En estos días vi –ya perdí la cuenta de cuántas veces- la película protagonizada por Adrien Brody: El Pianista. Película que recrea los hechos ocurridos en Polonia durante la invasión de la Alemania Nazi a Polonía en 1939.
Escenas fuertes se muestran: personas robando comida, niños mendigando un pedazo de pan en las tiendas de abarrotes y gente muriéndose de hambre y pasando las noches en las calles del Getto de Varsovia. Imágenes que reseñan un hecho real, aunque parezca sacado de una película de terror, pero que, a juzgar por los setenta y siete años que han pasado de eso, no deberían repetirse en ninguna parte del mundo.
Sociedad fascista. Eso pensé cuando puse a consideración esos hechos con lo que ocurre en Bogotá y, en general, en toda Colombia.
¿No es fascista una sociedad donde hay personas que escarban en las basuras para encontrar un pedazo de comida? ¿No es fascista una ciudad donde sus habitantes creen que es normal ver en los semáforos gente limpiando parabrisas o con carteles diciendo que es desplazada? ¿No es fascista un país donde, al caminar por las calles, haya seres humanos durmiendo en el asfalto y mendigando comida en las panaderías?
Y no es solo eso. Colombia es un país enfermo: enfermo de violencia e intolerancia en su máxima expresión. O díganme ustedes en qué clase de país hay tres linchamientos por día, que no precisamente es contra ladrones de celulares; qué clase de país piensa que el problema son unos individuos que roban en las calles y afirme que la solución sea agarrarlos a pata; qué clase de personas tiene un país donde los habitantes de calle y los consumidores de droga, entre muchos otros, sirven de “ejemplo” para decirles a sus niños desde pequeños que estudien y se porten bien para no terminar como ellos.
Una vez alguien me decía: “Colombia dentro de todo no ha estado en guerras”. Menos mal no lo ha estado, porque no puedo imaginar cómo sería la situación si vivimos tal situación humanitaria, donde no hemos estado en guerra, pero sí en un conflicto de 60 años.
¡Enfermos!, vuelvo y repito: mucho que desear deja una sociedad que tiene implantado un chip de segregación y discriminación contra el diferente, desde todo punto de vista (orientación sexual, extracción social, discapacidad física, etc.).
No en vano el recién designado Secretario de Seguridad de Bogotá, Daniel Mejía, manifestó que la belleza y la disminución del delito tienen un vínculo: “el orden y la belleza van de la mano y generan seguridad”. Parece un chiste –de mal gusto- sacado de Actualidad Panamericana, que un funcionario sostenga que hacer bonito, ordenado y limpio el espacio público vaya a librar una ciudad de la delincuencia, o que sin estas características las personas sean per se violentas. ¿Entonces nos puede demostrar que en los barrios “bien” de Bogotá no roban? Parecida a la parodia que Martín de Francisco y Santiago Moure hicieron en “El siguiente Programa”, donde se burlaban de cuando, en su primera administración, Enrique Peñalosa pintó de colores vivos los barrios de Ciudad Bolívar para que todos fueran más felices y no incomodaran a los del norte cuando pasaran por el sector de camino para ir a Anapoima a jugar golf.
En una sociedad hay ladrones en las calles porque no hay justicia ni educación de ninguna clase, pero sí un poder corrupto que ha entrañado todas las esferas públicas y sociales. Ah difícil será encontrar medicamento o cura que alivie esta enfermedad que corroe y degrada terriblemente todo lo bueno de un país.
«Colombia sin miedo»
Lástima que muchos colombianos no saben que es vivir en paz. La Paz es es poder despertar y sentir la dicha de un mundo mejor. Ver nuestros hijos crecer sin miedo a su propio país. Poder salir e ir a campo y disfrutar de el. Sin miedo a una toma guerrillera o a un secuestro. Poder hacer recorridos de montaña en bicicleta o moto. Ir a conocer muchos sitios turísticos en paseos familiares sin miedo a la guerrilla. Leer los periódicos o las noticias de internet que la guerrilla es historia o pasado como el florero de Llorente o la Historia de Jorgege Eliezer Gaitan.
La Paz es el primer paso para progresar y reflexionar, así se vive en familia así se vive en un país. colombia necesita de La paz, para construir una Colombia mejor, así nuestros gobierno pueden centrarse en mejorar la educación, la vivienda, la salud, etc. Pensar en la guerra es un desgaste psicológico para todo un pueblo y para los gobiernos. Invitó a todos los colombianos a buscar la paz.