Paradas en los pedales: Siempre firmes, siempre fuertes

“Nuestro grupo nace en la sensibilización de que todas tenemos derecho a andar como queramos”.

Opina - Sociedad

2018-04-18

Paradas en los pedales: Siempre firmes, siempre fuertes

Hace seis años Natalia Prieto y Sofía Ortiz crearon el colectivo activista Paradas en los pedales como una respuesta al empoderamiento de la mujer en la sociedad y como una forma de levantar su participación en la escena ciclista en la capital.

Las infortunadas y reprochables escenas de acoso sexual que no solo generan inseguridad, sino repudio en las mujeres, junto a la poca presencia del género femenino en las organizaciones y eventos a nivel urbano y profesional alrededor de la bicicleta, fueron razones de peso para que Natalia y Sofía decidieran abrir un espacio donde las mujeres se sintieran identificadas, respaldadas y empoderadas por la fuerza con que pedalean y luchan por la reivindicación de sus derechos y de su lugar en la sociedad.

Los testimonios de Natalia y Sofía, junto a los de 40 mujeres más que fueron víctimas de escenas de acoso sobre la bici, llevaron a repensar la situación y a tomar cartas y pedales en el asunto para disminuir este tipo de abuso y de maltrato en las calles de la ciudad donde todo pasa y todo se ignora: “Hay que visibilizar este tipo de cosas. Paradas en los pedales, inició con charlas para las chicas, con procesos de sensibilización donde explicamos que el maltrato no es natural y que hay que visibilizarlo”.

Natalia y Sofía coinciden en varios puntos. Por ejemplo, ambas concuerdan en que: “Tanto mujeres como hombres van a sufrir algún tipo de violencia con otro actor vial. Desde el carro que pasó y te pitó vehemente, hasta el que te arrinconó porque no le gusta compartir la vía. Y ahora, no solo es ser ciclista, sino ser mujer. Aquí hay una problemática. Por ejemplo, uno de los testimonios que tenemos es de una chica que iba en su bici por la Avenida Boyacá. Un tipo, vestido con un uniforme de seguridad, se movilizaba en moto y la acorraló y le apuntó con un arma. La chica pensó que sería robada. Oh, sorpresa, lo único que quería era manosearla de pies a cabeza y así lo hizo”. Esto sucedió debajo del puente de la Calle 26 con Avenida Boyacá en el occidente de Bogotá.

Aunque resultaba impensable, Paradas en los pedales demuestra que el morbo y el acoso no dan tregua. Y a pesar de no haber razón que pueda justificar este tipo de acciones, siempre habrá una excusa que termine culpando a la víctima y no al victimario. Es por este tipo de escenarios condenables, que el rol del gremio se hace tan importante, pues no solamente impulsa el uso de la bicicleta desde una perspectiva ambiental, también lo hace desde una óptica social y humana, donde se propende trabajar por la equidad, el respeto y el valor integral del cuerpo y del género en una sociedad que vulnera constantemente lo corpóreo e ignora los límites de interacción y de comportamiento.

“Nuestro grupo nace en la sensibilización de que todas tenemos derecho a andar como queramos. Claramente eso también le sucede a la mujer de a pie, en el transporte público, en la calle… Pero nosotras, al ser ciclistas, porque lo sabemos y lo vivimos así, somos quienes vivimos la ciudad el día a día en las calles todo el tiempo. Porque una persona se sube al transporte público o a su carro y se le olvida lo que pasa en el exterior; mientras que nosotros vivimos lo que pasa en la ciudad en cuerpo y alma. El acoso callejero debe ser visibilizado y condenado como tal”, expresó Natalia Prieto, una de las fundadoras de Paradas en los pedales.

La idea de Paradas en los pedales es copar diversos espacios en la ciudad donde puedan ser escuchadas y puedan enseñar a los ciudadanos a no tergiversar el acoso, a no normalizar el piropo y el machismo. Para Natalia y Sofía es indispensable que su activismo se vea reflejado en principios de urbanidad, en principios éticos y en escenarios donde lo verdaderamente normal o común, sea permitir que la mujer pueda vestirse, salir y expresarse sin temor a que sus acciones terminen por verse como la excusa para que sean vulneradas. Es ahí, en esa ruptura de pensamiento, donde ellas trabajan con vehemencia y con vigor, es ahí donde pedalean contra la pendiente para llegar a la cima y sentir que su mensaje más que respaldar y empoderar a la mujer, es demostrar que en el país no debe haber espacio para la transgresión y para la discriminación de género a través de la palabra o de los actos.

Paradas en los pedales ha logrado, en los últimos meses, establecer conexiones con la Gerencia de la Bicicleta en Bogotá y con la Secretaría de la Mujer. Desde allí logran generar alternativas de apoyo como la “Línea Púrpura”, espacio que funciona como un canal de denuncia para la mujer en la ciudad.

Así mismo, el enfoque pedagógico del colectivo permite que se creen escenarios para cursos de formación sobre política pública de equidad y género y programas como el Plan de Oportunidades de Género donde se realizan campañas para que, primero, las mujeres conozcan los espacios donde pueden ser protegidas y respaldas; segundo, para que entiendan las razones y la esencia de estas políticas públicas que buscan visibilizar las desigualdades y así poder ser tratadas a partir de canales de comunicación e interacción entre comunidades, líderes y referentes en el activismo por la igualdad de género.

Además de esto, la labor social va ligada del acompañamiento en el aprendizaje del mundo ciclista. Rutas, estilos de bicicletas y “máster en despinche” son algunos de los contenidos que ofrecen Paradas en los pedales, para entregar un resultado integral en la mujer y en la sociedad.

“Siempre firmes, siempre fuertes” y “solo se descansa en la meta” son lemas que comparten Paradas en los pedales con SUBAse a la bici. Y como las palabras tienen fuerza y son el reflejo de lo que pensamos y de lo que hacemos, estos lemas son el espejo de varias personas que pedalean con coraje por un trato justo, por unas calles más pacíficas y menos inseguras para los seres humanos. Estos lemas representan la convicción de varias personas que no se van a detener hasta no ver unos resultados que respalden sus luchas, sus ideales, sus resistencias y sus esfuerzos por educar, visibilizar y concientizar.

Por último, Sofía y Natalia  afirmaron que “el cambio debe ser en uno mismo. La bicicleta es mágica, es una máquina de felicidad, de sueños, de empoderamiento y realmente eso solo se conoce con la experiencia. La bicicleta te brinda mucha autonomía y felicidad. Uno cumple sus propósitos con su propio esfuerzo, con el movimiento de sus piernas. Eso no solamente transforma el cuerpo, también el interior”.

Este texto se realizó en co-autoría con Jose León.

 

 

Imagen cortesía de La Bicikleta.

 

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Andrés Osorio Guillot
Estudiante de filosofía y letras. Interesado en reconstruir historias y narrar al país desde el periodismo. Trabajo temas en cultura, sociedad, memoria, conflicto y literatura.