Poder, excesos y revolución

Opina - Ambiente

2017-01-26

Poder, excesos y revolución

La crisis ambiental de la Ciénaga Grande de Santa Marta fue tema en la agenda nacional en el 2016, se ha hablado de responsables, de omisión y abandono por parte del Estado, de malas decisiones, de ausencia de políticas públicas eficientes. Lo cierto es que, el desequilibrio en las relaciones de poder alrededor de la red de vida que constituyen el territorio de la Ciénaga Grande de Santa Marta no podrá ser resuelto con un par de políticas públicas eficientes, hace mucho dejó de ser un simple problema de voluntad política.

El modelo de desarrollo meramente acumulativo que ha guiado las acciones gubernamentales del Departamento, específicamente la apropiación de los “recursos” que son vistos exclusivamente como algo de lo que está permitido apoderarse, hablando no sólo de la naturaleza sino de la sociedad es la génesis de los problemas ambientales de la Ciénaga y de nuestro departamento. A través de un modelo de gobierno de “tómalo todo” han excedido todos los límites; el objetivo es el completo control para la apropiación, acumulación y capitalización de todo lo que pueda ser visto como “materia prima” para el enriquecimiento de una élite. Para dicho proyecto de control es necesaria la apropiación de la institucionalidad, la apropiación de tierras a través del despojo y el desplazamiento, con la combinación de poder político y armas, esto último permite el control y sumisión a través del miedo de la gente.

En el departamento del Magdalena este proyecto de control logró apoderarse completamente del territorio: de la gente, del agua, de la naturaleza en general, de las instituciones, de todo, de la red de vida que nos permite la sostenibilidad de nuestra propia vida.

Imagen cortesía de: elespectador.com

El fortalecimiento de las estructuras clientelares y de familias anquilosadas en el poder al interior de la institucionalidad pública, más la expansión de paramilitares iniciada desde el 1996, expansión hacia el Magdalena orquestada desde Urabá por los Castaño, liderada por Mancuso en el 96´, Jorge Gnecco en el 98´ y Roberto Tovar en el 99´, como comandantes regionales, e implementada por Córdoba Trujillo alias cinco siete desde el 96 al 2000 y Raúl Hasbún alias pedro bonito en el 99, como comandantes operativos, no sólo se apoderaron de la totalidad del territorio a través de las armas, sino que además aliados con la clase política regional pusieron en marcha un conjunto de estrategias político-electorales (Pacto de Chivolo y Pacto de Pivijay, creación de nuevos municipios) para obtener más poder político, es decir, más control y más dominio de la clase dirigente del Departamento, en últimas: poder para enriquecerse.

El modelo de desarrollo acumulativo que dirige nuestro futuro como departamento es irrefutable, somos uno de los departamentos más desiguales del país. Tomemos como ejemplo una de las zonas más golpeadas por el conflicto armado: el municipio de Zona Bananera, que en la actualidad tiene extensos cultivos de palma, además del banano. Es paradójico que la zona más “productiva” del Departamento resulte ser la más desigual.

La concentración de tierra, de acuerdo al coeficiente de GINI de tierras y de GINI de propietarios para el año 2000 (año de dominio paramilitar) en Pueblo Viejo (Zona bananera histórica) era de 0.88 y 0.85, respectivamente, según el Atlas de la Distribución de la Propiedad Rural en Colombia del año 2012. Es decir, no sólo la mayor cantidad de hectáreas de tierra, sino la de mejor calidad estaba en manos de un par de familias (empresarios) del Departamento; para el año 2012, según el mismo informe del IGAC, el coeficiente de GINI tierras de Pueblo Viejo bajó a 0.70, sigue siendo una muestra de la alta concentración de la propiedad en el Departamento. Llama la atención el municipio de Zona Bananera donde el GINI de propietarios para el año 2000 era de 0.85 y para el 2012 de 0.83. Hemos sido un almacén barato de recursos humanos y naturales que ha sido aprovechado para generar riqueza para unos pocos.

Es realmente hipócrita hablar de afectaciones ambientales como un cabo suelto, decir que son el resultado de las conductas irresponsables de algunos, donde hasta la falta de educación ambiental de los pescadores es un factor que agrava la situación, donde un par de políticas eficientes o la destitución de un funcionario van a resolver décadas de control para la acumulación funcional exclusivamente a una élite indolente.

Un argumento irrefutable de la voluntad dañina de quienes están en la punta de dicha estructura moviendo los hilos de nuestro futuro como departamento es el estado actual de nuestros municipios, completamente estáticos en el tiempo, es la pobreza y la miseria de la gente de la Ciénaga Grande, son los últimos lugares en calidad educativa, por mencionar sólo algunos de nuestros problemas.

Es inminente la urgencia de una revolución ética territorial, que nos permita poner nuestro compromiso por el bienestar colectivo por encima de todo, somos y hacemos parte de una generación que no está dispuesta a seguir sosteniendo las bases de esa estructura de poder que nos ha robado todo.

Maria José Navarro