Hace poco leí en una columna de la periodista Jane Martinson del diario The Guardian, una frase muy citada de George Orwell, autor de 1984, el libro que empezó a venderse como café caliente luego de que Donald Trump asumiera el control de la Oficina Oval.
“El Periodismo es imprimir lo que alguien más no quiere ver impreso. Todo lo demás, son relaciones públicas”. Esa sencilla pero contundente frase me hizo reflexionar sobre lo que está pasando en el país con el escándalo de Obedrecht y aquí van algunas conclusiones:
En primer lugar hay que decir que la mayor consecuencia del escándalo de la compañía brasileña es la evidencia total de la absoluta ineficiencia de las instituciones colombianas. Dos gobiernos, más de 8 años, y ni la Procuraduría, ni la Fiscalía, ni la Contraloría, ni las superintendencias con sus miles y miles de funcionarios e investigadores pudieron darse cuenta de las enormes irregularidades.
Pero eso no es nada nuevo, de hecho es una redundancia decir que en Colombia las instituciones son débiles, no funcionan como deberían, y que hay algunas que no deberían existir porque gastan ineficientemente el dinero de los ciudadanos. Ya eso lo sabemos todos, así que pasemos al asunto central de esta columna.
Como periodista creo firmemente en la frase de Orwell, pero tristemente a la tarea de imprimir lo que algunos no quieren ver impreso, se dedica un realmente muy bajo porcentaje del total de periodistas en el país. Yo diría que un pequeñísimo 5%. Sobre todo aquellos que en las regiones arriesgan su vida, porque un risible aparato estatal no es capaz de garantizarles seguridad para que puedan ejercer con integridad su oficio y de paso, el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esos sí que son héroes.
Ahora bien, lo que me causa gran indignación es entender que el Periodismo ha actuado con una hipocresía bárbara en el asunto Obedrecht. No ha habido un solo día del 2017 que ese nombre, el de la constructora, deje de aparecer en las emisoras, en los noticieros y en los periódicos. En esta columna ya va dos veces. Pero lo que me irrita y, debo decirlo, es que muchos periodistas han asumido como propios los resultados de una corte de los Estados Unidos.
Son contados aquellos que de verdad se dedican al trabajo serio de investigar, de preguntar sin lambonería, y finalmente, de alumbrar las cucarachas. Y por ese trabajo apuestan la vida, pero de eso se trata el Periodismo, y su apasionante ejercicio.
De seguro mañana y la próxima semana y la siguiente y en marzo y en abril y en diciembre Obedrecht, que ya va tres veces aquí para la comprensible molestia de mis lectores, seguirá dando titulares de noticias. Pero las noticias son como dormirse sobre las sábanas con la pareja, y no hacerle el amor entre las cobijas.
Esto es entonces un llamado a todos aquellos que se dedican a dormir sobre las sábanas y la próxima vez que tengamos que hablar de un escándalo, sea propio y no el resumen del trabajo que hizo alguien más por nosotros.
Nota: En Monterrey crearon el “Corruptour”, un bus que hace paseos por la ciudad para los curiosos que quieran conocer los lugares símbolo de los escándalos de corrupción y las historias que hay detrás. Es una iniciativa ciudadana que representa indignación. Le pregunté al expresidente Samper qué pensaba de un Corruptour para Colombia y me dijo que no le parecía una buena idea.