Oskar y la posguerra

Opina - Cultura

2016-10-24

Oskar y la posguerra

Hablar del antes, durante y después de la II Guerra Mundial no es tarea fácil: la convulsión ideológica, política y cultural de aquella época marcó el espíritu de toda una generación, con dolorosas secuelas que permanecen incluso hasta hoy.

Ante la barbarie de ese conflicto, ciertos intelectuales, escritores y artistas europeos de la posguerra intentaron entender esa capacidad autodestructiva del ser humano, frente a una sociedad pasmada por la violencia. Uno de ellos fue el escritor y artista alemán Günter Grass. Con las obras que conforman la llamada Trilogía de Danzig, Grass habla y reflexiona sobre la sociedad europea que coexiste con la guerra. La primera novela de la trilogía es El tambor de hojalata, y quisiera hablarles de esa extraordinaria obra. Creo que, en estos momentos de incertidumbre en Colombia, nos hace falta pensar en aquello que podría ser nuestra posguerra.

El tambor de hojalata cuenta la historia de Oskar Matzerath, un chico de la Ciudad Libre de Danzig (Polonia) que decide dejar de crecer a los tres años, edad en la que su pobre mamá le obsequia su primer tambor de hojalata. Desde su posición, aparentemente infantil, Oskar entiende con una gran lucidez todo lo que sucede a su alrededor, y narra la muerte de su madre antes de la guerra, su primer amor con María (quien después se convertiría en su madrastra), el ataque a la Oficina de Correos de Polonia, la ocupación rusa de la ciudad y la muerte de su padre durante dicha ocupación.

Al verse huérfano, Oskar decide dejar atrás su tambor y volver a crecer. En ese momento cae gravemente enfermo, y María decide partir con él hacia Düsseldorf. Durante el viaje hacia el oeste, él aumenta su estatura hasta llegar a medir algo más de un metro, pero también le crece una joroba. Cuando se recupera de su “enfermedad”, Oskar decide vivir solo y tiene diferentes trabajos: marmolista, grabador, modelo en una academia de arte, y finalmente, vuelve a tocar el tambor y se hace famoso con su música. Toda esta historia es contada por Oskar desde un asilo psiquiátrico, en el cual fue internado por un crimen que no cometió.

A primera vista, puede ser difícil entender la forma en la que un niño como Oskar habla de su vida y de la sociedad afectada por la guerra. Pero él lo hace a través de su tambor, con el que es capaz de evocar el dolor de sus pérdidas, recordar la resistencia polaca ante el régimen nazi y, sobre todo, conectarse con el dolor y la felicidad de sus oyentes/lectores. Oskar y su tambor son introspectivos, pero al final, sus reflexiones los trascienden y les permiten dialogar con las experiencias de todos los demás.

Es aquí donde, como colombianos, podemos intervenir. De cierta manera nos asemejamos a Oskar: víctimas y observadores de una guerra lejana, con el arte como única forma de hacer memoria, de reflexionar sobre lo que nos ha pasado y de llorar aquello que hemos perdido.

La forma en que Oskar vive la posguerra también nos interpela. La normalidad, la cotidianidad y los nuevos comienzos aparentan ocultar o ignorar el pasado. Pero lo cierto es que la guerra no parece abandonar las mentes ni los lugares. Con maestría, Grass logra mantener ese fantasma de la violencia en el día a día de Oskar, el cual nos perseguirá por un buen rato en el posconflicto. No obstante, esa presencia tácita del pasado no es algo negativo en el libro: es, por el contrario, lo que permite que avance la historia y que la sociedad de posguerra se reconstruya. Creo que ya es momento de reconstruirnos, de pasar la página y de reconocer en lo doloroso de nuestro pasado, la oportunidad de ser mejores en el futuro.

Adenda: En la última entrevista que dio Günter Grass al diario El País de España antes de morir, señaló que el dolor de aquello que siempre regresa era lo que más lo inspiraba a trabajar, haciendo referencia al Mito de Sísifo de Camus y a su propia experiencia durante la II Guerra Mundial. Es esa la lucidez de quien será siempre el testigo incómodo del siglo XX.

Publicado el: 24 Oct de 2016

Dora Carreño
Entre otras cosas, Politóloga de la Universidad de los Andes. Pd: Aquí solo expreso mis opiniones personales.