cólera y manifiesta de forma pública su desconsuelo ante lo que viene sucediendo de forma casi que coincidentemente con el caso Uribe.
Considero que con llorar no hay solución ante cualquier dificultad y no es una obligación que la ministra lo haga, porque bastante que este país ha llorado y ese llanto continúa, así como la violencia y la muerte, pero sí creo que dentro de sus facultades constitucionales está en obligarse a sí misma como funcionaria pública y por principios éticos del mismo mostrar calidad y efectividad, priorizando el interés público por encima de todo.
Referencia bibliográfica
Ministerio del Interior y de Justicia. (24 de junio de 2011). Ley de seguridad. Bogotá D.C.,Colombia.
Sr. Escoria, en su panejirico insinua que es el gobierno quien mata lideres y niños, para ocultar que siempre las guerrillas se han matado entre si, y ahora los disidentes matan a los reinsertados y se matan entre si, como siempre, y a las farc no les fastidia matar niños como siempre y mas cuando las negociaciones avanzaban prometieron entregarlos, pero siguieron sosteniendo que no reclutaban menores y luego para sostener su mentira los aesinaron.