La Federación colombiana de educadores ha decidido convocar a todos los maestros sindicalizados del país para un nuevo paro nacional indefinido. Desde 2015, fecha del último cese de actividades, no se presentaba un consenso tan fuerte del magisterio en favor de una protesta que promete ser masiva y prolongada.
Ya el pasado 28 de febrero se había radicado un pliego de peticiones de los educadores, sin embargo las negociaciones fracasaron y los promotores del paro aseguran que los motivos son muchos y suficientes: desde la negativa del gobierno al incremento salarial hasta el grave caso del sistema de salud que se mueve en un limbo peligroso para 900.000 personas entre los maestros y sus familias.
Antes de que cientos de despistados vengan a ridiculizar o a desestimar los motivos del paro me gustaría echar abajo varios mitos: que los profesores son los que menos trabajan, que los profesores ganan muchísima plata por no hacer nada, que a los profesores no les gusta que los evalúen, etc. Hace dos años Héctor Abad Faciolince repetía como loro todos estos exabruptos y cuando los maestros le controvertían se limitaba ridículamente a corregirles la ortografía, como él hay muchos que están totalmente desinformados y en estas épocas de movilizaciones y marchas se destapan todo este tipo de especulaciones que intentan deslegitimar la justa lucha de los maestros para unas mejores condiciones de trabajo para ellos y de educación de calidad para los niños, niñas y adolescentes que a diario se forman en nuestras aulas.
Para los que dicen que los maestros ganamos mucho y que nos pensionamos y seguimos devengando salarios les actualizo: esos profesores existen, pero son los que pertenecen al estatuto 2277 y los que tienen tales prebendas no son todos, la mayoría pertenecemos al estatuto 1278 y muchos ganan entre millón trescientos y millón seiscientos, una de las protestas del sindicato este año es precisamente que, a pesar del incremento aprobado por la reciente reforma tributaria, los docentes estén recibiendo exactamente los mismos salarios que el año pasado.
Imagen cortesía de: Renovación Magisterial
Que a los docentes no nos gusta que nos evalúen es otra soberana tontería, de hecho ya nos evalúan cada año; este año la protesta no apunta hacia el lado de la evaluación de ascenso y reubicación, que de paso, quedó mal consensuada y generó mucho rechazo entre los docentes, entre otras cosas, porque su implementación fue lenta y desorganizada.
El problema de salud es el otro que está en la agenda de la protesta del magisterio. Aunque los maestros tenemos un régimen especial de salud éste se encuentra en un limbo preocupante: además de las acusaciones de desfinanciamiento y desviación de recursos, la última noticia es que la licitación para contratar nuevos operadores de salud, un contrato de más de cinco billones de pesos, fue suspendida a mediados de abril y el servicio que se presta ahora está en unas condiciones preocupantes de interinidad. Pedir celeridad, cumplimiento y pulcritud en el proceso de la prestación de los docentes es apenas lo más lógico.
¿Es justo que el gobierno quiera hablar de jornada única cuando no se garantizan los recursos ni la infraestructura para conseguir una verdadera educación de calidad y no una guardería? ¿no es injusto que en el país de la “paz, equidad y educación” los niños de los pobres no tengan derecho a un preescolar de tres años? Quejas como esta y otras parecidas son las que el magisterio exige del gobierno de la paz.
Adenda: ¡Qué peligroso ese discurso de que el uribismo quiere llegar al poder en el 2018 para hacer trizas el acuerdo de paz! Aunque el presidente Santos diga que es imposible hacerlo suena imperativo hacer un acuerdo entre los otros presidenciables para blindar lo conseguido hasta el momento.
