Colombia es el país con más de 3.700 reinados, somos una región tropical, donde nos ufanamos de la exótica variedad de bellezas naturales, entre ellas las mujeres.
Este tiempo de reinados y pasarelas, me hace recordar cruelmente la época de los esclavos. Empiezo por escribirles que, según wikipedia.org, “La esclavitud, como institución jurídica, es una situación por la cual una persona (el esclavo) es propiedad de otra (el amo); es una forma particular de relaciones de producción, característica de un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en la evolución de la historia económica”.
Y es allí, donde los reinados se han vuelto una manera de esclavitud moderna y aceptada para la sociedad consumista. Sin ir muy lejos, los esclavos eran puestos en una pasarela, un vendedor describía todas sus características sexo, edad, raza, color, dientes, antecedentes, ahora igualmente en una pasarela las mujeres son detalladas, región, edad, medidas, estudios, etc.
Los esclavos eran sometidos a rigurosos trabajos físicos, comían una pequeña porción de comida y abundante agua, algo si, como el gimnasio y la misma dieta de una candidata. Eran cuidados por un capataz, quien controlaba las visitas de los posibles compradores y vigilaba para evitar una posible fuga, ahora en día sería un asesor o manager, quien controla entrevistas, citas con posibles patrocinadores y cualquier contacto con el público.
El Palmeo, según el archivogeneral.gov.co, “consistía en la medición que se hacía de los esclavos para determinar su valor. La escala en palmos estaba inscrita en un listón, el cual se colocaba al pie del esclavo erguido”, ahora conservamos el listón, pero éste identifica la región que representa la candidata.
Ya no hay amos, pero si propietarios, dueños de la imagen, quienes ganan dinero por cualquier campaña publicitaria, evento social y altruista donde su reina, muestre sus torneadas piernas y sus dientes y sonrisa perfecta, mientras abraza a un niño de escasos recursos, quien sería más feliz con una buena cena y un par de zapatos, que con un beso y una foto farandulera.
Si en nuestra memoria se conserva esta época de la esclavitud, sentimos vergüenza del cruel ser humano que fueron los compradores y más aún tristeza por todos aquellos que fueron vendidos al mejor postor como una mercancía no barata, pero mercancía.
Nos creemos los más evolucionados, los más desarrollados, pero seguimos en la época retrograda de la venta de seres humanos como artículos de exhibición, aun en pasarela, pero ahora en tacones y traje de gala.
Realmente la feria, no ha cambiado mucho, pero si la manera de consumir productos, productos humanos, envían a concursar a la mejor representante quien aspira, sueña y lucha por la corona de “Señorita Colombia”, allí son expuestas a criticas nada constructivas, les indagan la vida y obra, y todo ¿para qué? Para que un jurado o grupo de compradores decidan, según ellos, quien debe llevar el grillete, perdón la corona.
¿Qué somos mujeres bellas? ¿Qué nos gusta ser admiradas? ¿Qué es grato sabernos aclamadas? claro que sí, no estoy en contra de reconocer la belleza femenina y más las Colombianas, pero con lo que no voy, es que sigamos permitiendo como este circo de reinados, nos idiotice de una manera absurda, y nos haga volver a un escenario donde la belleza es sinónimo de esclavitud.