Petro y enfrentar la «Dictadura Perfecta»

Petro se vio ante un doble espejo: Aquel congresista valiente que denunciaba a los políticos aliados de los paramilitares y aquel radical que desafiaba al establecimiento.

Opina - Política

2018-04-11

Petro y enfrentar la «Dictadura Perfecta»

Del liberalismo moderno que pregonan los liberales viene la propuesta de Petro de liberar la tierra improductiva e insertarla al mercado. Los Verdes, que ni en honor a su nombre y fundamento se suman a la lucha de Petro contra el cambio climático y las energías limpias, tampoco aceptan que él es el único candidato que se pronunció, y con hechos, contra las mafias del poder.

Al tiempo que se aleja de quien ayudó a fundar y dar peso a su partido, el Polo reafirma los fracasos de la izquierda, sus sectarismos y la distancia inmensa que guardan de la política del nuevo siglo. Si restara algo de coherencia, conciencia y voluntad serían otros los acuerdos programáticos y las posibilidades electorales frente al orden del poder.

El 11 de marzo se demostró que sin maquinaria ni partido Petro tiene un gran caudal de votos; que la derecha es poderosa y no necesita la creación mediática de fenómenos políticos (pues el fenómeno era Petro) porque sus clientelas y maquinarias están alineadas y programadas; que Duque y Lleras reunirán al final dos caudales que siempre han sido el mismo; que el Congreso seguirá en manos de los corruptos hasta que no se separe la política de la mafia y que la posibilidad de cambiar el poder está en la unión, claro, pero aún más, si es contra el establecimiento, en la comunicación: La política es comunicación.

Todos crean un otro y con ese otro mandan un mensaje a la sociedad: Petro nombra a ese otro la clase mafiosa o política tradicional; Uribe y Lleras nombran a ese otro Castrochavista o Venezuela; Fajardo nombra un otro Miedo y un otro Revancha, llamándose a sí mismo Esperanza, «no polarizar», dice, pero pasa que esto también es discursivo y estratégico, aunque la más débil de las estrategias, pues es el mismo sistema de elección el que la provoca.

Los nazis, padres de la gran propaganda, enseñaron que la movilización de masas ocurre por la emoción colectiva. Nadie puede abstraerse de la atmósfera de miedo, incertidumbre y vacío. Y es desde ahí donde se mueve y conmueve, pues el efecto de un mensaje ocurre en la mente y sea por cultura o naturaleza la reacción es más efectiva desde emociones negativas.

Todos lo hacen: Petro recoge la indignación, Uribe crea el miedo, Fajardo encarna la duda. Todo va hacia esa salvaje lucha por el poder que, pese a las armas, hoy es discursiva. El discurso referencial de la Democracia encubre otras formas de violencia, control mediático y mental: Control del mercado.

Al fin y al cabo, el sistema electoral arroja a dos candidatos a la disputa final, por eso la polarización es otra falacia para conservar el statu quo. Uribe lo creó desde los medios, partiendo el imaginario colectivo en dos percepciones: Aquella de que Colombia debe vencer la guerra con más guerra y otra, que salir de este orden era el caos. Ese caos lo configuraron con Venezuela, como si fuera el único posible.

Desde su visibilización pública, a mediados de los 2.000 por los debates contra el paramilitarismo, Petro se vio ante un doble espejo: Aquel congresista valiente que denunciaba a los políticos aliados de los paramilitares y aquel radical que desafiaba al establecimiento. Petro aceptó el juego de los múltiples sentidos de la imagen que es estar en los medios y desde ahí crear contrapoder. De esos múltiples sentidos sus enemigos hoy perfilan dos, o condenan su nombre o impulsan su ascenso, y entramos al momento límite. Si Petro quiere ser Presidente debe desafiar la historia.

Hace días hicieron eco las declaraciones de Mario Vargas Llosa en las que tildó a Petro de “demagogo peligroso” y de impulsar soluciones estatistas y colectivistas, por demás, nada más falso ante la inserción de la tierra improductiva, como propiedad privada, al mercado. Y dice de Iván Duque que es una opción demócrata. Curioso que el Nobel estime demócrata una opción que representa y encarna, por mandato, a un solo hombre. Duque trabaja para el autoritarismo. Las opiniones ciegas de Vargas Llosa, además, se caen por sí solas.

Dejo este video de 1990 cuando es invitado a México, donde el PRI perdió sus primeras elecciones desde 1929, a hablar sobre las democracias latinoamericanas. Afirmó entonces que México no escapó nunca de la gestación dictatorial que sufrió América Latina, pues tenía otro matiz y era aún más profunda.

Era la «Dictadura Perfecta», pues es aquella en la que nadie se da cuenta. Dice en 1’15»: “La dictadura perfecta no es el comunismo, no es la URSS, no es Fidel Castro, es México porque es la dictadura camuflada de tal modo que puede parecer no ser una dictadura, pero tiene todas las características: La permanencia, no de un hombre, sino de un partido que concede espacio a la crítica en la medida en que esta le sirva porque lo considera democrático”.

Y en 3’56»: “Que, además, como todas las dictaduras, nunca pudo traer la justicia social”. En Madrid aseguró que Colombia pese a todo era una democracia que funcionaba. No se pueden comparar historias, México no es Colombia, pero en Colombia hay esa «Dictadura Perfecta» (o un sistema hegemónico de dominación, o como quiera usted configurarlo desde el lenguaje) porque ha dormido la conciencia y encarcelado la mente y así ha camuflado la permanencia.

Aquí la sangre ha sido el fundamento de conservación del poder. Recordar que dinastías, monarquías, gobiernos antiguos y modernos, entrelazaron la genealogía del poder con la de su familia. Esa es la dictadura que tenemos por Democracia. Ya basta, Colombia, no te convertirás en Venezuela porque tu tragedia es única.

 

 

Imagen cortesía de Revista Voces.

 

( 2 ) Comentarios

  1. ReplyJorge Mendoza Romero

    Es una patria que no a dejado de ser boba.

  2. Esta muy pertinente

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Danilo Palacios Palacios